Les puedo decir a modo de defensa, que estuve como diez días sin computadora y eso dificulta mucho la tarea de escribir. Y bueno, nada... sigamos con esto ¿les parece? A leer...
Capítulo X: Naturaleza primitiva
—Bueno... tú sí que no te andas con rodeos —musité entre dientes, a tiempo que me metía en la camioneta casi en piloto automático.
No voy a pecar de niña virginal aquí, y mentir diciendo que yo no había barajado esa opción con Neil, o que nunca me habían hecho propuestas de este estilo a la cara. Pero sí podía admitir casi sin dudarlo, que esta era la primera vez en que verdad me estaba tomando un tiempo extra para considerarlo. No lo sé, simplemente había habido algo en todo el asunto que apestaba, había algo que faltaba o que me hubiese gustado de un modo distinto. Podía sonar estúpido, pero el factor romántico aunque fuese fingido, a veces era preferible a la cruda realidad de la pragmática.
Él se subió en su lado, para luego darme una mirada apreciativa.
—No, usualmente cuando quiero algo lo digo. —Puso la camioneta en marcha, dándole un rítmico golpe al volante con sus pulgares—. Me parece una tontería ir a través de juegos que se pueden malinterpretar, soy directo porque no me gustan las cosas a medio decir. Eso no significa que tengas que aceptar mis términos, Su, sólo estoy exponiendo mi mano.
—¿Y de qué va tu mano específicamente? ¿Quieres que lo hagamos aquí? —Hice un ademan para abarcar la totalidad de la camioneta—. ¿Me subo la falda, me siento en tu regazo y luego me das un dulce por el trabajo bien hecho?
Una sonrisa algo tirante hizo amago de aparecer en sus labios y sin hacer ningún intento por poner el vehículo en movimiento, miró su regazo casi como si estuviese tomando mi irónica propuesta en consideración.
—No suelo pagar por el trabajo bien o mal hecho, Sussy, si lo haces es porque lo quieres y si te parece ofensivo lo que te dije, no uses el doble sentido y dímelo.
—Pues, bien, sí. Me parece ofensivo lo que dijiste —espeté, cruzándome de brazos y llevando mi atención a la calle—. Suena... como siempre...
—¿Cómo siempre?—inquirió él, tomando mi barbilla para forzar mi vista hacia la suya—. ¿Qué significa eso?
—Suena como algo que escucho muy a menudo. —Un inadecuado nudo comenzó a apretar mis cuerdas vocales, así que me obligué a empujar aquello fuera de mí—. Y no es por ti, ¿bien? Supongo que eso es lo que inspiro en los hombres, un revolcón en un auto o en algún lugar emocionante. No hay nada de malo en eso.
Sólo que en esa ocasión sí sentía que había algo malo, pero ¿por qué? No es como si en algún momento me hubiese emocionado con la idea de Neil y yo como algo más que sólo amigos con posibles beneficios.
—Eso no...
—¿No fue lo que quisiste decir? —lo interrumpí, a sabiendas que eso era precisamente lo que había querido decir. Yo no era material para otra cosa que para eso y normalmente no me fastidiaba, porque el sexo siempre había sido un trámite fácil para mí. Y ni siquiera podía terminar de entender por qué la propuesta de Neil me había molestado. ¿Acaso yo no había estado pensando en ofrecerle algo similar en algún momento? Claro, porque yo también lo quería y reprochárselo era muy cínico de mi parte—. Olvídalo, sólo vamos a ver los locales.
—Sussy.
—Olvídalo, Neil, ¿quieres?
Como toda respuesta puso sus ojos dorados en blanco, para luego hacer una brusca maniobra y meternos en el tráfico de mediodía. Bueno, ahora íbamos a ponernos incómodos el uno con el otro, cuando ya habíamos pasado la barrera de hablar literalmente de su esperma y mis óvulos, ¡por dios!
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Lista del Padre Perfecto. (Libro 3)
RomanceTodo empezó con el nacimiento de mi sobrino, antes de eso yo estaba bien. Es decir, no excelente, pero razonablemente bien. Pero entonces llegó él con sus ademanes de chico bueno, su carita de ángel, sus chupetas, sus sonrisas enigmáticas, sus ojos...