Capitulo 34.

204 22 41
                                    

"The End Of The World".

Parte I.

–Ya te dije que lo haré pero no así, tomemos una copa antes–Sugirió–Por favor–Susurro sin poder mantenerle la mirada.

–No me gusta perder el tiempo–Negó.

Esperaba que aceptara ya que si no lo hacía no había vuelta atrás, las fuerzas se le estaban acabando.

–No hay prisa, Alex...vamos–Bufo levantándose de ella, Adele se sentó en otro de los sofás más grandes frente a una pequeña mesa redonda.

Se dirigió al mini bar que se encontraba en una esquina del salón, tomó dos copas sirviendo vino en ellas.
La rubia metió una de sus manos a su abrigo sintiendo el frasco de gotas que le había dado Diego, necesitaba distraerlo de alguna forma.

–Perdón–Derramó el líquido de la copa–Lo siendo lo siento–Intento limpiarlo

–¿Que demonios te pasa? ¡Hiciste un desastre!

–Estoy nerviosa, perdón. ¿Podrías servirme una nueva? Aunque preferiría que fuese vino tinto.

–¿Tengo de otra?–Le entregó una servilleta–Mientras lo hago limpia eso–Asintió

–Ayúdame por favor–Dijo para si misma.

Vacío el gotero con las indicadas, no más de las necesarias. Lo guardo nuevamente y simulo estar limpiando cuando se dio la vuelta.

–Toma–La tomó–Esta vez ten más cuidado.

–Gracias.

Narra Adele.

Esperaba ansiosa que hiciera efecto rápido, gracias a dios se la acabo de un trago.

–Ya espere bastante–Me arrebató la copa que estaba a medias–Antes eras una jovencita–Sus manos recorrían mis piernas y mis lágrimas eran inevitables–Ahora que eres toda una mujer supongo que has aprendido mucho, Delly.

Deseaba que esto terminara porque honestamente no se cuanto más podré aguantar.

–Tan bonita, tan exigente, exitosa y a la vez tan insuficiente, poca cosa y aburrida tanto que tú esposo tuvo que buscarse a otra ¿Que se siente darlo todo y no recibir ni las migajas?–Me recostó quedando sobre mi, sus manos llegaron a mi vientre acariciando sobre la blusa–Hasta para tu madre eres un estorbo.

Fueron los diez minutos más largos de mi vida, a cada asquerosa caricia su cuerpo se sentía más pesado de lo normal. Sus ojos se cerraban involuntariamente, bostezo algunas veces y se dejó caer sobre mi pecho. Lo empuje hasta ponerme de pie, me acerque moviéndolo cerciorándome de que había funcionado, y en efecto estaba profundamente dormido.

Salí despavorida de ahí no sin antes recoger su celular, fue fácil encontrar su estudio puesto que la puerta estaba entreabierta.
Busque entre los cajones y había varias carpetas con distintos nombres incluyendo el mío, la abrí encontrándome con fotos y una USB. La curiosidad me ganó abriendo las demás, Alex era un maldito enfermo. Las guarde todas en mi bolso junto a su computadora.

Antes de salir subí la mirada, una cámara de seguridad apuntaba a mi dirección.

–¡Idiota!–Le pare el dedo medio.

–¿Se va, señorita?–La mujer de servicio que me recibió se interpuso.

–Si, solo venía por unos papeles–Apreté el bolso a mi–Buenas noches–Me fui sin esperar respuesta.

The End?. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora