9 Hace 6 meses

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Cuando me volteo, lo miro es Ignacio, está sin camisa, su cuerpo cada vez está más moldeado. Él tiene abdominales muy marcados, solo carga puesto una bermuda verde que resalta sus llamativos ojos verdes...

Su piel luce tersa, tiene unos hermosos tatuajes que decoran su brazo y pecho. Parece que se ha dado una ducha, tiene el cabello húmedo y por eso se le ve más oscuro. Se acerca a donde estoy, es más alto que yo.

Me levanto del piso rápidamente. 
—Hola, Ignacio —lo saludo.

Aunque me provoca reclamarle, ¿por qué no me llamas y me escribes?, ¿acaso ya no soy tu mejor amiga?, ¿qué te pasa?, ¿por qué cambiaste tanto?, pero solo lo pienso porque no tengo el valor de decirlo.

—¿Cómo estás, pecosa? —pregunta mirándome con una pequeña sonrisa.

Se me acerca tanto que pude mirar su rostro claramente a pesar de la oscuridad, él pone su dedo en mi labio y lo pasa suavemente y su contacto es tan exquisitos y me trae... recuerdos que quisiera poder borrar.

Solo soy una tonta, que cometió el grave error de enamorarse de su mejor amigo. 

—Tienes chocolate aquí. —Señala manteniendo el dedo en mi labio inferior, luego se lleva su dedo con ese chocolate a su boca y lo saborea de una manera tan sexy.

Mis mejillas arden y mi corazón se acelera de solo verlo haciendo eso, porque Ignacio muchas veces provoca un efecto en mí. No sé cómo explicarlo atrayente, seductor, cautivador, bueno por ahí va.

El punto es que espero que no sé de cuenta de lo que estoy pensando. Pero creo que eso es imposible es que los dos tenemos la especialidad, de mirarnos a la cara y tener una idea de saber lo que le pasa al otro.

Se acerca a mí, yo retrocedo hacia el lado de adentro de la nevera, tanto que puedo sentir el frío en mis nalgas. ¿Por qué tuve que bajar con falda hoy? Sigue acercándose y mi corazón se acelera más, él será el culpable si me da un paro cardíaco.

Me observa fijamente, mientras estamos cerca y lleva su mano a la altura de mi cara. Cierro los ojos y pienso que me va a acariciar el rostro y me besara. Unos segundos después los abro, él solo estiró su mano para tomar una manzana que estaba detrás de mí. 

Parece estar divertido, mientras lleva esa fruta a su boca y la muerde. La mastica lentamente, después humedece sus labios con su lengua y estoy segura que solo me está provocando con sus encantos de seducción porque él sabe lo que provoca en mí. Acerca su boca a mi oído y susurra:
—Buenas noche, pecosa. —Se da la vuelta para irse.

Lo miro mientras se va, siento algo de tristeza desde hace... seis meses Ignacio está muy cambiado conmigo. Y confieso que eso me duele lo extraño tanto, él era mi mejor amigo. No sé cómo pudo sacarme tan fácilmente de su vida. 

Ya no conversamos, ni salimos juntos, ni siquiera me escribe o me llama. 

Realmente es otra persona y creo que todo fue por lo que hicimos el día de mi cumpleaños, mi corazón duele.

Siempre que subo a tocar el piano nunca está, pienso que debe de tener a alguien más.

Debo olvidarlo. Pero ¿cómo hago para decirle a mi corazón qué lo deje de querer?, ¿y a mi cabeza qué lo deje de pensar?

Cerré la nevera y recogí todo del piso, la Nutella, las galletas y me llevo todo eso a la habitación, voy a seguir comiendo allá porque tengo un hambre más grande que la estatua de la libertad. 

Enciendo la televisión un rato y escucho las noticias, bueno después lo termino apagando, porque de tanto cambiar los canales del televisor no encuentro nada que me entretenga. Y de tanto dar vueltas en la cama me quedo dormida.

A la mañana siguiente no tengo clase, es sábado ayudo a mi madre en la cocina, lavo las losas mientras ella prepara el almuerzo. Luego ayudo a María con el aseo. Limpio los primeros pisos de la mansión y María los últimos.

A Ignacio no le gustaba cuando ayudaba a los empleados con el aseo. Pero un día le dije, yo duermo, vivo y como aquí lo justo es que colabore en algo. Si la verdad no me gusta andar de perezosa. 

En conclusión, al principio no le gustó, después se acostumbró. Los sábados él nunca está en la mañana porque se va a jugar golf al club con Eliot y Bradley.

Cuando termino voy a almorzar con mi madre en la cocina. Me como mi almuerzo: dos platos de Risotto de camarones, ensalada y otros platillos. Quedé llena, yo como mucho y no engordo siempre he sido delgada.

Subo a mi habitación, me doy una ducha, me acuesto así va transcurriendo la mañana y la tarde en esta aburrida mansión.

Llamo a mi amiga Ceci y no me responde. La verdad es que cuando tiene nuevo novio casi no la veo. Porque no se le despega o él no se le despega a ella. 

Voy un rato a tocar el piano, toco varias sinfonías durante dos horas, práctico en el piano de Ignacio casi todos los días. Es que cuando entre a la universidad estudiaré para ser profesora de música y tener una especialidad en piano. Porque amo tocarlo, mamá dice que yo heredé ese talento de mi padre. Estoy de acuerdo con ella, pienso que cuando amas lo que haces eso es vocación. 

En cuanto a mi mejor amigo, él bueno, como dije, cambio mucho conmigo desde hace seis meses ya ni se deja ver y casi nunca está en la mansión.

Y es inútil mandarle un mensaje o hacerle una llamada. Porque no va a responder, así que a mí me toca lidiar con mi existencia y mi aburrimiento sola. 

Autora: STEFI LM

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