¡Feliz San Valentín para todos! Espero que hayan pasado lindo este día, entre los chicos y yo pensamos que lo mejor sería dejarles el último capítulo en este día. Para que siempre nos lleven en su corazón... awww soy tan cursi. En fin, es el último cap. pero todavía falta el epílogo... este caps es largo así que a leer con cuidado.
Capítulo XXXIII: Mío
Me desperté con un sobresalto, incapaz de no soltar un bufido al ver donde me encontraba. El constante pitido del monitor cardíaco del bebé, hacía eco en algún sector de la habitación mientras por la ventana se podía ver cómo el sol comenzaba a descender perezosamente en el horizonte. Por un segundo me costó recordar qué día era o porqué estaba allí. Fue un segundo glorioso. Al menos hasta que la realidad, comenzó a imponerse sobre el idílico atontamiento causado por los míseros calmantes que me habían dado antes. Palpé mi barriga sin siquiera detenerme a pensar en mis acciones, chequear al bebé era un prioridad primaria para mí.
Entonces escuché el sonido de algo metálico chirriar, seguido del inconfundible correr del agua en el cuarto de baño. Eso me había despertado antes, había alguien en mi baño y al parecer no le importaba mucho perturbar mi descanso. Me incorporé sobre mis codos para poder echar un vistazo hacia la puerta cerrada, podía notar el movimiento de una sombra y sólo por un pequeño instante, mi corazón se aceleró. Pero me apresuré a apartar ese pensamiento malogrado, Alan no podía llegar a mí; Neil se había encargado de que no le quedaran ganas o fuerzas para eso. Además que una de las enfermeras me había dicho que su habitación tenía custodia policial, así que no se trataba de él. Sin duda no era él. ¿Entonces?
—¿Neil? —pregunté, sorprendiéndome por el tono esperanzado que cubrió mi timbre. La puerta del cuarto de baño lentamente se abrió.
—No, Sussy Lu, soy yo. —Caro me sonrió mientras cerraba la puerta detrás de sí, en sus manos llevaba un jarrón con flores que parecían recién sacadas del jardín. No pude ocultar del todo mi desilusión, desde que Lucas se hubo marchado más temprano todavía esperaba que Neil se presentara. Y lo sé, no merezco esperar tal cosa, pero era difícil pensar en algo más estando allí atrapada en esa cama. Lo único que podía hacer era pensar y preguntarme si era posible que por segunda vez en la historia de la humanidad, Lucas tuviese razón sobre algo relacionado conmigo.
No quería tener miedo, odiaba tener miedo y sobre todo, odiaba que mi hermano pensara que Alan seguía influyendo en mí a pesar de todo. Me había alejado de él sin mirar atrás ni una vez, había logrado salir con distintos hombres, le había dado licencia a mi cuerpo tanto en la cama como fuera de ella y me había reafirmado a mí misma que no estaba asustada. Que podía haber pasado por esa mala experiencia sin cargarme ni una cicatriz en el proceso, que había sido capaz de sobreponerme sola y le había mostrado el dedo medio a todo el asunto como una autentica mujer fuerte. Hombres que se pasaban de la raya con sus mujeres sobraban, como supongo que los habrá a la inversa, así que no era nada especial o un motivo para que detuviera mi vida. Seguí adelante, me regañé por haber sido tan crédula y seguí adelante, segura de que la próxima vez que me topara con un hombre yo sería la que pusiera las reglas. Y mientras más pensaba en eso, más me convencía de que había cometido un error al intentar imponer mi régimen sobre Neil. En realidad nunca planteé la relación a futuro, porque ya no estaba segura de que aún quisiera eso con alguien. Siendo más joven lo tenía bastante claro, quería lo que mis padres tenían; aquello que dentro de sus particularidades se mantenía firme e indemne frente a las adversidades. No estaba segura de cuándo pasaría o con quién, pero no me cabían dudas de que eventualmente llegaría allí.
Pero luego de Alan, cambié mi tonta fantasía de final feliz por algo mucho más práctico y realista. Tan sólo quería estar bien conmigo misma, segura de que siempre estaría mejor por mi cuenta que intentando acoplarme a otra persona, convencida de que ni siquiera valía la pena invertir tiempo en alguien más allá de mí. Ahora no podía evitar pensar que quizá todos esos argumentos para sentirme bien, no habían sido más que una muy convincente tapadera. Porque mientras más posaba mi vista en el futuro, aquel que mi hermano me había pintado tan graciosamente, más me daba cuenta que no me gustaba verme allí sola.
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Lista del Padre Perfecto. (Libro 3)
RomanceTodo empezó con el nacimiento de mi sobrino, antes de eso yo estaba bien. Es decir, no excelente, pero razonablemente bien. Pero entonces llegó él con sus ademanes de chico bueno, su carita de ángel, sus chupetas, sus sonrisas enigmáticas, sus ojos...