TERCERA PERSONA LXXIX

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Damasén fue embolsado y superado por Belona. El ejército estaba a la ofensiva, pero los soldados estaban listos para retirarse y responder.

Sin embargo, todavía estaba rodeado por tres flancos. La situación era crítica.

"Al frente, el campamento principal, 10,000"—analizaba Olimpo—. "A la izquierda, las reservas de 5,000... Y a la derecha, 10,000 soldados que estaban ocultos".

El dios de la montaña hizo una mueca.

—Este es el tipo de guerra de la que estamos hablando...—murmuró—. ¿Cómo es posible que nosotros, que debíamos rodearla, estemos siendo rodeados?

Se volvió hacia su general, sorprendiéndose al encontrarlo temblando y sonriendo a causa de la irrefrenable emoción.

—Maravilloso—exclamó Damasén.

—¿Eh?

El gigante alzó la cabeza al cielo.

—Este artístico embolsamiento de Belona... nunca pensé que vería algo así con mis propios ojos.

Bajó la cabeza y se tomó algunos segundos para respirar, pensar y meditar. Luego, una nueva sonrisa se ensanchó en su rostro, sus ojos brillaban con determinación.

—¿Nos mantendremos firmes y esperaremos a que otras unidades vengan a rescatarnos...? NO. No podremos resistir mucho más si estamos completamente rodeados. ¿Encontraremos un camino a la derecha...? NO. No sabemos qué hay tras las lineas enemigas, así que el riesgo es demasiado grande. ¿Si avanzamos para tomar a Belona...? NO. Seremos flanqueados por ambos lados, quedando desprotegidos y aniquilados en poco tiempo. Un perfecto embolsamiento y aniquilación. Voy a morir si no hago algo...

—M-mi general...—balbuceó Olimpo.

Entonces el suelo retumbó bajo las patas de un drakon, y un dios de la montaña se abrió paso hasta dónde el líder del ejército.

—¡¡Mi general!!—Oreo se detuvo para tomar aire por un instante antes de volver a alzar la mirada, sonriendo con cansancio—. Es una situación bastante mala...

Damasén volvió su montura para mirar a sus interlocutores.

—No me extraña...—repasó a las tropas con su mirada y luego volvió a pensar en la formación enemiga—. Ahora estamos escapando del embolsamiento artístico de Belona. Tengo la oportunidad de emprender la mas difícil y grande de mis pruebas... ¡Qué feliz soy!

Olimpo le miró extrañado, mientras que Oreo no hizo más que seguir sonriendo.

"Sabía que estaba loco"—pensó.

La mirada de Damasén se tornó seria.

"No sé si saldré vivo de aquí"

Se miró a sus generales.

—¡Olimpo, te ordeno que cargues directamente contra el ejército central enemigo con 8,000 hombres, que es cerca de la mitad de nuestro escuadrón!

El dios de la montaña abrió los ojos por sorpresa brevemente, luego agachó la cabeza.

—Mi general... eso es...

—Acepta esto—respondió Damasén—. Tú morirás para que yo pueda escapar. Necesito que me des tu vida. Por el bien de los demás, ¿morirías por mí?

Olimpo suspiró, alzó la cabeza y sonrió.

—Por supuesto... ¡Con mucho gusto!

Damasén le sonrió levemente de regreso en gesto de aprecio, luego alzó su mano en alto y volvió a endurecer su tono.

GIGANTOMAQUIA: La Casa de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora