De cómo una chica mantiene el control

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Capítulo madrugador, hace tiempo que no hacía de estos. Aunque recién son las dos y media, pero cuenta como madrugada xDD Espero que les guste y mil gracias a todos los que se pasan y le dan una oportunidad a la historia ^^

Capítulo V: De cómo una chica mantiene el control

Me sacudí el entumecimiento del cerebro, a tiempo que miraba mi móvil como si se tratara de un extraño entre mis dedos. No había muchas cosas que me molestaran en el mundo... de acuerdo, eso es una pequeña mentirijilla. A decir verdad hay muchas cosas que me molestan en el mundo, entre ellas el maltrato a los animales, la impuntualidad, el café frío, hacer la cuchara al dormir, la descortesía, el mar humor y que me cuelguen el maldito teléfono en medio de una conversación. Por decir las más inmediatas. Todavía estaba tratando de entender en qué momento los roles se habían invertido, al punto de hacer que el enfado de Neil hacia mi respuesta tuviese algo de sentido. Es decir, no es como si yo le hubiese pedido que trabajara para mí, en ningún momento contraté sus servicios que yo recordara. Y no pensaba permitirle que me colgara todo ofendido, cuando la que tenía el verdadero derecho de estar ofendida era yo. Él le había ido con el cuento a Sam, ¡él me había despertado a las siete treinta para hablar del brunch por Dios!

Busqué su número en la memoria de las últimas llamadas a toda prisa, pero casi consigo soltar un bramido al ver que lo tenía privado.

—Jodido y estúpido, Neil.

Fui a por mi segunda opción, pensando en utilizar del mismo modo que él a Sam como mediadora de la información. Pero el universo (o el apetito de Bruno) conspiró en mi contra, cuando la traidora de mi hermana no respondió a su móvil, aun cuando lo hice sonar tres veces consecutivas. Es decir, a razón de cinco timbrazos por llamado.

—Estúpida, Sam.

Me detuve un segundo para pensar con mayor detenimiento, si Neil me había llamado manteniendo su número privado, yo debía de captar el mensaje implícito allí. Era obvio que no quería que obtuviera su número, de lo contrario no se habría molestado en bloquearlo ¿cierto? Bueno, a la mierda él y sus intentos de evasión, yo iba a obtener su número sólo para demostrarle que nadie se ofendía con Sussy Hassan, al menos que Sussy Hassan tuviese ganas de ofenderlo. Porque cuando Sussy Hassan quiere ofender, lo hace y es jodidamente contundente al respecto.

Sí, cuando me pongo tozuda tiendo a referirme sobre mí misma en tercera persona. No sé ustedes, pero el grado de locura que eso implica hace que el argumento tenga más fuerza, ¿a qué no?

Marqué otro número desde mi agenda, apostando toda la firmeza ganada al hablar en tercera persona en esa tercera persona.

—Sussy, hermosa, ¿a qué debo el placer? —Y por suerte no perdí en mi apuesta, él siempre era una inversión segura. Sonreí casi invitada por su voz, él tenía esa tendencia de hacer que sonreír fuese un trámite simple.

—Jace, corazón, necesito un favorcillo. —Mi cuñado rió entre dientes ante mi elección de palabras.

—Estoy a tus órdenes, tú dirás.

—¿Podrías darme el número del móvil de Neil?

—¿Neil? —inquirió con lo que pudo parecer una nota de leve incredulidad en su timbre.

—Sí, Neil —respondí sin inmutarme, pues pasara lo que pasara no quería dar la impresión equivocada aquí. Por supuesto que Neil estaba para hacer cosas muy malas y muy del estilo de Sussy la ninfómana, pero quería convencerme a mí misma que ya había dejado esa etapa atrás. Cuando estás cercana a cumplir treinta y dos años (hasta me estremezco de sólo pensarlo), mereces ser tratada con cierto respeto por tus pares y tú misma—. Ya sabes, metro ochenta, cabello castaño bastante corto, contratista... recientemente ha sustituido los cigarrillos por chupetas, ¿te suena?

Lista del Padre Perfecto. (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora