Segundo tiempo - Parte 12 🔥🔞

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(Texto con contenido sensible +18)

Crystal Snow, decía con unas luminosas letras pegadas sobre la entrada principal. Hombres musculosos enfundados en trajes negros te detenían el ingreso o te permitían sumergirte en un corredor rojizo. Muchos aromas y música excitante pero lenta, como un vaivén. No sabía hacia dónde mirar. En la parte izquierda un bar en tonalidades púrpuras y al final un pequeño escenario con un tubo metálico. A su lado opuesto, otro bar con luces doradas y muchos taburetes utilizados por omegas bonitos, tan lindos que mis ojos no se desprendían de ellos.

Continuamos, dejando atrás esa zona y un nuevo corredor con una iluminación más clara que cobijaba puertas, claramente habitaciones privadas. Él giró hacia mi y me guiñó su ojo izquierdo, no dijo nada, se estiró hasta tomar mi mano y me dirigió hasta traspasar un telón de terciopelo negro. Habían dos opciones, una habitación con grandes puertas de madera y manijas doradas que decía sobre ellas "The Heaven", o unas escaleras. -Esta es la zona anónima. Nadie sabe la identidad del otro, solo conocen su carnalidad mutua-. Pero esta noche, nosotros tomamos la segunda opción.

Al terminar el ascenso, sentí un aroma muy especial, una mezcla entre vainilla y coco; jamás había percibido algo similar. Y al entrar a un amplio salón con espejos y roperos, la presencia de un omega más alto que el promedio, ojos grandes y sensuales, sonrisa cuadrada y cabello ondulado, con una abrigo rosado con plumas en el filo de su cuello y un anillo con una rosa blanco en su dedo índice me dio la bienvenida. Me plantó la mirada, mientras más inspeccionaba mi cuerpo a la distancia más notoria se volvía su sonrisa hasta que nuestros vistazos se encontraron. Sentí un hormigueo en mi estómago que bajó hacia mi entrepierna.

-Soy V, ¿tú... visitante o nuevo huésped?-, no lo comprendí y mi mente se opacó por la gran carcajada de Jun-ho. -Basta V, no lo inquietes... Solo quiero mostrarle que existen lugares donde puedes ser lo que la puta sociedad no te deja-, exclamó con aires de grandeza. Hasta quitar mi atención de ese alfa, el alto omega de piel dorada ya estaba a mi lado. Rozó mi mejilla mientras tomaba mi mano, -eres hermoso tanto como un ángel... ¿por qué la "suciedad" no te aprecia?- No entendí al principio para luego dejar salir mi voz: -me gustan los alfas y también los omegas, soy defectuoso, soy sucio...-, agaché mi rostro.

Me jaló hacia un sofá muy cómodo. Me abrazó con suavidad, no sin antes lanzar una mirada de desprecio al alfa, que entendió el mensaje, dejándonos a solas. -Tengo los mismos gustos, sufrí igual que tú, pero ese bastardo me salvó de alguna forma... aquí soy quien quiero ser-, y concluyó su prosa con un beso, que inició como algo dulce y delicado para luego intensificarse al punto de que lo tenía sobre mi. Yo no quería negar nada de ese momento, después de tantas semanas me volvía a sentir sensual, con ganas de ser manoseado.

A tropezones atravesamos el salón hasta una habitación, que claramente era la suya. Me lanzó sobre la cama y procedió a desnudarme. Yo solo era cuerpo, sin corazón ni alma, solo un objeto que ladraba por destruirse, terminar de trizar cada gota de su sangre. Nuevamente tener sexo con un omega era algo que no pensaba volver a vivir, pero aquí estaba, dejándome sin poner oposición. Gimiendo por el grueso dildo que ingresaba por mi entrada repleto de lubricante, V se apoderó de mis tetillas, -aquí irían muy bien unos nipple, adornarían esta bella zona-, y continuó mordiendo y chupando.

Cuando se desnudó, pude ver que en la punta de su erección tenía un piercing y un tatuaje en su cadera, que iniciaba adelante y rodeaba hasta su nalga derecha. Al notar mis ojos sobre estos particulares puntos, se tocó con todo el descaro, -ven, soy tuyo...-, se acostó para obligarme a ponerme sobre él. Entonces tomé la iniciativa de cumplir su orden. Cada centímetro de su parte inferior me perteneció. Es que es un omega tan particular, no solo por su estatura sino por el tamaño de su extensión. Él podía confundirse con un alfa, sino fuese por su dulce aroma y esos ojos azules delineados de negro.

Después de mucho tiempo me volví a sentir lleno, no solo por su esperma infértil sino porque mi piel se había encendido, mis latidos retumbaron en mis oídos y mi garganta se agobió por los gritos. -Quédate en Crystal Snow, déjame ser tu tutor, enseñemos el poder de los omegas. Controla a los alfas que afuera se creen dueños del mundo-, sus palabras increparon en mi mente distorsionada. -No puedo... hoy no... no sé... tengo que pensar... no, no puedo...-, me levanté rápidamente para buscar mi ropa y vestirme, a la par que lo miraba a él y a la salida.

Prácticamente escapé de ese edificio. Cuando sentí el frío de la media noche, acomodé mi chaqueta, tomé un taxi a casa. Ahí, frente al espejo del baño pude ver las marcas dejadas por V, en mi cuello, en mis pectorales, en mi abdomen y mordidas en las cicatrices de mis muslos. Ese cuadro me noqueó la razón y me di cuenta lo que había hecho, cómo me había sentido y quién era antes de volver al departamento. Al salir de la ducha, comí un ramen y me fui a la cama. Esa madrugada no tuve pesadillas que me rodeaban de muertos vivientes y la desesperación por salvarme. Simplemente soñé con el aroma a vainilla y coco del cuerpo que había y me había poseído.

Desperté por la alarma diaria, realicé mi rutina de siempre y en el café pude ver sus rostros de asombro. ¡Oh sí! Esta puta había resurgido y estaba alistando su camino hacia el infierno.

Segundo Intento • YM Omegaverso (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora