Parte 5 - Yoongi (SS)🔥🔞

39 5 2
                                    

-En verdad que no te entiendo Yoongi... cómo es posible que decidas algo tan descabellado y encima es una persona que hasta podría estar investigado por la policía. Tú no sabes qué estupideces hizo junto con Jin. Le das todo y a cambio ¿qué?...- Namjoon furioso me reprochaba en la silla de frente y junto a él estaba Hoseok. Claro, por qué no me anticipé que la invitación a su café nuevo no era más que una trampa para atacarme por lo que estaba haciendo.

-Namjoon eres un alfa, tú sabes perfectamente lo que se puede sentir por un omega... ¿por qué lo odias tanto? Te he explicado lo que siento por él...- y podía ver de reojo como Hoseok se hundía en su silla cada que me refería con propiedad al chico ausente o cómo insistía en mis sentimiento. -¡No me vengas con estupideces de feromonas y castas! Estás conviviendo con la ex pareja de tu primo que está en la cárcel por drogas, prostitución y quién sabe qué otros cargos más ya ha sumado...-, gritaba aprovechando que solo nos encontrábamos los tres en ese lugar.

-Yoon (mientras toma mi mano izquierda entre las suyas) sé que solo soy un omega pero no comprendo mucho esta insistencia tuya, deberías de tomar con calma toda esta historia... tal vez hasta se está aprovechando de ti... osea, todos sabemos la mala fama que tienen los omega, son unos verdaderos manipuladores cuando nos proponemos... Nam es un claro ejemplo de ello... sin ofenderte amigo...-. Su mirada de consuelo me incomodaba cada vez más.

-Él es una víctima, no un victimario. Jin llegó a él cuando tenía solamente 17 años sobreviviendo en un caos, lo utilizaron hasta el punto de casi venderlo a un grupo de viejos asquerosos... ¿y ustedes cuestionan su historia? Me están diciendo en verdad que creen que me está manipulando para tener donde vivir... ¡Perfecto!...-, los miraba con mucho dolor, -Hoseok... dale un empleo. ¿No estás necesitando un mesero?...-. Se pudo ver perfectamente su sobresalto e incomodidad, -mmm... Yoon. Claro, lo necesito... pero... ¿no robó en su último trabajo?-. Mi suspiro de derrota fue suficiente para que se justifique una vez más, -le daré una oportunidad, pero solo una Yoon. Más le vale que se comporte o sino lo despediré y si me roba, te lo cobraré a ti...- y entre murmullos levantándose de la mesa concluyó, -te aprovechas de que aún te quiero demasiado...- y se fue por una nueva ronda de café irlandés a la cual decidí no aceptar.

☆ • ☆ • ☆

Ya eran algunas noches que podía notar un dolor en medio de su silencio. Sus ojos se volvían opacos y su atención se desvanecía con facilidad. Hay momentos que sus pequeñas manos tiemblan ligeramente o su pecho se aligera. Y esta noche era otra ocasión más para que se repita lo mismo. Mientras él limpiaba la mesa después de la cena, el haberle llamado dos veces fue insuficiente, él estaba metido en su mente, ni siquiera se dio cuenta cuando me acerqué y pude limpiar la lagrima que empezaba a rodar por su mejilla gordita, por la que moría de ganas de morder con dulzura. Con delicadeza le dije -¿cuántos días llevas con este dolor, bonito?- pero su reacción me dejó sin palabras, palmeó mi mano para alejarse de mi y yo no sabía cómo interpretarlo.

Mientras no me dejaba de ver, yo traté de acercarme con un paso pero el retrocedió otro. No me iba a rendir, nunca por él. Seguí hasta que pude tenerle entre mis brazos y lo cobijé en un fuerte abrazo. Podía sentir su corazón galopando y su cuerpo temblando de miedo mientras lloraba sin más. -Te juro que quiero ser alguien mejor, pero no puedo... (mientras sus hipos no le dejan hablar) Quiero trabajar, pero en tres lugares me han dicho que no por "eso", mi maldito historial...-. Limpiaba sus lágrimas y sus ojos cristalizados por su pena me invitaron a que le dé un suave beso en su frente. Así me quería quedar para siempre, consolando a mi amor.

Entonces recordé lo que había acordado con Hoseok unos días atrás.  -Conozco un café... El dueño es.. un... amigo. Hablaré con...-, pero fui interrumpido por sus labios, esas deliciosas montañas de carne que delicadamente empezaron a quitar mi autocontrol para seguir con sus brazos apresando mi cuello y sus piernas alrededor de mi cintura. Entonces supe que esta noche sería el momento oportuno, la invitación que esperaba por días para hacerlo mio y volverme suyo.

