Parte 3 - Yoongi (SS)

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(Texto largo)

Casi no pude comprender lo que me decía una suave voz en esa llamada. Lo único medio entendible era una frase que repetía constantemente "te necesito". Trataba de descifrar a quién pertenecía el número y la voz hasta que otra palabra fue entendible, "omega", y una corriente recorrió cada célula de mi cuerpo. No lo pensé dos veces, me puse los zapatos y corrí hacia el único lugar que en mi enredado pensamiento tuvo claro, su departamento.

Subí corriendo cada piso, brincando dos escalones por paso. Mi lobo me da la fuerza para seguir sin cansarme. Luego, frente a la puerta, y con golpes entre enérgicos y suaves para no levantar sospechas de los vecinos, no obtenía respuesta. Si no me había abierto la puerta mi primo, eso significaba que Jimin estaba solo ahí adentro y no sabía qué tan ebrio estaba para casi no entender su llamada.

Miraba todo lo cercano a mi alrededor, una maceta o algún otro objeto en donde se pueda esconder una llave; pero nada, no había nada. Tocaba todo hasta que un movimiento me mostró que no hice lo más obvio, girar la manija. Se abrió ante mi, entré con cuidado vigilando mis pasos. Nadie en la cocina, nadie en la sala. Miré hacia un lado y una habitación abierta con la luz apagada con el aroma de Seokjin por lo que supe que la otra puerta, la que estaba cerrada, era la de Jimin. Suavemente la abrí y pude ver su cuerpo bocabajo en medio de la cama.

Lo llamé pero no respondió. Su ambiente era cálido como sería un omega. Fotografías en las paredes, luces, adornos y el aroma frutal que vestía cada centímetro cuadrado de ese cuarto. Me percaté que todavía respiraba, lo coloque de lado y salí de ahí. Lo que menos quería era un nuevo problema con el imbécil de su novio. Me acomodé en la sala y prendí el televisor, solo me acompañaba la luz de la entrada. Así me quedé dormido, fue un día agotador y más al final del mismo.

Me despertó el peso de un delgado cuerpo, sus manos en mis mejillas y su boca disfrutando la mía. Aún con los ojos cerrados, exploré a quién tenía en sentado en mis piernas. Una cintura pequeña y un trasero redondo; sus jadeos y su saliva; todo me sabía a gloria. Su aroma mezclándose con el mio, y una erección que ya empezaba a apoderarse de mi pantalón. Decidí llevarlo a su habitación. Lo notaba más sobrio, podía entender un poco mejor mis instrucciones mientras avanzábamos en nuestro cometido, adueñarnos del otro. Hasta que vi sus pupilas dilatadas y supe que no se trataba de alcohol sino de alguna droga, y el responsable volvía a ser la misma persona. Me detuve con un beso, me bajé de la cama, me vestí y salí del departamento. No podía convertirme en el mismo tipo de persona del cual lo quería salvar.

☆ • ☆ • ☆

Luego de ese encuentro, esperaba que Jimin no lo recordase. Yo estaba resignado y mis ánimos arruinados. Soñaba reiteradamente que lo tomaba y nos uníamos en un frenesí erótico; y una ducha helada más la masturbación eran mis únicos salvadores. Mi rutina se convirtió en departamento - estudio - departamento. Las fiestas de los viernes auspiciadas por Namjoon no me llamaban la atención, prefería encerrarme en los sonidos hasta que mi mente se secase para después tomar un vaso de whisky e irme a dormir.

Mi colega no preguntaba nada pero comprendía que la pasaba mal por algún motivo. Entonces en medio de una charla de composición, escuché -Jimin trabaja en la librería xx, la que está cerca de la parada del bus... esa bonita de los grandes ventanales...-. Maldecía a Namjoon durante todo el camino, me detuve en la acera de frente y pude ver su cabello rubio mientras regalaba una sonrisa a algún dichoso cliente que no tenía idea del dulce ser que tenía en su delante. Me mordí el labio, suspiré profundo y volví a colocar la capucha sobre mi gorra para retirarme de ahí. Es así que mi rutina cambió a departamento - trabajo - librería - departamento; aunque sea de esta manera consolaba a mi deprimido lobo.

El día que decidí entrar, sin antes espiar si estaba ahí, fue cuando otro joven omega respondió con mucha cortesía y una sonrisa incómoda que Jimin ya no trabajaba más y que si podía ayudarme con algún título que buscaba. Compré 3 libros de literatura, 2 libretas de hojas amarillas y una tarjeta de regalo para mi amigo. De alguna manera tenía que disimular que era un idiota.

A pesar del transcurso de los días, yo continuaba espiando ese ventanal sin obtener nada a cambio. La mayoría de las veces sentía la mirada del otro joven. Hasta que un tipo alto se paró junto a mi y sin reparo mi interrogó -¿acaso eres algún ex del sinvergüenza de Jimin?-. Lo vi con detenimiento, sin decir una palabra; su rostro familiar me dio la respuesta de que se trataba del dueño de la librería. -No, solo soy un idiota. Lo siento... me retiraré...- y antes de dar un paso, su mano se colocó en mi hombro. -Si sabes lo que está haciendo, en verdad si eres un idiota y deberías alejarte de él... Ese niño tonto junto a ese omega con el que vive me robaron dinero, profanaron mi negocio...-, yo lo miraba nuevamente en silencio, -esa mala vida pronto acabará hundiéndolo... con su cara bonita va a terminar en alguna vitrina del barrio rojo...- y echó un resoplido en forma de risa mal lograda. Me puse mis gafas, giré de medio lado hacia ese tipo y refunfuñé con firmeza -espero que no... ¡idiota!-.

Ahora no sabía dónde podría encontrarlo sin que Seokjin me descubra. Lo dicho me daba vueltas. Quería salvarlo pero no tenía idea por donde empezar. Así volvió a cambiar mi rutina, la librería fue reemplazada por la esquina de donde vivían. Llegaba alrededor de las ocho y me iba pasado las diez de la noche. No importaba qué clima hacía, cada día estaba vigilando la entrada del edificio desde una sombra. Me había convertido en un acosador y no me importaba, estas acciones consolaban a mi casta y disfrazaban mis angustias; y más si esta noche, a los minutos de haber llegado vi a Seokjin detener un taxi para sacar a Jimin casi a rastras para irse a algún lado.

Obvio que los seguí hasta que se perdieron en un callejón junto a un bar. No era un lugar muy espectacular desde afuera, tenía un letrero algo pequeño con letras rojas que decían Crystal Snow. Me dejaron ingresar, me senté en la barra con un whisky en la mano. Los omegas se paseaban por el lugar con pequeñas y sensuales vestimentas. No podía negar que muchos de ellos eran muy atractivos. Yo también me decidí a caminar en busca de mi objetivo.

El siguiente salón tenían espacios privados con grandes telones que escondían las actividades que se hacían. Dejé que un omega se acercase mientras me daba un tour indicándome los servicios que podía obtener dentro de esos V.I.P., como él se refirió. Me detuve afuera de uno de ellos y por una pequeña abertura vi como unas manos tocaban el dorado cuerpo de Jimin. Brinqué y me puse tenso sin dejar de mirar por esa pequeña línea de visión. Unas manos sometieron al omega para colocar algo en su rostro, y al incorporarse pude ver que era una mordaza. Con ello, sentí como una furia incontrolable invadió todo mi cuerpo y mi lobo salió para lanzarnos dentro de ese espacio.

En dos pasos, ya tenía a Jimin en mi hombro para sacarlo de ahí. Habían gritos, los asquerosos viejos con sus miembros al aire trataban de alcanzarnos y uno de sus puños alcanzó mi rostro, lo que provocó que caiga al piso, mi omega se resbaló lejos de mi y ahí arremetió Seokjin. Sin mucho problema pude dominarlo, pero ya era tarde, tres guardias de seguridad se abalanzaron sobre mi. Una rodilla mantenía mi cara contra el piso, un par de brazos amarraban mis manos en mi espalda y el otro soportaba los impulsos de mi cuerpo por incorporarme.

Me levantaron, me llevaron hacia la puerta posterior bajo la supervisión de mi primo y empezaron los golpes nuevamente con sus puños envueltos en telas. Todo se detuvo momentáneamente cuando ese tal Jun-ho intervino, -pero mira que sorpresa... querido ¿de nuevo está molestándote?-, Seokjin se coló por su cuerpo hasta colgarse de su cuello, besarlo y mirarme con una ceja alzada y una sonrisa de lado, -me dañó mi negocio con los jefes del Grupo XX...- con un tono de capricho. Dejó al culebrero omega y susurrando en mi oído me amenazó -ya llegará el momento para vengarme de ti... ahora desaparece de mi vista-.

Llegué adolorido a tomar una larga ducha, me curé los cortes y los golpes notorios. Al día siguiente, Namjoon me miraba con dudas y cuando tambaleaba intentaba acercarse para ayudarme. -Yoongi ya detente, Seokjin no va a cambiar. No te metas en sus vidas...-, molesto con una voz llena de despecho. Miré directamente a sus ojos, los cuales parecían los de un dragón, mientras que los míos se llenaban de lágrimas, -ayúdame amigo... no puedo dejar a mi omega en ese infierno-, y me lancé a llorar en sus brazos. Era tarde para cualquier otra decisión, yo ya había elegido la mía.

Segundo Intento • YM Omegaverso (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora