The End?.

Capitulo 50-II.

Parte 2/3.

Reencuentros inesperados.

Una semana después

–¿Como te sientes abuela?–Angelo la abrazo por la espalda dándole besos en la mejilla y su respuesta fue una sonrisa.

Ella estaba en casa, temía dejarla sola y parecía ser que su cambio era sincero.
Aún me dolía verla así, decaída y llorando gran parte del tiempo aunque intentaba esconderlo era evidente.

–Buenos días señora Penny–Ellie la saludó desde lejos. Se sentó en la mesa a lado de Simón que aún no bajaba.

–Hola Ellie–Sonrió nuevamente–Dime solo Penny ¿Ok?.

–Está bien. Buenos días Delly ¿Te ayudo a servir?–Negué.

–Helen acaba de llegar, tranquila Lié.

–¿Papá desayunará con nosotros?–Cuestiono.

–Supongo que no tarda en bajar.

La verdad es que los últimos días era incierto, la mayoría de las veces Simon esperaba a que mamá subiera a su habitación para bajar e irse, no estaba contento con el hecho de que ella estuviese aquí y fue otra guerra entre nosotros.

(...)

–Vendrás a casa conmigo en lo que te recuperas, yo te cuidaré.

–Eso si que no Adele, perdóname que te lo diga y que me ponga a la defensiva pero no quisiera toparme con tu suegra–Negó–Voy a querer partirle la cara y no creo que eso sea buena opción además que dudo que Simon este de acuerdo.

–Rose ya no vive con nosotros–Hizo un gesto de confusión–Cuando Simón y yo recién nos divorciamos el compro la casa de a lado para estar cerca de Angelo y su mama está ahí ahora.

–De igual forma no creo que Simon lo acepté–Reí–No quiero invadir su privacidad.

–Viví casi quince años bajo el mismo techo que su madre, me hizo la vida imposible y créeme que esto no es nada–Bromeé.

–Está bien–Acepto–Pero solo unos días.

–Trato hecho, mamá.

Tome una de las maletas que guardaba en su enorme closet, metí bastante ropa y lo necesario para su estadía.

–¿Eso es todo?–Asintió–Si te falta algo me dices y vendremos ¿De acuerdo?.

La lluvia golpeaba con fuerza los vidrios de la camioneta, maneje con precaución hacia mi casa y al llegar la ayude a entrar.

–¿Estas bien, hija?–Sintió el temblor en mis manos.

–Si–Le sonreí–Siéntate–La guié hasta uno de los sofás y ella solo atinó a visualizar cada detalle de la casa.
Pocas veces había venido y a pocas me refiero quizás algunas dos veces hace bastante años.

–No recordaba lo hermosa que es tu casa y el buen gusto que tienes–Menciono–¡Oh por dios!–Se emociono al ver correr a Sally hacia ella con desesperación–¿De quien es esta belleza?