Estrellita [Countryhumans]

Él y Una Respuesta.

Este ser...

Que las estrellas y el invierno habían traído al mundo.

Estados Unidos había sido una constante en la vida de Arabir.

Como la interrogante que siempre estaba en aquel problema de matemáticas que los ojos verdes de Arabir miraban, esa maldita x que tanto le sacaba frustración, aquella pregunta que no tenía respuesta en el examen, esa palabra la cual el diccionario no tenía y carecía de un significado, esa grieta en la pared que llevaba años ahí sin ser reparada. De alguna manera, se había acostumbrado a que la figura de Estados Unidos fuera un misterio, lo conocía, lo conocía tan bien y al mismo tiempo era un enigma para el heredero del mundo árabe.

Arabir nunca lo había conocido en persona, pero su presencia era un eco constante a su alrededor, una ausencia que se percibía en cada momento. ¿Cómo no iba a conocerlo? Era la primera potencia, siempre dejaba un rastro visible.

Desde pequeño, Arabir había escuchado a sus padres hablar de Estados Unidos con una mezcla de irritación y respeto. Su padre, Arabia Saudita, solía comentar con desdén sobre las intervenciones y políticas del americano, mientras que su madre, Irán, estallaba en gritos al mencionarlo, su furia se desataba con cada palabra, eran enemigos por lo que había estudiado y escuchado. Estados Unidos era un tema recurrente en las conversaciones familiares, una presencia permanente que influía en todos los aspectos de su vida, desde sus tíos, hasta escuchar el nombre de su país, el heredero del mundo árabe.

Arabir se encontraba a menudo preguntándose cómo sería conocer a esa misteriosa estrella que todos parecían conocer tan bien y al mismo tiempo había sido un enigma, es un recuerdo que tiene desde muy niño estar espiando junto a sus amigos herederos a Washington. Recuerda bien esos momentos dónde observan integrados las ciudades de Estados Unidos, confundidos, ¿Dónde estaba aquella estrella que brillaba incluso cuando era de día?, ellos no lo sabían, y con tiempo eso fue la realidad.

Washington le sonreía y les daba dulces. Cómo un abuelito, así empezaron a llamarlo entre los herederos. Esa dulce capital que les sonreía y les decía que eran adorables.