14 La realidad

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—Quedamos en que te ibas a alejar de ella, Ignacio —reclama Bradley serio.

—¡Eres un maldito desgraciado, si le haces daño a Camila te la vas a ver conmigo! —exclama el de ojos verdes molesto.

—¿Qué?, ¿todavía no superas que Camila me eligió a mí y no a ti? —le respondo fríamente. Eliot se levanta y me mira con una profunda molestia.

—Yo ahora veo a Camila solo como una hermana —aclaro afincando las palmas de sus manos sobre la mesa.

—Basta —protesta Bradley levantándose mirando a Eliot y luego a dónde estoy yo.

—Pensé que habían dejado en el pasado ese triángulo amoroso, que desde niño tenían por Camila.

El de ojos verdes, se sienta, aunque todavía está enfadado. Bradley sigue de pie y continúa hablando.

—Nunca me he metido en tus relaciones, Ignacio, pero como amigos que somos. Te lo digo, deja en paz a Camila ella es como una hermana para mí también. No quiero que la lastimes, ella no será otra más de tus víctimas —expresa serio.

—Quiero que la deje en paz, maldito desgraciado y no porque me guste yo solo la veo con mi hermana menor.

—¡Ustedes, dicen ser mis amigos, pero nunca han apoyado que ella y yo estemos juntos! A pesar de que saben muy bien lo que siento por ella —le respondo cabreado.

El de ojos verdes ahora luce más calmado... Bradley se sienta.

—Porque una relación entre ustedes no tendrá un final feliz. No terminará bien y lo sabes —afirma mi otro amigo más tranquilo.

—Tú madre nunca la va aceptar porque ella es hija de unaaa...

—¿De una sirvienta? —termino la frase fríamente antes que Bradley.

—Seamos sinceros, eres él heredero del imperio empresarial Besnier. Muy pronto anunciarán tu compromiso con Carlota Laurent. Tan solo has pensado lo mal que se va a sentir ella cuando se entere —comenta él de ojos azules.

—Pero yo no quiero ese maldito... Compromiso —hago énfasis en la palabra compromiso.

—Pero tienes que aceptarlo, hay un dicho que dice: «Para ser él rey tienes que soportar el peso de la corona». No la ilusiones, si sabes muy bien que no le puedes corresponder como ella se lo merece —menciona Eliot en tono relajado.

—Ohhh, ¿estás dispuesto a renunciar a tu cuenta bancaria y a todo lo que tienes por ella? Porque ya sabes que tú madre lo más seguro te deje sin nada por esto —interroga Bradley.

—En esta vida no se puede tener todo sin pagar un alto precio. Yo para heredar la fortuna de mi padre también tengo que dejar lo que más amo —expresa el de ojos verdes con sarcasmo.

—¿Hay algo que tú ames más que a ti, egocéntrico? —pregunta Bradley.

—Sí, claro, mi adorada soltería —bromea con una pequeña sonrisa.

—No estoy de humor para tus chiste, Eliot —replico cabreado.

—Camila está enamorado de ti desde que eran unos niños, déjala en paz. Aléjate de ella, no la ilusiones, Ignacio —insiste el de ojos azules.

—Saben ya esta conversación me aburrió, mejor me largo —les digo molesto me levanto. Ellos no dicen nada, solo me miran como si les doliera mi situación. 
...

Bradley siempre habla de manera racional y amable, es él más pacífico de nosotros. Mientras que Eliot a todo le saca un chiste.

Estoy en mi habitación, salgo al balcón. El ambiente de la tarde es frío y el cielo está de un azul o oscuro, casi no se ven las nubes blancas, parece que va a llover. Miro mi reloj son las tres.
Me coloco un mono deportivo negro, una camiseta verde y mis tenis, porque en un rato voy a entrenar.

Eliot y yo a veces peleamos y eso que tenemos tanto en común nos gusta el fútbol, la misma música y hasta las mismas chicas. Porque a antes él le gustaba Barbie. Pero ella me escogió a mí, hubo un tiempo en el que estuvo tragado por la pecosa, aunque ella lo rechazó.

Reviso mi móvil, Camila me llamó varias veces hoy, dejó varios mensajes y no le voy a responder.
No la quiero lastimar, pero la verdad es que la extraño no existe un día en que no piense en ella. Y si a eso le sumo todo el sermón que me dieron Eliot y Bradley creo que lo mejor es alejarme.

«Barbie también llamó, pero a ella menos le voy responder voy a cortar con ella mañana cuando la vea es que es muy controladora, celosa, superficial y ya me aburrí de eso».

Abandono la habitación, voy al segundo piso donde está el gimnasio, en donde entreno.

Camila

Subo a buscar a Ignacio, hice las galletas francesas que tanto le gustan se llaman macarons en otros sitios le dicen macarrones y la hice con Stevia.
Él no ha contestado mis mensajes ni mis llamadas, a pesar de que pasamos un lindo rato anoche en la piscina eso me duele. Pero más me duele estar lejos de él, lo miro, viene bajando las escaleras, por como viste seguro va a entrenar, esa camiseta verde resalta sus hermosos ojos y deja ver esos tatuajes que decoran los músculos en sus brazos, subo a su encuentro.

—¡Hola, Ignacio! —exclamo con alegría coloco la caja detrás de mí para que sea sorpresa y me observa frunciendo el ceño.

—¿Por qué cargas todavía tu uniforme de preparatoria? Si se supone que los jueves y viernes ves clase hasta medio día —interroga serio mirándome de arriba abajo.

A él francés nunca le ha gustado mi falda de la preparatoria, siempre se queja de que es muy corta.

—Es que no me había dado tiempo de cambiarme. Cuando llegué me puse a hacerte, los macarons franceses que tanto te gustan y libres de azúcar.

Le entrego una caja blanca pequeña decorada con un lazo azul. Me da una linda sonrisa, mientras, la toma en sus manos y la levanta a la altura de su cara.

—¡Gracias, pecosa! —Mira su reloj —. Son casi las cuatro, dime algo, ¿almorzaste? —pregunta preocupado.

—No, pero ya me voy a eso, que pase una feliz tarde.

—Espera. —Me toma de mi brazo con suavidad y saca de su bolsillo un pañuelo y me limpia la frente. También limpian mi blusa porque ahí tenía harina.

—Tú, ¿estabas haciendo macarons o bañándote en la harina? —Tiene una pequeña sonrisa.

Ahora su rostro es serio.

—La próxima vez que quieras hacer algo para mí, primero almuerza. No me gusta que comas tan tarde, también anda a quitarte el uniforme, sabes que esa falda te queda muy corta.

Asiento, vuelve a sonreír y pasa su mano por la coronilla de mi cabeza, algo que siempre hacia desde que éramos niños... acariciar mi cabeza. 

Quiero hacerles una preguntas. ¿Qué piensas de lo de anoche? ¿Por qué no contesto mis mensajes o llamada hoy?, pero no debo.

—Ignacio, ¿lo de anoche en la piscina? —me interrumpe deja de sonreír y quita su mano de mi cabeza.

—Me disculpo, eso no volverá a pasar, no quiero que te haga ilusiones conmigo. Porque yo no nunca te voy a corresponder, pecosa —habló en un tono tan frío y esas palabras se convierten en un puñal para mí corazón, mis ojos se cristalizan.

—¿Estás seguro de lo que está diciendo? —le pregunto con una tristeza y un dolor en mi voz qué desearía ocultar.

—Completamente —asegura con su tono de voz helado y su cara seria.

—Entiendo. —Le doy una pequeña sonrisa fingida.

Se voltea y se va lo observo, trato de contener mis lágrimas y camino hacia mi habitación. Con mi corazón roto y la dignidad por el piso mendigando amor:
Como hace seis meses cuando...

Autora: STEFILM

Eres Mia (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora