18 La Fiesta

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Camila

Al día siguiente me levanto con un hambre. Es que me acosté temprano anoche y se me olvidó cenar. Reviso mi móvil y leo que hay otro mensaje del chico francés.

           Ignacio: ¿Podemos hablar, pecosa?

El mensaje es de anoche cómo a las diez. Ignoro su mensaje. Me levanto y voy al baño a lavar mis dientes, luego me doy una ducha rápida. Me colocó una braga, brasier, un short que me llega hasta mis rodillas y una blusa de tiras con mis cómodos tenis.

Bajo a desayunar, después ayudo a mi madre en la cocina. La señora Ofelia no está, fue hacer las compras del mercado. No vi hoy a Ignacio, tampoco respondo su mensaje de anoche. Además, creo que no está. Los sábados en la mañana se va a trotar y luego se va a jugar golf... con sus dos amigos.

La mañana y parte de la tarde se me fue entre ayudar a mi madre en la cocina y a María a hacer el aseo de la mansión.

Más tarde subo a tocar un rato el piano cuando termino bajo, saco de mi closet un bonito vestido rojo, unas sandalias de tacón puntiagudas color beige. Tomo un abrigo del mismo color y una cartera de sobre. Eso es lo que voy a usar y me voy a hacer unos rizos en mi cabello.

...

Miro el pequeño reloj de mi habitación. Que está encima de la mesa de noche y marca las siete. Mi habitación es pequeña, la cama es grande hay un tocador y un closet. Tienes una linda vista hacia las fuentes del jardín.
También tengo una pequeña mesa con una silla donde hago mis tareas.

Le envío un mensaje a mi amiga.

          Camila: Ceci, ¿a qué hora me pasarás buscando?

           Ceci: A las nueve y media, Cami.

Como ya son las siete, me voy a dar una ducha, cuando salgo empiezo a vestirme, a penas termino, me rizo el cabello en las puntas. Por último, me coloco las sandalias. Me miro en el espejo, mi vestido rojo me queda pegado en la parte del busto y en mi pequeña cintura también, es de tirantes, abajo es un poquito acampanado, me queda más arriba de mis rodillas.

No sé maquillarme muy bien, casi siempre optó por lo mismo, un maquillaje natural. Mi móvil emite un sonido.

           Ceci: Ya llegué, estoy afuera, Cami.

Me rocío un poco de perfume, tomo mi cartera de sobre y mi estuche de maquillaje para que Ceci me maquille en su auto. Ella si es una experta en eso, me asomo a la habitación de mi madre y está profundamente dormida.

Salgo de la mansión, lo más silenciosa que puedo. Los de seguridad que están parados en la entrada me abren para salir.

Ceci tiene un auto Toyota de color plateado. Está estacionado en la entrada.

Asoma su cara por la ventana.

—Amiga, tu ropa está linda, pero tu cara parece la de una muerta. ¿Acaso quieres asustar? —bromea.

—Tonta, quiero que me maquilles —especto mientras me subo en su auto. Le doy mi maquillaje, pero lo hace a un lado.

—No, mejor con el mío —responde tomando su cartera que está en el asiento de atrás. Saca un montón de maquillaje y me empieza a maquillar.

—No me hagas parecer muy recargada.

—Cállate, yo sé lo que hago, te estoy poniendo sexy.

—Estas, loca. —Me sonríe.

Mi amiga lleva un jean oscuro de cuero, una chaqueta del mismo color. Porque ama el color negro, el maquillaje de ella es suave y su cabello cae alrededor de sus hombros. También tiene un piercing en los labios. Me imagino que se pegó tatuajes falsos en los brazos y en el cuello.

Eres Mia (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora