Parte 4 - Yoongi (SS)

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(Texto largo)

En la noche, Namjoon llegó con una gran cena para compartir en casa, pero yo entendía exactamente de qué se trataba toda esta escena. -Yoongi dejemos de disimular... ¿qué pretendes? Ya Seokjin está detenido, ¿ahora cuál es tu siguiente plan?-, ese comentario me descolocó de mis pensamientos y puse cara de incredulidad, no entendía del todo. Con algo de dolor, me levanté de la silla, tomé mi billetera, las llaves, una chaqueta y mi celular. -Nam, ¿el siguiente?... Traer a Jimin y darle una nueva vida-. Mis palabras molestaron tanto al alfa, que en tres pasos lo tenía en frente mio con una cara de furia y sosteniendo una de mis muñecas. -¿Acabas de perder la razón?... ¿pero qué mierda tiene ese omega que todos pierden la cabeza con solo olerlo? Esta es una maldita broma Yoongi-. Con toda la calma, retiré su agarre y le puse mi mano en su hombro, -confía en mi...-, y me fui a buscar a mi predestinado.

Timbraba con insistencia, se notaba un aire distinto que emanaba entre las uniones de esa puerta hasta que un vecino que llegaba de trabajar, o eso delataba su cara de cansancio y su ropa de oficina, me increpó -¿a cuál de los omegas buscas? porque si vienes por el alto mejor búscalo en la policía-, di un breve salto -¿qué?... ¿qué pasó?-. Con una mueca de desaprobación y dejando su maletín junto a la puerta que estaba por abrir, se acercó y en voz baja dijo -en la madrugada fue una locura... el chico más joven gritaba con desesperación... era claro que lo estaban golpeando. (suspiro) Cuando llegó la policía, porque yo la llamé (señalándose a si mismo con su índice derecho), vimos salir al alto esposado y al otro llevado por paramédicos en una camilla... Y como ves, ninguno de los dos ha regresado todavía...-, me miró fijamente a los ojos, me dio una palmada en el hombro y se fue directo a su puerta, la abrió, tomó su maletín y me dijo de reojo, -Aléjate de ellos, te ves un buen chico... pero si eres necio, ya sabes a dónde ir...- y cerró la puerta. Volví mi mirada a la puerta en frente mio y di media vuelta, tenía que encontrar a Jimin.

Era obvio a qué hospital lo habían llevado, al más cercano, pero cuando pregunté por él me dijeron que fue dado de alta hace un par de horas y había ido con los detectives a la comisaría para rendir su versión. Las enfermeras no quisieron decir más, aunque rogara por saber más sobre el destino de él. Pero siempre existen ángeles o personas que un corazón más débil que se apiadan de ti. -Los detectives son de la Comisaría XX... (silencio) ¡Oye! Él no está bien de su cabeza, deberías alejarte... te ves una buen chico...-. Hice una venia y salí de ahí. Pero, ¿por qué mierda todos se han puesto de acuerdo para decirme lo mismo?... ¡No! No soy un bien chico... no me conocen, no saben mi pasado, no han visto mis demonios... ¿por qué avientan a la hoguera a las personas que cometen un error?

Entré apurado a la sede policial y escabulléndome pude distinguir a Jimin de espaldas con dos agentes. Suspiré y salí. Él debía tener su momento a solas. Simplemente me apoyé en los barandales de la entrada a esperar por él, para cuando sentí su aroma y ver su rostro, ni los ligeros cortes ni las comisuras de su boca lastimadas ganaban ante la belleza que lo caracteriza. Aún temblaba y se lo notaba dudoso, me miró, dio un pequeño brinco y pude entender la idea que cruzaba por su cabeza, era la misma que la mía... comer algo, ir de compras y descansar en su nuevo hogar. Yo, con todo mi corazón, quería ser ese nuevo hogar.

-Primero, vamos por ropa nueva, luego compraremos un café y una tarta de frutilla y podrás decirme todo lo que se está fabricando en tu cabecita-. Sonreí para cuando él me refutó caprichoso, -prefiero un té con una deliciosa rosquilla de chocolate doble, además yo elijo la tienda y tú pagas-. No me importaba si el siguiente mes tendría que trabajar el doble, pero yo iba a cumplir los gustos de mi omega. Además, la paga fue hermosa.

En el centro comercial, entramos como a seis o siete tiendas, era difícil decidir. El cuerpo perfectamente proporcionado no permitía más que apreciar cada ropa dibujándose idealmente a su contorno. Había momentos que no podía disimular más y prefería mirar hacia otro lado o pedir que le traigan otras prendas. Jimin solo sonreía victorioso y volvía al vestidor para seguir en el desfile de modas que me estaba regalando. Pero no podría anticipar la pregunta que vendría de camino al parqueadero, -¿de dónde mierda sacas tanto dinero?- seguido de un temblor, las bolsas tiradas por el piso y lágrimas apoderándose de esos bellos ojos negros. Me acerqué delicadamente a su oído, rodeando con mi humanidad toda la suya y susurré mientras que le regalaba mi aroma para que vuelva la calma a su cabeza, -no te preocupes omega... Es dinero limpio... Mi esfuerzo y mi trabajo diario... Te contaré todo sobre mi... No tengo nada que ocultar-.

Camino al departamento pude ver que se había quedado dormido en el asiento del copiloto, se veía como un ángel, tranquilo, pacífico, su piel canela y esos labios pomposos rosados, todo en él me era precioso. Mi lobo solo quería guardarlo en un palacio de cristal y que nadie lo vuelva a hacer daño, que nadie lo toque o lo codicie. Solo queríamos que sea nuestro. Verlo embarazado de un cachorro mio, despertar cada mañana y envejecer juntos. Mientras manejaba soñaba con la vida perfecta, sin dolor ni ofensas. Simplemente los dos siendo felices. Unas lágrimas se escaparon estando en el semáforo rojo... es que no tenía la mínima idea de qué debía hacer para salvarlo pero ahí estaba, caminando a tientas en una ruta llena de obstáculos y peligros. Si pudiese ver el futuro, quitara todo lo malo y solo le permitiría que se quede todo aquello que de fruto su enorme sonrisa junto con la risita chillona que podría silenciar el mar. En definitiva, solo era un idiota enamorado y no correspondido.

Primero bajé todas las compras, pero al abrir el departamento sentí algo extraño. Entré rápido hacia la habitación de Namjoon y no había nada más que su cama, los closet abiertos vacíos y su mesa de trabajo sin un solo equipo. Luego de llevarme su auto y salir de ahí, había recibido un mensaje de texto.

No seré cómplice de esta mala decisión. Mañana espero el auto afuera del estudio. Seguiremos trabajando juntos, pero no aceptaré vivir con ese omega bajo el mismo techo. Lo siento, tendrás que arreglártelas con el arriendo.

Así de contundente fue mi amigo. Así son las decisiones. Para algunos son vistas como malas, pero para otros sentimos que son las correctas, o viceversa. Lo que sí es que ninguna de las dos tienen marcha atrás.

Lo cargué en brazos del auto hasta mi habitación. Lo cubrí con una manta y salí a preparar la cena. Sabía lo que necesitaba... sentirse como en un hogar. No pienso obligarlo a nada que no sea de su agrado o que no provenga de su iniciativa. No quiero que me catalogue como uno más de esos imbéciles que lo buscan sólo por diversión. Tenía muchas cosas rondando en mi mente y primero tenía que organizarlas para continuar sin cometer equivocaciones.

Así perdido en mis pensamientos, me llegó su aroma ganando al de la comida en la cocina. Su mirada decía cuán confundido se encontraba, él debía tener un mayor número de nudos e ideas encontradas. Comió con un amable silencio, me ayudó a limpiar todo y luego se encerró en el cuarto de la derecha, el que he utilizado como mi estudio. Algo que escuché hasta quedarme dormido fue las innumerables veces en las que Jimin retorcía el seguro de la puerta para asegurarse que estaba puesto. Entonces empecé a entender que aquel omega no solo tenía miedos sino conflictos que podrían escapar de mi entendimiento, a menos de que me acerque tanto a él para que confiara y soltara todo ese dolor interior.

Es por ello que a las 6 de la mañana, aún no tan claro, me levanté con la firma decisión de ayudarlo de otra manera más. Sabía que regresaría a su departamento pero se encontraría con esos policías que ahora deben custodiar. El haberme encontrado con ellos cuando recibían las instrucciones de vigilancia, por ser un lugar en investigación, no era una coincidencia. Era la vida dándome una oportunidad. Me senté en el sofá que quedaba de frente a la puerta con mi jarro de café humeando en la mano y mi imaginación me dio las indicaciones exactas para que todo fluyera. Tres notitas y dinero, no necesitaba nada más para saber que todo esto ayudaría para que Jimin pueda cumplir lo que navegaba en su cabeza.

Segundo Intento • YM Omegaverso (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora