*Evelyn*
Por mucho que pase el tiempo no consigo olvidar ese día. Ya han pasado casi 6 meses desde mi accidente y se que nada a vuelto a ser como era antes. Los médicos dijeron que fué un milagro que me salvara sin ninguna herida, pero ellos no saben toda la verdad.Todavía recuerdo lo que pasó con asombro y temor. Aquella explosión pudo haber provocado una tragedia mucho más grande. Muchos creen que fué cosa de suerte que el fuego no se propagara, pero yo se lo que vi. Las llamas saltaron con aquel estallido, parecía como si todo se hubiera convertido en un infierno de fuego, muchas incluso pudieron haber alcanzado al enmascarado, pero por suerte yo estaba allí.
Recuerdo como sentí el fuego siendo atraido hacia mi, como una fuerza invisible que nadie puede ver y que solo yo pudiera controlar. Pude evitar que las llamas provocaran una cadena de explosiones aún mayor, incluso pude evitar que hirieran a mi salvador. Notaba como el fuego me envolvía sin hacerme daño, era como si él y yo de alguna forma estuvieramos conectados, como si una fuerte conexión vital me tuviera unida a él, es algo muy difícil de describir. No debo decirle esto a nadie, no se en quien puedo confiar, pero desde entonces, no he dejado de ponerme a prueba.
El autobus me dejó en la parada y empecé a caminar hacia mi casa. Mientras caminaba sentí la mano de alguien que me agarraba la mochila.
-Evelyn, espera, madre mía que ritmo más acelerado que llevas.
Era Sonia, acababa de bajar del bus.
-Ah, Hola, no me había dado cuenta de que me seguías, estaba pensando en mis cosas.
-Ya..., bueno solo quería preguntarte si esta tarde tenías algo que hacer, por si te apetecía que quedaramos para hacer algo.
-Esta tarde no puedo Sonia, lo siento, tengo..., tengo cosas que hacer.
-Llevas un tiempo que ya casi nunca quedamos -Me replicó- te pasas las tardes ocupada y no me dices ni que haces.
-Sonia, oye, yo lo siento, de verdad, pero tengo que solucionar unas cuantas cosas.
-No te preocupes, no volveré a molestarte, ya sabes donde tienes una amiga cuando dejes de estar tan rara.Vi como se marchaba en dirección contraria sin decir nada más. ¿Será verdad?, ¿seré yo la que está rara?.
Llegué a mi casa y no había nadie. Mi madre me dejó una nota en la nevera, había salido a resolver un problema que tenía pendiente. Ultimamente se ausentaba mucho de casa, es duro no tener un padre que te reciva al menos cuando llegas después de las clases, pero bueno, al menos así tendré tiempo para seguir mi entrenamiento sin tener que dar explicaciones.
Terminé de comer y me dirigí a la calle. Tenía todo preparado y listo en mi mochila, ya solo me faltaba ir a mi lugar secreto para empezar mi entrenamiento. Mientras caminaba por la calle vi a Víctor a lo lejos que se alejaba con Dilan. Ultimamente estaban muy raros esos dos, no sabía si podía contarle todavía a ellos lo que me pasaba, no debo confiar en nadie por el momento.
Me acerqué a la parte trasera del antiguo colegio, y me colé por la parte de atrás. Había una antigua sala de gimnasia, el sitio perfecto para mí. Preparé todo lo necesario y me puse en posición.
Había puesto un mechero encendido en una esquina de la habitación, quería empezar por algo fácil. Extendí la mano y me concentré todo lo que pude. La ligera llama poco a poco fué moviendose como si una ligera brisa la estuviera sacudiendo. De pronto se esfumó y automaticamente apareció en la palma de mi mano.
La notaba ligera entre mis dedos, era cálida, pero no llegaba a hacerme daño alguno, sentía como el fuego se iba propagando hasta tener toda mi mano envuelta en llamas.
*Bien, ahora yo tengo el control*
Cerré los ojos y traté de concentrarme más aún. Logré lanzar pequeñas rafagas de fuego por toda la sala encendiendo una a una algunas de las velas que había colocado en lugares estratégicos. Dos de ellas fallaron y por desgracia derretí la vela.
Todavía tengo que entrenar más. Si en tan poco tiempo había logrado encender unas simples velas quien sabe que lograría hacer con mucha más práctica. También estaba interesada en descubrír el por qué de mis poderes. Tantas preguntas y tan bien guardadas...
Cerré la palma de mi mano y la llama se consumió.
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H de Justicia (Editando)
Teen FictionVíctor es como cualquier adolescente normal. Tiene su cuarto desordenado, pasa la mayor parte del tiempo con los videojuegos, se acuesta tarde hablando con sus amigos y esta locamente enamorado de una chica. Pero su vida dará un giro inesperado cuan...