Capitulo 38.

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Narra Adele.

Mi celular comenzó a sonar interrumpiendo la plática tan "Amena" con el mismo hombre que me había propuesto sacar de sus casillas en el aeropuerto. El mismo que escanee por completo tan descaradamente sin pensar que volvería a cruzármelo y de que manera.

Tenía una imagen de mi muy errónea pero no iba a demostrar lo contrario. Insolente.

–¿Llegaste bien?–Pregunto con una voz suave, parecía en realidad estar intentando cambiar–¿Llegaron bien?

–Si, han pasado por nosotros–Baje la mirada a mi mano observando el anillo, lo quite disimuladamente guardándolo en mi bolso.

–Me hubiese gustado acompañarte, esperare ansioso para darte tu obsequio de navidad. Te encantará–Dijo entusiasmado

Mire al retrovisor, me encontré con sus profundos ojos azules y su rostro con una expresión burlesca.

No me emocionaba en absoluto los regalos de Simón, dudaba que su regalo fuera algo distinto a los años anteriores.
Joyas, boletos para un viaje al que jamás íbamos y quedaban arrumbados en un cajón, flores, cenas o algún utensilio para la casa.

–¿Sigues ahí?–Cuestiono

–Si.

–¿Cuando regresas?

–Después de Año Nuevo–Mi padre subió a la camioneta con dificultad para después saludar con un gran abrazo al hombre que ni su nombre recordaba.

–Pensé que lo pasarías con nosotros–Carraspeó su garganta

–Pensaste mal, aprovecha el tiempo con los niños. Debo colgarte.

–¿Llamaras?

–Intentaré–Colgué soltando el aire retenido.

Todos los años eran igual o peor, la noche comenzaba tranquila y después nos íbamos a dormir molestos por una u otra razón. Al siguiente día fingíamos que nada pasaba al ver la felicidad de nuestro hijo abriendo regalos.

Pensaba que al tener la casa de nuestros sueños podíamos inundarla de amor, era tan joven que era difícil saber que me sentiría tan perdida ahora como en ese entonces.
Tal vez Simón tiene razón y siempre hago un lío con todo, la culpa es mía.

Se que para ser amada y amar al máximo significa perder todo sin lo que no puedo vivir. Y si, elegí perder aunque eso lo llamen como un sacrificio a mi vida.

Aunque eso sea vivir en una mentira, lo intentaré. Esta vez me quedaré quieta y dejará que pase la tormenta.

–¿Como van las cosas en Londres, señor Evans?–Me recargue en el asiento incómodo cerrando los ojos.

–Bastante bien, estas fechas son muy ajetreadas en el casino.

–¿Trabajas en un casino, papá?–Giro su rostro mirándome con una sonrisa

–Si, soy gerente del mejor casino de Londres. Olvide mencionarlo, cariño.

–¿Es su padre y no sabía dónde trabaja?–Rio irónicamente

–¿Es muy de usted meterse en conversaciones ajenas?

–¿Se conocen?

–Desgraciadamente si, papá. Tuvimos un percance en el aeropuerto hace semanas.

–Nada relevante, ni si quiera lo recordaba.

Mi papá negó sonriendo, me moleste aún más por que en realidad no había gracia en la conversación.

The End?. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora