Estos cambios de clima, esta entrada lenta a la primavera están siendo un dolor en el culo para mí. Así que ténganme paciencia, estoy resfriada y con tos y dolor y eso... pero acá estoy igual. No sé qué resultó de este capítulo, pero la intención es lo que cuenta o al menos eso me decía mi papá siempre que perdía en algo xDD
Me dijeron de esta otra opción de actor para imaginar a Neil, yo la dejo para que vean cómo lo imaginan otros lectores. A mí me gusta este chico, la verdad es que el Neil que tengo en mente se parece bastante a él. xD
Capítulo XIII: Más que sexo
Por supuesto que lo hicimos y no fue raro, aunque inicialmente creí que me sentiría algo rara. Porque, veamos, lo que había ocurrido en la casa quinta había sido algo espontáneo, algo que tal vez ambos queríamos pero ninguno había en realidad previsto. En cambio su visita a mi habitación de hotel fue intencionada y con un propósito consciente, él quería sexo y yo quería que él lo quisiera. Y lo habíamos tenido, varias veces si cabe mencionarlo.
En ese momento Neil se encontraba recostado boca arriba, con sus brazos doblados detrás de su cabeza a modo de almohada improvisada, y yo estaba de pie junto a la cama mirándolo sin disimulo. Acababa de levantarme para ir al baño, no crean que somos tan raros que hacemos esto a la distancia o mentalmente, por favor. El punto es que había tanto para mirar, que incluso esa estúpida acción estaba reportando resultados positivos en mis partes íntimas. Sólo mirarlo lograba encenderme. Pues a pesar de que había tenido un número interesante de parejas, nunca había tenido a un hombre como Neil. Además que ahora que podía mirarlo sin el azoramiento de pensar que estaba haciendo algo malo, quería aprovechar mi libertad. Él era una extensa carretera de piel pintada, si bien ya había notado sus tatuajes no fue hasta esa noche que vi todo lo que tenía. El cuervo en su brazo y espalda se extendía casi hasta el pliegue de su codo derecho, donde se podía ver todo un matorral muerto de rosas con grandes espinas que capturaban con una cadena la pata de su cuervo. Luego justo encima de la cinturilla de su pantalón —el cual estaba tirado sobre mi lámpara de noche, por cierto— tenía una serie de cinco flechas que ascendían y descendían de forma intercalada por la V de su bajo vientre. El Carpe diem, por supuesto, estaba en la cara interna de su bícep izquierdo —el único rastro de tinta en ese brazo— y justo por debajo, sobre sus costillas, se podía ver una frase de tres líneas que aún no había logrado leer. Con la intención de guardar algo del misterio, voy a atenerme de comentarles lo que tiene tatuado en el trasero. Porque sí, tiene un tatuaje allí como bien había informado su compañero de trabajo antes.
Neil carraspeó, haciéndome sobresaltar en mi lugar. Levanté la mirada hasta sus ojos, los cuales tenían una expresión divertida.
—¿Vas a quedarte mucho tiempo más allí o vendrás a observar de cerca?
Rodé los ojos, pero tras desechar sus palabras con un movimiento de mi mano me subí en la cama. Él volvió el rostro en mi dirección, exponiendo una invitación más que obvia con el movimiento de sus cejas.
—¿Qué dicen tus costillas? —insté, devolviéndole el escrutinio de forma descarada. Era bueno saber que ambos éramos igual de directos, me hacía sentir a gusto no tener que atenuar nada de ello en su presencia.
—No hablan, Su, sería bastante raro que lo hicieran. —Le di un golpe en el centro del estómago para hacerle saber que no era gracioso, aun así él rió y luego tomó mi puño con su mano para llevárselo a los labios—. Tienes un golpe bastante pesado, ¿lo sabías?
—Mi instructor de defensa personal estará orgulloso. —Sin soltar mi mano, él le dio la vuelta para abrir mis dedos y entrelazarlos con los suyos. Lo había hecho un par de veces ya mientras nos tranquilizábamos para recobrar el aliento, él se ponía a tocar mis manos, jugaba con el único anillo que llevaba o sino presionaba mis uñas contra su palma. Me había dicho que si me molestaba le dijera, pero no me molestaba, simplemente me parecía un rasgo curioso. Neil el hiperactivo no sabía cómo quedarse quieto, ni siquiera cuando me había tomado el valioso tiempo de cansarlo a consciencia—. Entonces, ¿qué dice? —insistí, cuando lo vi demasiado ensimismado en su tarea de estudiar mi mano.
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Lista del Padre Perfecto. (Libro 3)
RomanceTodo empezó con el nacimiento de mi sobrino, antes de eso yo estaba bien. Es decir, no excelente, pero razonablemente bien. Pero entonces llegó él con sus ademanes de chico bueno, su carita de ángel, sus chupetas, sus sonrisas enigmáticas, sus ojos...