Metí mis manos debajo de su camiseta y sentía como su piel era fuego. Su cintura apegándose a mi con cada paso que daba en dirección a mi cama. Las primeras prendas en irse fueron su chaqueta de cuero celeste y la mía, una negra brillante. Estaba enloqueciendo, respirar el aroma que desprende su cuello mientras él reía suavito, supongo que por las cosquillas que provocaban mis agitadas respiraciones. -Tus risitas son dulces melodías... y yo quiero ser su dueño-, y continuaba descendiendo a sus perfectas clavículas pero su camiseta me estorbaba, por lo que aproveché que mis manos ya estaban adueñadas de su espalda para retirarla de su cuerpo y empezar a saborear esos botones color chocolate.

Que delicioso su forma de gobernar. Tomó mi rostro y procedió a comerme la boca. Solo se detuvo para exclamar con firmeza -quiero todo de ti, ¡TODO!-, y arrancó mi camiseta provocándome un pequeño infarto ya que era mi favorita. -Oye, esa era mi favorita-, reclamé. Pero me ignoró, solo movía sus manos por todo mi pecho y me lamía. -Tu piel es perfectamente blanca-, deslizando sus manitas por mi abdomen hasta el botón de mi pantalón, que lo abrió sin titubeos y empezó a juguetear con mi erección aún escondida en mi ropa interior. Pero lo que más me prendía era el roce de su entrepierna en mi rodilla izquierda.

Ya no estaba resistiendo más este placer, nuestros aromas mezclados y nuestros cuerpos rogando por fusionarse. Mordía con desesperación cada parte de su cuerpo canela, dejando un camino de marcas, un aviso de que desde ahora sería únicamente mío. Así, entre paciencia y apuro llegué a su pretina, con sus uñas clavadas en mi espalda. Si, no podía pedir más que su satisfacción, por lo que, intencionalmente, me volví lento. De a poco fui retirando su ropa para luego acomodarme entre sus piernas y lamer cada centímetro de sus muslos. Aquel cuerpo perfecto que pude apreciar cuando me modelaba ropa nueva, ahora estaba en mi completo poder, mi alfa rugía con el camino de saliva que dejaba hasta ordenarme en probar su lubricante. Entonces fui directo a su entrada, a la par que mis dedos la ampliaban, mi boca succionaba su sabor. Si así era estar en el cielo, no quiero estar más en la tierra.

-Mme etata uh abo...-, mi intento de decirle que me encantaba todo de él pero mi sexo oral no me permitía hacerlo con claridad y tampoco me quería detener. A lo que recibí de respuesta, su orden de ponerme de pie y él de rodillas impidiendo que yo mismo me quite mi boxer negro. Con un suspiro me sacó una sonrisita pícara porque su cara al ver mi miembro fue inolvidable, era como si estuviese admirando una obra maestra. No puedo negar que aquello me enalteció el ego. Sus manos lo tocaban a su largo y a su ancho, como cuestionándose si podría entrar en su boca. Y aunque estuviese solo la mitad, me estaba elevando con cada lamida y succión.

Yo ya no aguantaba, estábamos listos. Su lubricante se deslizaba por el interior de sus muslos y a mi me palpitaba hasta casi el dolor. Me senté en el filo de mi cama y lo posicioné sobre mi para darle a entender que tendría que sentarse sobre él. Con mis manos en su trasero, guiaba cada penetración y él me devolvía sus jadeos. Jimin es fuego y locura, risas y pasión. Un omega hecho para mi. No me importa si las personas piensan que soy frío por mis silencios. A mi solamente me importa que él sepa que puede desequilibrar cada célula de mi cuerpo con su respiración agitada.

-Terminemos juntos-, me susurró suavemente al oído y yo solo pude complacerlo. Su boca entreabierta dejando salir un gemido grave y prolongado y su calor manchando mi pecho y abdomen. Igual sentí temblar a mi pene en su interior, todo siendo atrapado en el preservativo. Tomé su rostro y lo besé, eternamente, era mi promesa, así por toda la vida.

Era momento de volver a iniciar, la noche todavía tenía muchas horas. Lo hicimos tres veces más, pero cuando me decidí a abrir la siguiente caja de condones, él me detuvo, -mañana no podré dar un paso... mi jefecito se va a enojar-, y sonrió. ¿Qué podía hacer ante esa belleza coqueteando para conquistar su descanso? Lo recosté sobre las cobijas y limpié cada rastro blanquecino en su cuerpo, aunque su entrada lo hice con mi boca. Succionando de nuevo hasta sentirme satisfecho. Él se envolvió en la misma cobija que logró ocultarnos del frío invernal durante la larga jornada. Me miró fijamente, limpió algunas gotas de sudor de mi frente y de mi cabello, besó mi pecho y se acurrucó en él, pude sentir un poema a través de sus manos diciéndome que sería su alfa, el que lo protegería de cualquier demonio... "hoy ha sido la noche más hermosa de mi vida", suspiré solo para mi.


Segundo Intento • YM Omegaverso (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora