Segundo tiempo - Parte 10 🔥🔞

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(Texto largo y de contenido sensible +18)

¿Divertido? Para nada. ¿Cansado? Todos los putos días. Sin darme cuenta y sumido en mi nueva rutina, ya había pasado dos meses de atender en el café de Hoseok. Mi jefe se comportaba como con todos los empleados, sonreído y responsable, aunque casi no me dirigía ni la mirada ni la palabra. Jackson en cambio siempre tenía comentarios despectivos sobre los omegas, como calificarnos de putas o expresar asco por aquellos que salían con otros de su misma casta. En realidad no sé si el sabe de mi pasado, pero yo era el único de mi turno en medio de betas.

-Disculpa, puedo ordenar un expresso doble-, un alfa de cabello negro, alto, delgado y vestido de traje con aires de empresario. -Gracias, el vuelto te lo puedes quedar... pero no lo pongas en las propinas, es para ti-, me sonrió ligeramente con su amplia boca y se fue, de la misma manera en qué llegó. Segundo día en verlo y la misma dinámica. Así se volvió una constante de atenderlo en el café, él pedía su bebida de siempre, dejaba el vuelto y desaparecía.

Había empezado a fumar, invitado por uno de los betas del trabajo. Estaba luego del cierre, solo y junto a la puerta trasera. Saqué mi cigarrillo y cuando iba a encenderlo, esa voz elegante me detuvo: -¿te doy fuego?. Alcé la mirada y él estaba delante mío con el encendedor prendido. Lo puse en mi boca y fue hacia la lumbre. -Alguien con esa piel tan bonita que sea fumador, mmm, me llama la atención-. -Empecé hace poco...-. Se rió fuerte, -ahora entiendo por qué fumas esas baratijas. Vamos te enseñaré un buen sabor para tus pulmones-. Al parecer soy adicto al riesgo, porque iba camino a casa con tres paquetes nuevos en la mochila. Mientras que él ya se había desvanecido como siempre.

Ahora, no solamente, la rutina se trataba de pedir la bebida sino de encontrarnos a la salida de mi turno y compartir una breve charla con un cigarrillo en mano. Me agradaba mucho, me hacía sentir normal y en confianza. De esa manera le había contado toda mi vida, cuánto he sufrido y esbocé cómo mi mente me juega en contra cada cierto tiempo. Me desnudé espiritualmente por completo.

☆ • ☆ • ☆

Caminaba agotado con un regalo para Yoongi en la mano y en la otra el pastel navideño de receta especial, y mi mochila llena de tabacos. A Hoseok se le había ocurrido que era una excelente idea sacar una línea de pasteles para Noche Buena y Navidad, y el café fue una completa locura con la cantidad de ventas. Eran pasadas las nueve de la noche del 24 de diciembre y yo iba retrasado a la cena que mi alfa había preparado, pues decidió no viajar a su ciudad natal y pasarla conmigo. Me explotaba el pecho de la emoción, sabía que mi obsequio lo iba a alegrar.

Dentro del departamento, entre los dos, teníamos momentos dulces como ver alguna película acurrucados en el sofá o también noches donde nos vencía la lujuria y terminábamos en una de las camas derramando toda la pasión que requeríamos para calmar a nuestros lobos. En esas cuatro paredes, eramos alfa y omega, dos lobos predestinados a amarse, y si que cumplíamos con esas expectativas. ¿En el mundo exterior? El un productor y yo un mesero.

Abrí la puerta y un delicioso aroma a pollo frito me recibió. Con una gran sonrisa ese guapo pálido que se estaba adueñando de mi corazón, vistiendo un pesado suéter azul oscuro, pantalón de tela negro y un delantal protegiendo sus prendas. Yo exhalé tan fuerte que podía desvanecerme en ese mismo instante. Se me hizo agua la boca por deleitarme con su esencia, a la mierda la comida. Dejé en la mesa todo lo que pude, mientras que él retrocedía juguetonamente, me deshice de la carga y me lancé directo al sofá, llevándome su cuerpo conmigo. Yoongi, con su sonrisa que mostraba las encías, me abrazó por la cintura y yo inicié un ataque de besos.

Cada roce de sus manos, mi cuerpo se electrizaba y mi entrada palpitaba. Yo quería mi noche buena, aunque el chef a cargo me mandó a tomar una ducha y ponerme elegante, mientras él terminaba el menú. Luego de una media hora, salí de mi habitación con una chompa de felpa color verde, holgada para mi cuerpo pero que resaltaba mi cintura, y un pantalón cargo negro con botines de cuero a juego. La combinación de colores resaltaban mi cabello rubio, ganándome un suspiro luego de verme parado junto al comedor. Supe que la cena tal vez se retrasaría un par de horas.

Ultrajó mi boca con su lengua, cada rincón fue explorado y solo había una pausa para retomar el aliento y continuar. Enseguida sus manos estaban en mi pantalón, a lo que increpé de su apuro y solo me dijo con una voz profunda y sensual: - te quiero únicamente con este hermoso suéter, mi hada-. Me sonrojé... no sabía desde cuando había sido atrapado por él, en qué noche entregué no solo mi cuerpo sino mi corazón, en qué momento pasamos del sexo a hacernos el amor de esta manera tan propia.

Me incorporé del sofá, me quité todo de la cintura para abajo e intercambiamos los lugares. Mi cara quedó a la altura de su miembro y para mí fue una invitación a saborear lo que tanto me autoexigía. Me encantaba chupar su punta rosada, lamer las venas que se resaltaban y tragar entero hasta más allá de mi garganta, ejercitar mi mandíbula por su grosor, atorarme hasta lagrimear. Su humanidad me sacaba de juicio.

Aunque afuera teníamos -10 grados, Yoongi se desvistió en una sensual danza. Mientras movía sus caderas, se quitó los lentes de marco grueso; continúo con el buzo para enseguida tocarse sus pechos, pellizcarlos y manosearse su abdomen. A mí me latía la entrepierna y ya sentía mi dureza. Cuando fue el turno del cinturón, lo hizo lento seguido del botón y la cremallera. Ya se reflejaba su erección apresada en la tela de algodón de su ropa interior. Yo salivaba más de la cuenta y lamía mis gruesos labios, que aún tenía el sabor de su pene.

Desnudos, el se enterró en medio de mis piernas y succionaba la erección que él mismo provocó. Gemía, no me importa si los vecinos nos escuchan, cada uno celebra como gusta y a mí me gustaba demasiado lo que estaba sintiendo. Terminé en su boca y lo tragó; eso provocó que lubricara mucho más. Siguió hacia atrás y su lengua aflojaba mi entrada, me deleitaba con su fuego, es que me quemaba. Y estando listo, la primera estocada me quitó la respiración, así una tras otra. Luego yo estaba encima de él. Cambiamos a estar en cuatro, arrodillado en el asiento sintiendo su respiración agitada y los dientes mordisqueando mi nuca y mi espalda.

A pesar de pedirle junto a su alfa que termine adentro, él mantenía algo de humano responsable en cada encuentro. Aunque lo perdía cuando se encontraba entre su orgasmo y mi cuello. -¡No, espera! Lobito mejor muerde mis pechos por favor-, siempre repetía esta orden, es que no quería ser marcado, me consideraba demasiado inferior a su grandeza como para pertenecerlo por siempre. Yo solo quiero tu voz cuando dices mi nombre, así estoy atrapado en ti, -y- quiero nadar en ti.

Sin exagerar, esa fue mi mejor Navidad.


Segundo Intento • YM Omegaverso (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora