Primer tiempo - Parte 5

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(Texto largo y de contenido sensible)

Me aferré tanto a la idea de no perder a Seokjin que empecé a dejar mi juicio a un lado solo para obedecer a mi omega, en lo que él quisiera en el momento que sea y donde sea. Mi criterio ya no tenía importancia, solo estaban las palabras que él me ordenara. Si preguntas por mi lobo, hace mucho que no lo sentía ni lo escuchaba, él se ocultó de esta vida.

No comprendo como no pudieron botarme del trabajo a la primera estupidez que me encontraron. Tener sexo en el baño de clientes con tu mejor amigo o roomie, dependiendo de quién lo vio, no fue para nada agradable ni correcto. A mi en verdad me dio gracia, claro sumergido entre el éxtasis que Jin me suministraba para convencerme que todo estaba bien y el placer de lo carnal, me tenía en su poder.

Luego se volvió más recurrente los gemidos en el cuarto de empleados en la hora del almuerzo o del descanso. Con tal que aquellos sonidos no lleguen al área pública, mis compañeros se volvían cómplices para evitar los gritos, regaños o multas del gerente. Hasta que cometí algo imperdonable.

Hora del cierre de caja, tenía la cuenta del día. El resto de personas ya se habían ido y con ellos, mi consciencia de que las cámaras filmaban ciertos puntos como donde guardábamos el rubro final diario. Mi omega había llegado de sorpresa, ya que se suponía que ese día no estaría en la ciudad. Luego de algunos besos salvajes, me persuadió para que le ayude a conseguir una nueva dosis semanal; cabe acotar que cada vez era más dinero porque subía la necesidad de consumir. Yo no tuve vacilación alguna para tomar esos billetes, cerrar el local e irnos a divertir, total, mañana tenía el día libre.

Para cuando el gerente junto con tres policías tocaron la puerta del departamento, no tuve más opción que aceptar el robo, recibir una bofetada de parte del superior, firmar un pagaré con un plazo máximo de siete días y rogar a la autoridad que olvide mi crimen, es que no podía decir para qué lo había utilizado, las drogas en mi país son penadas con la cárcel automáticamente. Pero lo que más me dolió fue la mirada de decepción de mi, ahora, ex jefe y sus últimas palabras, -espero no encontrarte en la sección roja del periódico-, se dio la media vuelta y desapareció de mi vista, de mi vida.

☆ • ☆ • ☆

Hay veces que la cura es peor que la enfermedad. Yo estaba desempleado y en verdad no sabía cómo obtenía dinero Seokjin, porque tenía muy claro que había sido despedido del spa donde trabajó como recepcionista, hace muchos meses atrás.

Con tanto tiempo disponible y sin horarios obligatorios, los dos nos dedicamos a disfrutarnos mutuamente. Entre fiestas, after party en lugares desconocidos y sexo desenfrenado en nuestro departamento, los días pasaban sin contar. Pero te juro que me hubiese gustado morir de alguna manera que no sea de la que estas a punto de saber. Obviamente no en el sentido explícito de la palabra.

Día NN, porque ya nada importaba. Era noche, estoy seguro, las siete y diecinueve marcaba el reloj de la mesita junto a la cama. Me levanté y tomé una ducha, mientras que Jin seguía dormido. Al salir del baño, él estaba vestido y gritaba por teléfono. Me vio y cortó la llamada, y sonrió. En verdad se me heló la sangre porque su mirada había desaparecido y estaba frente a un demente dispuesto a matar con tal de no morir, un cazador admirando con hambre a su presa. Tragué duro e indagué qué sucedía.

- Nada amor, solo necesito pedirte un favor y tú eres la persona que nunca me dirá que no. Estoy en lo cierto, ¿verdad?.

Con su chantaje me obligó a aceptar. Treinta minutos después estaba en el camerino de un prostíbulo, que ahora sabía que era su actual empleo, vistiéndome con una malla ajustada de terciopelo rojo que resaltaba mi bulto y mi trasero, dos ligeros de cuero con púas metálicas y unos tacones de plataforma muy altos. Él me susurró que me veía sensual y limpió mi lágrima que escapó. -No temas, tú bailas muy bien, piensa que soy yo a quien lo haces. Será algo V.I.P., solo serán cinco personas, no te tocarán, lo prometo.-

¡Mientes maldito drogadicto!... ¡Mientes como lo has hecho cada día desde la primera vez que probaste esa basura!... ¡Te odio... No, ya no te amo más! Y más frases de dolor cruzaban por mi cabeza a la vez que estiraba y calentaba minutos antes de empezar un show privado. Previo a cruzar el telón, Jin sujetó mi cara, abrió mi boca y colocó dos píldoras de colores y me hizo tragar, me dio un beso casto, sonrió y se fue, dejándome una nalgada de "buena suerte".

Todo fue tan desagradable y nublado. Cinco hombres mayores con erecciones notorias, me tocaban mientras yo intentaba mantener el control en el baile. Uno de ellos con mucha agilidad me colocó una mordaza y me aclaró de que pagaron por hacer lo que quisieran con mi cuerpo. Esa fue la sentencia de lo que vendría luego... hasta que sucedió lo impensable.

Yoongi cruzó el telón, que limitaba cualquier mirada al interior de esta pequeña sala. Me cargó en uno de sus hombros, como si fuese un costal, y salió... o bueno, ese minúsculo recuerdo tiene mi mente grabada. Siguiente toma, Seokjin arrojando un golpe al alfa, no sé con qué fuerza o fue en un descuido del otro, pero caí al suelo. Todo era un caos, gritos e insultos. Yo solo me arrastré hasta que pude incorporarme y corrí al camerino, donde me despojé de esa ropa, me vestí con las mías lo más rápido que pude, y desaparecí por la salida de emergencia.

Corrí, corrí con todas mis fuerzas. No quería mirar hacia atrás porque sentía que todos me perseguían. Jin, los cinco hombres, Yoongi, los guardias de seguridad, todos... y yo era la presa, un estúpido ciervo que creyó en las mentiras del leopardo. Llegué y me encerré en mi habitación. Juro que había colocado el seguro y caí rendido en un profundo sueño.

Un golpe en mi mejilla me quitó la ensoñación y otro en mi nariz me terminó de despertar. La furia de mi omega se notaba en la intensidad de sus puños y en su mirada totalmente descolocada. Balbuceaba reclamos y reproches de cómo pude jugar sucio con él, que cómo fue posible que haya contactado a su primo, que desde cuándo soy la puta de Yoongi. Nada tenía sentido, yo no comprendía nada de sus palabras. Solo había dolor, no solo físico sino del corazón.

Asumo que fueron mis gritos desesperados que dieron aviso a mis vecinos, pero todo se detuvo cuando botaron la puerta un grupo de policías para sostener a Jin en el aire, doblegarlo, y esposarlo para luego, llevárselo. Otros dos oficiales empezaron a catar todo el departamento, mientras que, a los minutos, paramédicos me llevaban en una camilla con la promesa de que todo estará bien y que estoy a salvo.

Esa fue la última vez que viví en ese departamento y que vi a Seokjin en libertad.

Segundo Intento • YM Omegaverso (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora