28 El Pasado

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Ignacio

Estoy en mi habitación, Camila se fue a la de ella. Ya me di una ducha, me lave los dientes, me coloque un pijama negro de seda. Me acabo de acostar y me cubrí con mis cobijas. Mi habitación es grande y de color blanco. Hay un estante donde están algunos libros, un escritorio con una silla giratoria donde tengo mi laptop y hago mis tareas de la universidad. La tina y el sanitario es de color grisáceo, tengo un vestidor, muebles de tapicería gris que combina con la alfombra del mismo color, que cubre todo el suelo, las panorámicas con unas cortinas blanca, es una decoración sencilla, pero acogedora.

Mi madre es la asesina de mi padre y eso fue algo que me lastimo, tanto que antes tenía pesadillas con esa horrible noche de invierno.

Recuerdo

Papa fue operado de la cabeza. La operación fue un éxito. Después de varios días en la clínica le dieron de alta, cuando vieron una mejoría.
Él estaba guardando reposo en su habitación, en esos días siempre iba a su dormitorio y me acostaba con él, me gustaba mirarlo. Es que él casi nunca estaba en la mansión, siempre estaba trabajando.

—Hijo, ¿no te aburres de estar aquí encerrado conmigo?

—¡No, papi! —le respondí, con una sonrisa.

Mi espalda descansaba en el espaldar de la cama y estaba jugando con mi consola de videojuegos.

—Te llevaré de vacaciones cuando me recupere.

—¡Sí, papi! —exclamé con una sonrisa. Mi padre y yo siempre nos íbamos de vacaciones dos veces al año.

A pesar de que él trabajaba demasiado siempre sacaba tiempo para mí, incluso cuándo llegaba de su trabajo jugaba conmigo. Una vez me dijo, que cuando era un niño duraba meses sin ver a mi abuelo porque él trabajaba mucho y que a veces eso lo deprimía. Cuando creció dijo que si tenía hijos siempre sacaría tiempo para estar con ellos.

Y lo hacia siempre saco tiempo para mí.

—¿Podemos ir a un safari en África?

—Sí, te llevaré a ver los animales por una semana y una semana iremos a nuestra isla privada.

—¡Sííí! —Lo abracé sonriendo.

Un rato, después bajé a la cocina por unos dulces. Y me arrepentí de haberlo dejado solo ese día. Porque cuando regresaba comiendo los dulces que me hizo la señora Ofelia. Observe desde la sala a mi padre y a mi madre estaban discutiendo arriba en la escalera, se gritaban. Algo que era normal entre ellos porque ni siquiera dormían juntos. Estuvieron forcejeando y mi madre empujó a mi padre por las escaleras.

—¡¡Papá!! —grité al verlo rodar por las escaleras.

Corrí adonde él estaba y me arrodille ante él... Llevaba su vendaje blanco de la cirugía en la cabeza, colocaba la mano sobre su corazón... Su piel poco a poco lucían más pálida, sus labios perdían el color.

—Papá, no te mueras —le supliqué llorando.

Corrí a tomar el teléfono que estaba en una de las mesas, cerca de los muebles para llamar a emergencias.
Pero mi madre me quitó el teléfono.

—No, llamarás a nadie. —La miré en su cara, solo tiene molestia y frialdad.

—Mamá, pero mi papá necesita ayuda. —Lágrimas corrieron por mi cara —. Mamá, dame el teléfono —le pedía llorando, ella movió la cabeza de un lado a otro en señal de que no lo haría.

Eres Mia (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora