Tercer tiempo - Parte 19

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¿Dónde está mi ángel? Al final del día que alguien venga a salvarme, por favor. El suspiro de un día agotador. Creo que todo el mundo está feliz, ¿Puedes mirarme? Porque estoy azul y gris. El significado de las lágrimas reflejadas en el espejo ocultadas con una sonrisa, mis colores, azul y gris.

Mis días se habían convertido en una tortuosa rutina. Llevaba cinco días sin asistir a los salones y eso repercutió en un absurdo aumento de asistentes a The Heaven. Dormía por las mañanas y tarde, comía un almuerzo y me preparaba físicamente para lo que vendría en la noche con algo de pilates. En una habitación semioscura, luminarias rojas y moradas, los juguetes de colores que resaltaban como neones, las sabanas, la cama, el caballo y más en negro absoluto. El propósito es que sea una cita anónima. Solo cuerpos, tacto y gemidos. El primer turno iniciaba a la media noche, sexo salvaje, agresivo y lascivo por una hora y luego mostrar las pruebas, todos los preservativos usados en ese tiempo en una bandeja metálica. Me aseaba y descansaba lo que podía en un lapso de 30 minutos y volvía a otro turno. Únicamente tres turnos cada noche, pero el costo era cuatro veces una cita en los salones. Un servicio exclusivo para alfas y omegas de mucho dinero, tan exclusivo que podían hacer conmigo lo que querían.

Me desperté con una pena creciente en mi corazón, sabía que era el día siete y eso significaba que Yoongi me esperaría en ese destruido departamento. No tenía celular y tampoco su número telefónico, no tenía nada de él más que la certeza que cumpliría su palabra.

Cerca de las tres de la tarde volví a despertar. Ya no habitaba con V, él me había botado de su espacio. Ahora ocupaba la habitación más pequeña del piso alto, en donde cabía un pequeño closet para las pocas prendas propias que tengo, una coqueta para maquillarme y mi cama, junto a un baño primitivo. En verdad estaba viviendo la peor época de mi vida, tratado como una simple prostituta de la cual lucraban el mayor dinero. Lo más perjudicial es que de esas ganancias no recibiría ni un solo centavo. Todo como parte de mi castigo, ya que mi ex omega me había traicionado y contó a Jun-ho que llevaba olor a alfa, aunque supongo que no reveló la identidad, sino estaría muerta en alguna alcantarilla del barrio rojo.

No tenía ánimos para los turnos de esta noche. No dejaba de pensar en mi alfa. Y sin darme cuenta sonaba la alarma que me avisaba que tenía diez minutos para iniciar mi trabajo. Limpié mis lágrimas, aspiré toda la fuerza que pude obtener del vacío y sonreí. Así trabajé cada sesión, con la sonrisa más hipócrita que podía reflejar. Ningún cliente pudo ver mis ojos tristes, me dejaba cobijar por la oscuridad y la suciedad de una vida que cada segundo me quitaba ánimos para continuar. Terminé agotado, tomé una larga ducha en el agua fría que tenía derecho y me cobijé en esa pequeña cama... hacia mis sueños, donde era feliz con él paseando por un hermoso jardín de la mano de mis cachorros, viviendo lo que no tengo.

☆ • ☆ • ☆

Octavo día y golpes en mi puerta. Con la indicación de ese omega, me acerqué junto con todos al hall. Jun-ho hundió sus ojos en mi y yo solo supe reducirme en mi posición. -Nadie tendrá libre en los diez días que estaré de viaje-, murmullos de quejas, -no me importa si no les gusta... y por cierto, está prohibido salir de aquí. Así que ganen mucho dinero...-, se levantó del sillón y se acercó a mi oído -tú, más te vale que no planees nada, tendré vigilancia solo para ti-, alzó mi rostro y me regaló una sonrisa ladina y desafiante.

De nuevo la misma dinámica y a la media noche empecé la misma mierda de cada día.

Segundo turno con una sola indicación, nada de conversaciones. Cuando entré a la habitación, el cliente ya se encontraba ahí, sentado de espaldas a mi puerta, vestido completamente con un traje negro, una máscara negra que cubría la mitad izquierda de su rostro y música muy sensual de fondo, que provocó que mi cuerpo se mueva al ritmo. Eso hice, aproveché su posición para bailar libremente rozando su entrepierna, sus pectorales hacia su espalda. Podía escuchar unos ligeros pero roncos ronroneos de placer y eso me estimulaba a seguir haciéndolo, pero estaba disfrutando lo que hacía aunque no entendía el por qué de eso.

Cuando pude sentir la erección guardada en ese pantalón de tela costosa, empecé mi trabajo oral y una mano en mi mentón interrumpió mi propósito. Me sentó en su regazo, podía sentir como sus manos recorrían mis muslos hasta mis nalgas, yo solo vestía un pequeño jumpsuit falda de cuero. No podía decir nada, solo jadear por el placer que me provocaba su tacto, unas manos grandes y delgadas que se detuvieron en mi entrada para comenzar a expandirla. No podía negarme, solo disfrutarlo y dejar que el también lo disfrute. Seguía enloqueciendo, su experiencia era delirante y podía probarse por mi humedad que ya estaba mojando su pantalón.

Sentí un suave aire desde mi cuello hacia mi oído. -Sé que este placer solo yo te lo puedo provocar...- un casi inaudible susurro y me quedé quieto automáticamente. Sabía exactamente a quién le pertenecía esa voz. Acarició mi espalda sin retirar sus labios -volverá cada noche por cinco días más... siempre a la misma hora...-. MI respuesta no fue más que lanzarme a su boca e iniciar una loca batalla por necesidad. Ahí estaba, en medio de la oscuridad, el alfa que amo con todas mis fuerzas, con las mismas fuerzas que hicimos el amor por una hora, preservativo tras preservativo, sin perder un minuto de poseernos. Tal vez mañana pregunte cómo lo hizo, pero por hoy solo quería sentirme intensamente amado.


(Un episodio corto pero para que lo imaginen de largo)


Segundo Intento • YM Omegaverso (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora