Carpe diem

17.9K 1.5K 186
                                    

Así que... escuché por ahí que muchas están averiguando piercings para sus parejas. Ujum... muy bonito, chicas xDD Y bueno, ya saben que es un gusto darles material para que experimenten en casa, sólo vayan con precaución. 

En fin, capítulo para aclarar la mente, espero les guste ^^

Capítulo XII: Carpe diem

Desperdicié al menos quince minutos para regresar a la casa, sólo porque aprovechaba cada oportunidad para detenerme a observar mi boca y, ¿por qué no? para mirar si había alguna respuesta en el móvil. ¿Acaso piensan que el esperar una respuesta es meramente jurisdicción de las mujeres? ¡Por favor! Soy ansioso, me gusta saber las cosas rápido y la verdad es que no aprecio del todo el suspenso. De todos modos no hubo respuesta ni durante el trayecto a casa, ni tampoco mucho tiempo después de eso. Vaya mierda.

Al cruzar la puerta de entrada, me recibió una voz bastante familiar entonando una canción melancólica con la sola compañía de una guitarra desde mi estéreo. Fruncí el ceño, comúnmente no me molestaba que hubiese música inundando cada esquina de la casa, pero ese día mi humor estaba algo golpeado. Literal y no literalmente hablando.

—¿Quieres taparte? —exclamé hacia Tess, quien salía de la cocina en ese momento presumiendo sus medidas cubiertas con nada más que piel. Ella era bastante exhibicionista, así que no era del todo raro verla haciendo toples en el camino de la cocina al recibidor—. Jace está por venir en cualquier momento. —Articulé las palabras lo más lento posible, esperando que no se abriera el corte de mi lengua. Verán, no tengo un particular problema con la sangre pero normalmente me gusta que permanezca dentro de mí.

—Canta conmigo —dijo ella, dando una vuelta sobre sus talones para enfrentarme en toda su desnuda gloria. A veces esta mujer era demasiado obvia para mi gusto, y ambos sabíamos que ese barco ya había abandonado puerto.

Negué, dejando ese gesto como primera advertencia.

—Cúbrete —mascullé apretando los dientes, y sin ánimos de alargar esa discusión. Sobre todo porque alargar cualquier conversación en ese punto, sería poner a prueba la precaria resistencia de mi herida a medio cerrar. Fui hasta la sala pasando por completo de sus movimientos de baile, directo hacia el reproductor con la intención de silenciar de una vez por todas a Ed Sheeran. ¿Qué demonios era esto? De fuera pareceríamos una casa de homosexuales, teniendo a ese pelirrojo sonando en todos los parlantes.

—Canta para mí, Neil —insistió ella, encendiendo el estéreo dos segundos después de que lo apagara. Comenzó a bailar a mis espaldas y prácticamente pude sentir sus pechos presionándose contra mi camisa. La miré por sobre el hombro con censura, para luego inclinarme y tomar un cojín desde uno de los sofás, y estampárselo sobre sus recientes perforaciones. Tess soltó un chillido, empujando mi mano y el cojín lejos de sus sensibles pezones—. ¡No seas imbécil! Sabes que duele.

—No estés caminando por aquí como si estuvieses en una jodida playa nudista, ponte una camiseta o lárgate a tu cuarto. —Les aseguro que no es tan extraño que estuviese declinando la posibilidad de ver una mujer desnuda, gratis. Me gusta el sexo, pero no por eso ando saltando de una cama a otra siempre que se presenta la oportunidad. Además que había visto a Tess desnuda más veces de las que me gustaría admitir y para ser fiel a la verdad, siempre me había gustado lo que veía... o tocaba. Pero ese día, a la mierda con todo, yo tenía otra mujer en mente y no estaba con ánimos de obtener un premio consuelo. Y lo sé, acababa de tener un estupendo polvo con Sussy, pero yo quería más y el hecho de que mi enorme bocota estuviese poniendo esa continuidad en peligro, me ponía de un humor de perros.

—¿Cuál es tu jodido problema? —me lanzó Tess de regreso, cruzándose de brazos de un modo que volvió imposible la tarea de mantener mis ojos en su rostro. Muy bien, pues ella sabía cómo hacerme prestarle atención, estaba más allá de mí negar aquello. Ella vio mi pequeña falla en el sistema de resistencia, porque automáticamente sonrió complacida—. ¿Te gustan como quedaron?

Lista del Padre Perfecto. (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora