4 El Cuarto de Juegos

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Lo sigo y subimos por las escaleras al cuarto piso y nos detenemos en frente de una habitación que tiene dos grandes puertas. 

Él pone la palma de su mano en un detector de huella, que está sobre la pared, las puertas se abren. Al entrar las luces se encienden solas, se escucha una voz.                   

 —Bienvenido, joven Ignacio.

Parece la voz de una computadora, al entrar hay mesas de billar y de videojuegos.

—Este es uno de mis lugares favoritos —habla con una pequeña sonrisa.

Entro sorprendida porque nunca había visto algo así.

—¡Wow! —exclamo, con la boca abierta.

—También tengo una sala de cines aquí adentro, ¿quieres ver películas?

—¡No! ¿¡En serio tienes una sala de cines aquí!? —exclamo.

—Sí, quieres verla ¿O prefieres jugar videojuegos? —propone como si fuera lo más normal del mundo. Yo no sé qué decir es que todavía estoy impresionada. 

—¡¡Camilaaa, Camilaaa!! —Escucho una voz en el pasillo.

—Es mi mamá, debo irme, joven. —Salgo de la habitación sin pensarlo mucho.

—¿Dónde estabas? —pregunta, molesta.

Cuando llegamos a la habitación mamá no paraba de regañarme.

—¿Qué estabas haciendo? —Su semblante luce serio —. Me dijeron que estás tocando el piano para el joven Ignacio. ¿Por qué no me lo dijiste?

—Es que pensé que te podías molestar, mami.

—Camila, escucha bien no me gusta que estés cerca de ese joven, él tiene fama de ser un niño malcriado, además trata muy mal a los empleados. Todos se quejan de él.

—Mamá, él no es tan malo, tiene un lado bueno.

—¡¿Lado bueno?! —exclama molesta
—. Escúchame bien Camila Orellano, mientras vivamos en esta casa... no te quiero ver cerca de ese joven —ordena.

—Él no es tan malo, me presta su piano para practicar. Mamá, yo necesito ir ensayando sabes muy bien que quiero convertirme en una gran pianista como mi papá. —Lágrimas comienzan a correr por mis mejillas —, y así poder tener dinero para que tú no trabajes de empleada en esta mansión.

—Camila, mi niña. —Mami tiene sus ojos cristalizados y me abraza con lágrimas en su rostro dice:

—Hija, perdóname por no poder darte la estabilidad que teníamos cuando vivía tu padre.

—Mamá, solo déjame practicar en el piano apóyame, es mi sueño ser una pianista. Sabes que papá también quería eso para mí. —Se limpia sus lágrimas.

—Puedes practicar, pero recuerda una cosa... tú y ese niño son diferentes nunca debes poner tus ojos en él como algo más.

—Está bien, mami. —La abrazo y sonrió entre mis lágrimas.

Han pasado varios días, he ido a tocar el piano, pero no he visto al joven Ignacio... Aunque quiero contarle que mi cumpleaños será en unos días y que mi mama me va a hacer un pastel y que si él quiere puede venir.

Pero él, ¿por qué va a querer ir, si ni siquiera somos amigos?

Quisiera saber por qué él no ha venido estos días.

Hoy fui a tocar el piano y resulta que tampoco está. Decidí irme porque tengo tareas que hacer.

—¡¡No volveré a Francia presidenta, me gusta estar aquí!! —grita mientras va entrando a la sala —. Hablamos en otro momento, estoy ocupado. —Cuelga su móvil, está molesto. Su mirada está otra vez tan helada como la primera vez que lo vi desde la ventana.

Eres Mia (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora