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Efímera Eternidad

En el rincón efímero de nuestro amor, el tiempo danzaba como hojas llevadas por el viento. Unos días, una eternidad, tejidos en los hilos etéreos de lo que fuimos y lo que dejamos de ser. En esa breve sinfonía, los destinos se cruzaron, y el lienzo de nuestros días tomó colores intensos, como pinceladas apasionadas en un cuadro efímero.

Quizás el reloj de la existencia marcó solo unos días, un fugaz encuentro en el teatro del universo. Pero, ¿acaso el amor se mide en segundos y minutos? Tal vez se extendió como la luz de una estrella distante, brillando en la penumbra de la noche, un resplandor que deja su huella mucho después de haberse desvanecido.

En ese parpadeo del tiempo, nuestros corazones entrelazaron sus latidos, como notas en una partitura que vibraban con la intensidad de una sonata apasionada. Fueron días que parecían abarcar la eternidad, y la eternidad encapsulada en unos días, donde cada palabra, cada mirada, era un verso tallado en la memoria de lo que fuimos.

¿Qué es el tiempo sino una ilusión? En el efímero esplendor de nuestro amor, el ayer, el hoy y el mañana convergieron en un abrazo eterno. Como sombras en la penumbra, nos amamos con la intensidad de una vida, aunque solo fuera por unos días. Cada instante fue una página que escribimos juntos, con la pluma de la pasión y la tinta de los recuerdos que se atesoran en la biblioteca del alma.

Así, en el telar del destino, nuestros hilos se cruzaron y se trenzaron en un tapiz de sentimientos. No importa cuánto duró en términos terrenales, porque en el corazón del amor, el tiempo es un eco, una melodía que resuena incluso cuando el último acorde se desvanece. Pues en esos días que parecieron una vida, nuestro amor se inmortalizó en la eternidad de lo que una vez fuimos.

❝Un Hermoso Desastre❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora