Estrellita [Countryhumans]

Él y El Miedo.

Tal vez...

Él había sido mucho para este mundo.

Estados Unidos era caótico.

China sabía mejor que nadie que Estados Unidos era alguien que no conocía la palabra miedo; la primera potencia nunca retrocedía, nunca dudaba. La mirada de determinación de esa nación no tenía comparación. Se paraba delante de quien fuera, con una sonrisa que brillaba más que una llama de fuego, más que una estrella, más que una luz en medio de la oscuridad y una actitud desafiante, retando a cualquiera, a menudo a China, a que le quitara la corona de líder.

China no pudo quitarle esa corona.

Siempre veía a la primera potencia involucrada en peleas, ya sea directa o indirectamente. Aunque estuviera herido, con sangre en su rostro y moratones, Estados Unidos seguía sonriendo como un narcisista, burlándose de los demás que no podían igualar su nivel, estando más allá de la compresión de los que estaban a su alrededor, ese era Estados Unidos, una estrella brillante que nadie podía alcanzar.

― No aguantas nada, chino come perros. ― China lo veía, la gran estrella burlándose de él, con ese fuego de determinación en su mirada.

Estados Unidos nunca había tenido miedo, nunca retrocedía y siempre se enfrentaba a todo como un superhéroe. A pesar de sus acciones cuestionables, le gustaba presumir que era un héroe que llevaba la paz y la libertad al mundo. Esa era la primera potencia.

― Idiota... ― Murmuró China, limpiándose la cara luego de una de las tantas peleas que tenían.

Estados Unidos estaba parado, sonriendo, había ganado, sacándole la lengua de forma inmadura a China y riendo, una risa estruendosa, vibrante y brillante. Una sonrisa que China tenía que admitir que era tan irritante que había querido borrarla a golpes, pero Estados Unidos siempre tenía esa sonrisa ganadora sin importar absolutamente nada. 

Aunque...

Había momentos, donde no eran las dos representaciones de sus países las que se odiaban. Había momentos, momentos donde ambos estaban tranquilos conversando, donde ninguno de los dos parecían adversarios que se odiaban a muerte y se quería matar a golpes. Momentos donde podían compartir todos esos problemas, toda esa presión que el mundo ejercía sobre ellos, momentos donde parecían dos amigos. Momentos donde China apreciaba esas pequeñas conversaciones que eran insignificantes en comparación con las grandes reuniones.