El juego de Neil

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Bueno este capítulo salió más rápido de lo habitual, Neil no dejaba de hablarme y hablarme, así que lo tuve que escuchar xD Espero les guste y... am, es el día de la madre acá, así que feliz día para todas las madres! :D Ya saben que tienen que tomarse las dedicatorias como algo completamente ajeno a la historia, así que si aparecen personajes que no conocen, no se alarmen. Sólo son de otras historias, y vienen por pedido especial ¿ok?

Por cierto, sólo voy a decir esto para las personas que lo hacen y quienes no, por favor sigan tranquilos. Este capítulo en alguna parte toca algo relacionado con la religión y como cada vez que alguno de mis personajes dice algo sobre la religión (experiencia en otras historias) tengo que bancarme los comentarios que llegan para cuestionarme tal o cual pensamiento, les voy a decir que no pierdan el tiempo. Lo que leen es ficción, no discutan conmigo sobre las creencias o la falta de ella que demuestren mis personajes, ellos no reflejan mis creencias, mi intención es mostrar el abanico de seres humanos que vive en este mundo. Eso no significa que yo sea nada de lo que ellos defienden o dejen de defender, así que por favor... ¡por favor! No me hagan polémica y esto lo digo tanto para esta historia como para las otras, recuerden que están leyendo ficción.

Capítulo XX: El juego de Neil

Neil

—¡Lucas!

No acabábamos de acomodar el trasero en el asiento, cuando el llamado desde la entrada nos abstrajo a ambos. Él enarcó una ceja hacia Keila, mientras ella avanzaba por el camino de piedras hasta el auto.

—¿Qué?

Rodé los ojos ante esa respuesta, ella realmente debía tener una paciencia de acero para tratar con él y esa forma tan escueta de hacer todo.

—¿A dónde vas con Neil? —Me dio una mirada rápida por encima de la cabeza de Lucas, para luego volver a fijarse en él.

—Al hospital.

—¿Qué le hiciste?

Creo que eso nos tomó por sorpresa a ambos, porque incluso creo haberlo visto respingar ligeramente en su lugar.

—¿Yo? —Sí, sin duda esa acusación también lo había dejado fuera de juego—. Yo no le hice nada.

—Lucas...

—No le hice nada —repitió, pareciendo algo divertido ante la insistencia de Keila. Se giró lo suficiente como para increparme con sus ojos verdes de psicópata, así que supuse que quería que confirmara su palabra o no lo sé, quizá quería que lo ayudara a fraguar una coartada para cuando ya tuviese el trabajo hecho.

—Oh... —Sacudí una mano restándole importancia al asunto—. En realidad me caí por las escaleras, no es tan grave. —Y no lo era, me parecía ridículo tener que ir al médico por ello. Ya sabía el discurso que tenía el médico para mí, y para ser honesto, últimamente había estado haciendo un esfuerzo por escucharlo.

—¿Él te empujó?

—No, él no me empujó. —¿Acaso esto era algo común? ¿Normalmente Lucas empujaba gente por las escaleras en su tiempo libre?

—¿Perdiste sangre? —preguntó ella de súbito, al parecer bastante acostumbrada a discutir posibles atentados contra la vida de alguien.

—Sí, algo. —Le di una fugaz mirada al trapo que me habían amarrado a la pantorrilla, ya estaba pegajoso y comenzaba a dudar si en realidad no tenía diabetes.

Lista del Padre Perfecto. (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora