Estrellita [Countryhumans]

Él y Su Ausencia.

En la historia, una sombra se proyecta,

Partida, huella perfecta.

Su legado resuena, sombra que persiste,

en cada rincón, su grandeza subsiste.

Sirela estaba nerviosa.

¿Cómo no iba a estarlo?

A solo unos metros estaba el hijo de la nación que Sirela admiraba más en todo el mundo: Estados Unidos.

Había perdido la cuenta de las tantas entrevistas que había visto durante toda su vida de la primera potencia, maravillándose de cómo se desenvolvía en público, la elegancia, la sonrisa y la estrella que más brilló hace poco menos de dos décadas. Desde muy pequeña había decidido que Estados Unidos sería esa figura a la cual adoraría, sobre todo cuando le contaron que ese pequeño peluche de oso le fue regalado por la primera potencia cuando ella nació. La emoción de su yo más joven, de una pequeña Sirela al escuchar anécdotas de Estados Unidos, era el pan de cada día.

— ¡Y entonces! — decía su tío México, el mejor para contar esas historias. — ¡Le dio su merecido a los japoneses!

Sirela, de 7 años, aplaudió emocionada. Aunque hubiera escuchado esa historia miles de veces, se emocionaba al escuchar cómo Estados Unidos había detenido a esos malvados japoneses. Los métodos de dos bombas atómicas podrían cuestionarse, y las pérdidas civiles eran lamentables, pero siendo una niña, no estaba para esos dilemas morales.

Irónicamente, pensaron muchos en ese momento, considerando que Venezuela y Siria, sus padres, nunca se llevaron bien con Estados Unidos.

A Sirela no le importó.

Pegada a un televisor, abrazando el peluche que llamó Sam en honor al mismísimo Tío Sam, observaba todos esos discursos o declaraciones de la primera potencia. Venezuela ni Siria pudieron quitarle esa idea de la cabeza, tal vez pensando que sería una etapa, pero Sirela siempre había soñado con conocer a Estados Unidos, ver esa estrella, verlo de frente, ver qué tan brillante podía ser, observar a ese gran sol en todo su esplendor y maravillarse con ese hermoso brillo.