38 Es difícil

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Camila

¿Irme a Francia a ver a Ignacio? Pero como le voy a explicar esto a mi madre. Estoy segura que no le va a agradar para nada. Mamá se va a poner furiosa. Mi madre y yo nunca hemos tenido problemas por nada. Pero es que ya me la imagino gritando que no iré, ¿qué si estoy loca? Que Ignacio no le agrada, que él es un mal chico. En pocas palabras un sermón más grande... que la estatua de la libertad.

—Ignacio, no creo que pueda ir, es difícil —le respondo lentamente.

—¿Por qué? Si estás de vacaciones —interroga frunciendo el ceño.

—Mi madre no creo que me deje, además, ya estoy trabajando en la cafetería de la familia de Ceci y nunca he viajado a otro país.

—Dile a tu madre que vienes a visitar a mi abuela, en cuanto a la cafetería sabes que no necesitas trabajar, yo puedo darte lo que quieras. —Su tono de voz y su mirada denota sinceridad
—. No le veo problema a qué viajes sola porque será en mi avión privado.
—sigue tratando de convencerme.

Me deja sin excusas, pero solo me queda claro que mi madre se opondrá, porque a ella nunca le ha agradado él.

—No sé, Ignacio déjame pensarlo.

—¿Qué vas a pensar, Camila? Si el sábado es en dos días, te dije que no aceptaré un no como respuesta. Eres mi novia, te extraño, quiero verte, tenerte cerca —replica serio.

Y está molesto me llamo Camila, él tiene una facilidad para molestarse y yo tengo una habilidad para contentarlo.

—Ignacio es queee... —él me interrumpe.

—Es que nada, Camila. Hace días me llamaste llorando diciendo que me extrañabas. Te dije que buscaría una solución para vernos.

—Pero es difícil entiéndeme. —Mis ojos se cristalizan.

—No es complicado... Deja las excusas. ¿¡Quieres verme si o no!? —está alterado.

Me quedo callada, porque si quiero; muero por verlo. Pero como le explico a mi madre esto, no quiero pelearme con ella.

—No iré, Ignacio, lo siento. —especto tratando de contener mis lágrimas.

—Está bien no vengas, si eso es lo que quieres, pero no vuelvas a llamarme llorando otra vez porque no puedo hacer más nada. —Su tono de voz es cortante y en su mirada hay enojo.

Ya no lo miro porque cortó la llamada y sé que está muy molesto. Me limpio las lágrimas por qué cómo le digo a mi madre, que me voy a Francia. Ella ni siquiera sabe que él y yo somos novios. Me siento entre la espada y la pared, no sé qué voy a hacer. Mejor voy a dormir, mañana pensaré más sobre este asunto.

...

Al día siguiente cuando me levanto voy a la cocina, al entrar Adelaida y Ofelia estaban discutiendo en francés últimamente ya no se la llevan tan bien... ni siquiera se hablan. Pero cuando notan mi presencia hacen silencio.

—Buenos días —saludó sin ánimos de sonreír. Porque tengo la cabeza hecha un nudo, después de todo lo que hable con mi novio anoche.

—Buenos días, Camila —contestó Ofelia con una sonrisa.

—Buenos días —responde Adelaida secamente y sale de la cocina.

No lo entiendo, qué pudo pasar para qué ellas estén enemistadas. ¿Será por qué Adelaida es muy amargada y estricta?

Ofelia está picando unas verduras mientras yo me preparo un sándwich de jamón, lechuga, tomate y otros ingredientes.

—Cuéntame, Camila, ¿has hablado con el joven Ignacio?

Eres Mia (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora