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Cuanto podría haber pasado, se sentía como un siglo, un siglo muy abrumador, ruidoso y repugnante. Los dos, ahora hombres, en esa habitación sentían exactamente esa sensación, no era muy bueno que sus padres solo los ubieran llamado para comprobar y asegurar el futuro de las familias. Eso conserva a la realización de las uniones tanto carnal como del alma con una mujer, o eso era lo que los hombres entendían.

-Quiero que consigas otra estúpida mujer, la familia Suli de Japón tiene una hija, te casaras con ella. Es algo vieja pero servirá.

-Eso es imposible padre, no deseo tener otra mujer, me casaré con la que traje -su voz era prácticamente robotizada.

-No seas idiota, una buena mujer es sumisa y da su completa existencia al hombre, esa estúpida niña que trajiste nisiquiera sabe cerrar su boca.

-Te sugiero padre, que no la vuelvas a llamar de esa manera -Esta vez un tono mucho más autoritario y molesto se escapo de sus labios.

-¿Disculpa?, ¿a quien crees que te dirijies escoria?, no eres más que un preventivo, así que cierra tu boca, obedeces y da la gracias que viviste rodeado de lujos.

-¿Rodeado de lujos?, siquiera cometía un maldito error me tirabas a la jaula de los perros.

-¿Y?, ¿acaso te falto comida?, ¿ropa?, personas al rededor?, no seas estúpido.

-Me falto infancia- Lo había esparcido con tanto odio y repugnancia, que heló la sangre de los presentes.

Un fuerte asote se pronunció y de un golpe seco el segundo hermano cayo al suelo. El padre mayor solo lo miraba aún con el vaso de cristal partido entre sus manos, aún derramando el wiski que recién se había servido. Alexey se sostenía la cara seguramente tenía una gran cortada por la cantidad de sangre derramándose.

-Ubícate, maldita escoria, eres igual a tu madre, solo que con ella la doblege de otra forma.

A alexey le invadió una repentina repugnancia, solo con imaginarcelo. Su mirada adolorida se dirigió a su madre que aguardaba sobre la pared con su cabeza agachada a unos metros de su padre, no le había siquiera mirado y no la culpaba.

Vladimir tampoco lo iso, sabía perfectamente que si siquiera intentaba ayudar a levantar a su amigo, el comande de los Bekker no dudaría un segundo en meterle una bala en el cráneo.

-Y tú, ¿cuando carajos vas a traer una esposa?-Hablo el padre de Vladimir. Su fuerte asentó y su voz ronca delataban su notable enfado.

-Padre, no la trere jamás, no tengo esos-...-Hablo Vladimir, más bien para el, sin poder terminar de hablar.

- ¡Ahora resulta que tu hijo es un marica!

- ¡¿De donde sacaste esa semejante estupidez?! Eres mi maldito hijo, no dejaré que manches la línea familiar. Mañana mismo te traeré una esposa y te casaras.

Los hermanos de los jóvenes escuchaban con atención en el sofá de la oficina.

-Padre le reafirmo que eso no pasará, le aseguro que en el mismo altar me meteré una bala en la cabeza.

-¡Insolente!, son una vergüenza para sus familias.

El veterano de los Bekker sólo asistió.

Vladimir sin preocuparse y vajo las atentas miradas ayudó a que su socio se levantara y salió a rastras de la oficina.
Sentía un horrible sentimiento, que para su edad y madures ni siquiera tenía que pensarlo pero lo invadía de una manera abrumadora, y sin siquiera preguntar, sabía que su compañero tenía la misma sensación.
Entraron al cuarto de Alexey, por petición de su socio lo dejó y se fue.

El dolor en Alexey no paraba, pero algo mucho más doloroso que lo físico lo abrumaba.
Pronto sintió la puerta del baño abrirse y pasos apresurados dirigirse hacia el.

-¿Que te paso bastardo?-Hablo esa voz que tanto lo ayudaba.

-Nada importante, una pequeña disputa.

Ella guardo silenció por unos segundos, que para mí se convertían en horas.

Luego sin siquiera un aviso un manotazo llegó a mi nuca, lo suficiente fuerte para hacerme toser un poco de ese líquido rojizo.
Ella solo se alejo al baño, para luego traer el botiquín y sacar todo lo necesario para coser una herida, con una gasa empezó a limpiar -lo cual ardía como la mierda- me aguante como pude ese ardor, aunque parece que no lo hice muy bien recibiendo otro golpe, un poco más suave - Luego tomo la aguja y empezó a coser la herida que se ponía un poco más arriba de la ceja derecha, era doloroso pero lo pude aguantar, luego termino de ponerme un parche y guardar todo otravez.

Seguía en silencio, ninguna palabra,siquiera ponía alguna esprecion.

Termine cediendo.

-Mi padre no te acepta y quiere casarme con la hija de otra familia, mañana seguramente la traerá -Era frustrante me empecé a restregar el rostro.

-El tema es que quieres hacer tu, y estaré pendiente de eso, porque estas jugando con mi maldito destino -Se tomo un segundo para meditar- y ve al baño apestas.

Ella simplemente, recogió algo de mi ropa y se metió al baño. Era extraño, ¿no me había dicho hace un momento que me tenía que meter en ese lugar?

Una sonrisa se me dibujo, simplemente corrí al baño.

...

Al entrar el vapor caliente me golpeó el rostro, la busqué con la mirada, encontrándome con un deleite para mis ojos.

Acostada en la tibia bañera con espuma, flores de loto flotando en el agua, su pelo suelto y empapado. Su mirada se clavo en mi, sin darme cuanta estaba paralizado.

Una sonrisa latina se me formo,¿como podía enamorarme de una chica así?

-¿Que esperas?, métete de una vez- me dijo con una notable molestia.

Me apresure a desvestirme, note cono ella volteo la vista estaba sonrojada, por mi o podía ser por el calor en ese cuarto, prefería pensar en la primera. Me acerque y su cuerpo se acomodo más adelante para dejar un espacio a su espalda me metí y acomode, ella había quedado entre mis piernas, para luego tirarse hacia atrás apollandoce en mi pecho, sus ojos estaban cerrados y una expresión relajada inundaba su rostro.

-Quiero que me laves el pelo.

Rápidamente tome los jabones y empecé a masajear con laves circulos su hermosa melena. El calor me relajaba, que me dejara acariciarla era exuberante, pero recién me había dado cuenta de que estábamos juntos, sin ropa, tocandonos.

Me sentía como un niño tocando un juguete prohibido, algo que se me había prohibido acercar y mucho menos tocar.

No se cuanto estuvimos en ese baño, pero sabía un ninguno de los dos quería irse.

...

Estúpido mafioso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora