Estrellita [Countryhumans]

Él y Su Mundo.

Este mundo.

Cruel y misterioso.

Hermoso y asombroso.

Vale la pena protegerlo.

Rusame estaba molesto.

Estados Unidos conocía muy bien a su hijo para saberlo. No había tomado la noticia del regreso al mundo público como a Estados Unidos le hubiera gustado. Podía ver a su hijo fruncir el ceño cuando la ONU le hablaba sobre la reunión en la que volvería; podía verlo desviar la mirada enojado cuando le hablaba sobre el mundo; podía ver esa misma cara que hacía Rusia cuando no le gustaba algo, y eso era su karma. Incluso quiso reír por la ironía al ver cómo su hijo podía poner la misma cara de la URSS cuando se enojaba; eso debía ser una especie de karma.

Su hijo estaba molesto, y Estados Unidos lo sabía.

Así que decidió que harían la cosa favorita de Rusame en este mundo: ir al supermercado.

Desde la tierna edad de cinco años, a su hijo le encantaba cuando ambos tenían que ir al supermercado a hacer la despensa. Había hecho todo un berrinche a los trece años cuando Washington sugirió que alguien más podía ir al supermercado, que no era necesario que ellos fueran, y ese día Estados Unidos estaba seguro de que su hijo creía que era el fin del mundo. Rusame estuvo molesto con Washington y, desde entonces, nadie se atrevió a decirle a su heredero que esa tarea podía ser reemplazada; religiosamente, ambos iban al supermercado cada cierto tiempo.

Rusame podía estar molesto o Estados Unidos ocupado, pero siempre iban los dos.

Así que Estados Unidos imaginó que cuando mencionó a Rusame que ya era momento de ir al supermercado, su hijo no demoró en saltar al asiento del copiloto. Automáticamente, como si encendiera un botón en la conciencia de su hijo que lo hizo no cuestionarse las intenciones de su progenitor, ni las segundas intenciones. Ni siquiera pensó que no era momento de hacer despensa; solo asintió distraídamente mientras seguía viendo "Casa del Dragón" en la televisión.

— Podemos comprar ingredientes para hacer el pastel que tanto te gusta — Sugirió Estados Unidos con una sonrisa suave.

Rusame lo miró unos momentos y asintió en silencio.