Segundo tiempo - Parte 8 🔥🔞

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(Texto largo y de contenido sensible +18)

Hoy era uno de esos días algo melancólicos. Tenía que volver a iniciar, buscar un nuevo empleo. El invierno había empezado a colarse por toda la ciudad. Aunque yo tiritaba por llevar solo una camiseta blanca y un suéter celeste, no me importaba, amaba ese frío, me parecía romántico, tal vez porque me recordaba a su piel. todavía tengo grabado el recuerdo de su torso desnudo y pulcramente blanco, como la nieve que hoy siento mientras deambulando escuchando sus melodías.

Me detuve en un anuncio de "Se necesita mesero". Luego de presentarme, el supervisor pidió mi documentación, revisó algo en el computador y enseguida respondió: -Lastimosamente no podemos contratar alguien que tenga abierto un historial policíaco-, yo me petrifiqué. -¿Disculpa, que tengo qué?, con mi rostro casi desfigurado. -Mira, tu apariencia es ideal para este lugar, eres un omega hermoso y muy sutil, pero si el gerente revisa que tienes "esto" me va a despedir a mí por descuido-, ese beta de rostro gentil me restregaba como "esto" me volvía en un omega defectuoso por mis errores.

Agradecí y salí derrotado. Mi mente ya se había apoderado de mí como una lluvia de oscuridad que me hacía caer por una espiral interminable, como Alicia por ese agujero del conejo blanco. ¡Blanco!... ¡SeokJin!... Maldita sea, otra vez él. ¿Por qué me convirtió en esto? Lo iré a buscar... ¿qué? ¡No, no no!... cómo se te ocurre. ¡Nooo! El detective Lee. ¡Sí! Me tiene que ayudar, él borrará esto. Aunque yo lo hice, soy un perdedor... Debería de estar con él dentro de la cárcel...

Y choqué de frente con un pecho con un asqueroso aroma entre sudor y pachulí, que me provocó náuseas. -Discúlpame bonito, no te vi venir... ¡oohhh! pero mírate, ¿tú afuera y él adentro? Ja, ja, ja (con una voz rasposa), si quieres podemos terminar lo pendiente-, solo alcé la vista y ahí estaba el rostro del cretino que me silenció con una mordaza mientras hundía sus dedos en mi entrada. Pude reaccionar, empujarlo y correr en dirección contraria. Las lágrimas competían con la memoria rebobinada de ese rostro.

☆ • ☆ • ☆

Había callado más de una semana sobre ese encuentro, de la imposibilidad de trabajar y de lo doloroso que han sido las noches casi sin dormir debido a las pesadillas recurrentes. Seguía ensimismado cuando unos dedos delgados tocaron mi mejilla y limpiaron una lágrima, que no sabía que se había escapado. Alzó mi rostro y nuestras miradas se encontraron. -¿Cuántos días llevas con este dolor, bonito?- No me gustó escuchar ese adjetivo y palmeé su mano, alejándola de mi y me puse de pie. Yoongi gagueaba sin atinar a saber qué me ocurría.

A pesar de que él era como el invierno. En su exterior frío y serio, en su interior era tan cálido y abrigado que me sentía estar junto a un fuego abrazador. Dio un paso y yo retrocedí otro, no quería contarle la tormenta que crecía en este omega defectuoso. Sus ojos verdosos, esa mirada que lleva escrita mi salvación. Dos pasos él, ninguno yo, dos más y sus brazos me envolvieron. Mi llanto salió, así tuve el valor de contar que ya eran tres los lugares que me habían negado un puesto, todo  por culpa de mi historial. Me dio un beso en mi frente, secó -nuevamente- mis lágrimas y dibujó una dulce sonrisa, devolviendo mis pedazos a su lugar.

-Conozco un café... El dueño es.. un... amigo. Hablaré con...-.

No supe en qué instante me perdí. Ya no escuchaba más su voz, solo mi corazón emocionado. Y tras él, mi lobo salía de su refugio para mover la cola y susurrarme "bésalo ahora". No me negué a probar esos suaves labios. Él correspondió lentamente para, progresivamente, aumentar la intensidad. Nos separamos sin aliento y me colgué de su cuello aferrando mis piernas a su cintura. Sus manos en mi espalda eran como pétalos acariciando cada centímetro y así llegamos a su cama.

Las primeras prendas fueron mi chaqueta de cuero celeste y la de él, negra brillante. Yo reía suavito por las cosquillas que provocaban sus agitadas respiraciones sobre mi cuello. -Tus risitas son dulces melodías... y yo quiero ser su dueño-, continuaba descendiendo a mis clavículas. Sus manos debajo de mi camiseta que no duró mucho en mi, fue el inicio para disfrutar de sus labios succionando mis tetillas, como aquella vez, pero ahora no volveré a perder, no estaba ni drogado y ese maldito ya no existía más.

Tomé su rostro y lo besé desesperadamente. -Quiero todo de ti, ¡TODO!-, seguí ocupándome de su boca. Arranqué su camiseta, a lo que me reclamó aclarando que había roto su favorita. Me importó menos, yo solo quería adueñarme de su nivea piel. Su delicioso aroma ya se fusionaba al mío, embriagando mis sentidos. Lamía con empeño su pecho y desabroché su pantalón pitillo que resaltaban sus nalgas, las que podía decir que había visto mucho todo este tiempo viviendo juntos. Pero lo mejor fue tocar su erección envuelta en su ropa interior y mi entrada se humedecía entusiasmada con cada roce.

Mordía por cualquier parte de mi cuerpo y me dolía, ardía hasta excitarme más. Me empecé a desesperar, lo quería dentro. No había tenido sexo en mucho tiempo y estaba disfrutando completamente de esta locura. Poseer cada centímetro de nosotros, tatuar nuestra propiedad con las bocas, clavando mis uñas en su espalda.

De a poco, llegó a mi pretina. Con toda la paciencia que yo ya no tenía, quito lentamente cada prenda que todavía me ocultaba al deseo. Se puso entre mis piernas y lamia el interior de mis muslos... ¡No! No se parecía en nada a la primera vez. Ahora yo estaba llegando al cielo y aún ni siquiera me había penetrado. Y para qué lo invoqué, pude sentir aquellos dedos que han limpiado mis lágrimas, ahora empezar su tarea de ampliar mi ano y su boca chupar mi lubricante. Enloquecía. Continuó con mi miembro y aclaró que su sabor le gustaba o eso fue lo que entendí, a la vez que no dejaba de lamer.

Antes del preservativo, era mi turno de saborear esa gran extensión. Cuando lo obligué a ponerse de pie y yo a arrodillarme frente a él, le detuve antes que se retire el boxer negro que le quedaba tan bien. Mis pequeñas manos se colaron por esa prenda para sentir su pene caliente y se me escapó un suspiro cuando lo saqué de ahí. Era largo y grueso, haciendo que por un mínimo segundo me cuestioné si podría meterlo en mi. Ni en mi boca cabía todo, solo la mitad y mi mandíbula ya dolía por cuánto trabajo estaba haciendo.

No importa nada, es delicioso y su rostro lleno de erotismo era una obra de arte ante mis ojos. Jamás había estado delante de un alfa tan hermoso y candente. Un miembro de estas dimensiones solo pude soñar o leer en alguna historia sucia a mis quince. Ahora lo tenía apuntando mi entrada y yo sentado sobre él, listo a ser penetrado.

Así me rendí por completo, ya lo pertenecía. Yo que había jurado no enlazarme a esta casta infeliz que se creían dueños de los inferiores, esa que había aborrecido desde el primer momento que el viejo asqueroso me tocó el trasero. El mismo trasero que Yoongi amasaba con esas grandes manos a la vez que jadeaba en cada ingreso en mi.

Al terminar la primera vez, el me besó tan delicadamente que no me dejaba volver de esa ensoñación. Limpió mi leche y mi entrada con su lengua. Y volvimos a empezar tres veces más hasta que fui yo quien detuvo el quinto intento. Mis piernas temblaban, mis nalgas tenían dibujadas sus palmas y mi entrada me palpitaba enrojecida suplicándome que era suficiente.

Me envolví en la misma cobija que logró ocultarnos del frío invernal durante la larga jornada, aunque todo en nosotros era fuego puro. Lo miré nuevamente, lleno de sudor y el cabello platinado pegado a su frente, lo acaricié, me perdí en él... lo besé y me acurruqué entre sus pectorales, pues era todo lo que -de ahora en adelante- quería hacer cada vez que estaría cerca de él, cerca de mi alfa, de aquel que sin saber desterraba mis demonios.


Segundo Intento • YM Omegaverso (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora