Él y Uzbekistán. [2/2]

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Estaba perdido

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Estaba perdido.

Tenía mucho miedo.

Uzbekistán se encontraba en una situación desesperada, atrapado en las garras de Al Qaeda e ISIS. Estos dos grupos extremistas habían tejido una red de intriga y violencia a su alrededor, acorralándolo sin piedad. No sabía exactamente qué podían querer esos dos con él. En realidad, no tenía nada que ofrecer. No era una potencia, no había nada que tuviera que le pudiera interesar a los dos grupos terroristas más peligrosos del mundo.

El edificio en el que estaban era oscuro y opresivo, sus muros fríos resonando con ecos de miedo que se habían desatado minutos antes. Las sombras danzaban en las paredes, reflejando el terror en el que se encontraba sumido Uzbekistán. Cada paso resonaba en los pasillos como un eco de sus propios latidos, que retumbaban con fuerza en su pecho. La penumbra que los envolvía parecía susurrarle al oído, alimentando sus temores más profundos.

¿Qué es lo que quieren de mí? — Susurró Uzbekistán con temor, sintiendo el peso de la opresión que lo rodeaba. No había forma de escape; esos malditos tenían armas que podían usar contra él en cualquier momento.

Al Qaeda, con su semblante sombrío y calculador, observaba a Uzbekistán con una mezcla de desdén y repulsión. Sus ojos, oscuros y penetrantes, parecían perforar el alma de Uzbekistán, llenándolo de una sensación de indefensión absoluta.

¿De ti? Nada. — Respondió, su voz resonando con un tono amenazador que helaba la sangre de Uzbekistán. Las palabras de Al Qaeda eran como puñales afilados, cortando cualquier esperanza de comprensión o negociación. — ¿Qué vamos a querer de alguien tan insignificante?

ISIS, con su presencia imponente y sus gestos bruscos, se acercó con una mirada penetrante, y con un movimiento rápido, sacó una arma y la apuntó directamente a la cabeza de Uzbekistán. Este notó la gran herida que ISIS tenía en su costado, pero se quedó callado; era mejor analizar la situación, y luego, tal vez, podría escapar de las garras de esos dos locos.

Vamos por tu maldito sobrino. —Añadió Al Qaeda, su tono de voz dejando claro que no habría lugar para la negociación ni la clemencia. Cada palabra parecía reverberar en el aire, cargada de una amenaza palpable.

Estrellita [Countryhumans]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora