34 La Élite de la Excelencia

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Camila

Uff, increíble, pero ya tengo un mes trabajando aquí y dos meses sin ver a mi novio.

Termino mi medio turno en la cafetería. Hoy me pagaron mi primer sueldo. Es que llegue a un acuerdo con los padres de Ceci, que me pagarán el sueldo mensual. Así lo veo como que es más dinero.

El día no estuvo tan movido como otras veces. Digamos que hubo poca gente. Por eso no trabaje horas extras.
Ceci y yo vamos a comprar nuestros vestidos para la graduación. Porque en unos días nos graduamos y no me lo creo.

¡Qué emoción! Valió la pena todas esas noches sin dormir. Esas madrugadas despertando temprano y todo para estudiar, porque me graduare con excelentes calificaciones. Puedo decir que mis años de paso por la preparatoria fue mejor que bien, todo tranquilo y calmado, las profesoras y mis compañeras de clase eran muy amables.

«Bueno tranquilo y calmado hasta que llegaban los exámenes finales. Que no, nos permitían sacar la cara de los libros y de los cuadernos. Era tanto el estrés que a veces perdía el apetito».

En la escuela conocí a quién hoy es mi mejor amiga Cecilia Alvarado. Hemos estudiado juntas desde el jardín de infancias y luego en la preparatoria. Pero ahora nos vamos a separar porque vamos a ir a universidades diferentes.

«Es que ya me llegó la carta de aceptación en la universidad: La Élite de la Excelencia».

Ceci dice que en esa universidad solo estudian riquillos y riquillas engreídos que se creen los dueños del mundo por tener mucho dinero.

Opino que podría ser cierto, porque el pagar una matrícula en esa universidad es un lujo para millonarios. Y un gusto que yo no podría darme nunca, al menos que hubiera nacido en una familia rica como Ignacio. Pero por mi inteligencia y mucho esfuerzo en tener un excelente promedio ya fui aceptada.

...

Cuando entramos a la tienda comienzo a revisar los vestidos. Hay uno con un escote de corazón rosado me pareció lindo, también hay otro verde agua de tirantes. De tanto revisar, me decido por uno color blanco hasta las rodillas un poco abierto en la espalda y ajustado en mi cintura, no me lo pruebo sé que es mi talla.

—Tu riquillo, ¿vendrá?

—No, ya sabes que él está en Francia.

—¿Y qué le cuesta venir? Sí tiene avión privado.

Dice mientras está en un probador, se está midiendo el segundo vestido negro. El primero no le gusto porque le quedaba muy ajustado en los senos y la hacía sentir incómoda.

—No puede él cuida de su abuela, Ceci.

—¿Y no le puede contratar una enfermera?

—Ya tiene una, pero Ignacio quiere estar con su abuela y lo entiendo. Porque la señora Victoria está muy mal de salud.

—Si, que lo quieres, amiga, digo para esperarlo sin quejarte —habla mientras va saliendo del probador.

—Sí, lo quiero, Ceci.

Lo quiero tanto que últimamente me duele llegar a la mansión y saber que no está. Y no saber cuándo volverá, es como una tortura quererlo y no tenerlo cerca. Mis ojos están cristalizados. Muchas veces voy a tocar el piano deseando poder verlo como antes de pie cerca de la ventana tomando un vaso de whisky. Extraño sus besos, abrazos, caricias y su linda sonrisa.

Me mira y yo rápidamente trato de observar para otro lado. Es que no quiero que se de cuenta de que mis ojos están nublados.

Pero creo ya lo notó, porque me abraza con amor y luego me mira.

Eres Mia (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora