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La casa era grande, llena de cuartos que descubria poco a poco, en una de sus cuantas salas descansaba un viejo violín empotrado en una vidriera, observando al piano como centro del cuarto llenarse de polvo con el paso del tiempo. Le habia preguntado a Ale sobre ese violín, con un movimiento de hombros me dijo que no sabia exactamente quien fue su dueño, pero que por unos gravados que tenia en su interior reconocía a la antigua monarquía rusa como sus dueños.
Me quede un largo rato observando las letras gravadas con oro en su costado. La escritura encantaba con la belleza de sus trasos, era delicada y simple, como su fuera una brisa. Supuse que abría sido de la esposa del zar, o de alguna de sus hijas. Después de todo solo podia admirarlo através del cristal.
Segui caminando a través de las puertas, mirando el bosque por los grandes ventanales y buscando calentarme a aun costado de la estufa.
Puse mis pies desnudos en dirección al fuego, mientras pasaba aburrida las hojas de un libro empolvado. Miré a mi alrededor, los empleados aún estaban limpiando todo el lugar, sacando todo paso del tiempo que se alla podido acumular trás de algún mueble.
Miré al bosque, el viento asotaba las copas de los pinos con brusquedad y el silvido del viento contra la fachada amenazaba con querer derrotarla. Las aves en los nidos protegiendo sus huevos, temblando por el frio y la llovizna que caia sobres sus alas. Tocaba con rítmica la tapa de aquel libro, mientras mi mirada se perdia entre los troncos de los bosques, hoy habia desayunado bastante, pero aun así mi estomago se sentia vacio.

Era una sensación...extraña

--¿Donde estará?

...

--La asamblea general de las naciones está hablando, no están para nada contentos con tus acciones y nuevos compromisos. Nesesitan dinero, si sacan más de lo usual de las cuentas de banco las personas empezaran a volverse más caóticas. Y como bien sabes los políticos no quieren eso.

--Al diablo esos bastardos.-- dije frotandome la cara disgustado, busqué entre los cajones otra caja más de cigarros, ya iba por...la ¿tercera? Al menos ella no se daría cuenta, en cambio una sola gota de whisky lo delataria.

--Serán o no, perder sus contactos nos sacarian los nuestros. Quieren dinero, tu dinero, ellos saben que tu puedes sacarlo de alguna parte, la ONU ya es demasiado obia con sus acciones preferentes a USA, si se mueven sus lazos caerían. Sabes como son, les esta afectando que ya no eres tan violento en tus actos como antes y con la acompañante que te vieron llegar en la junta administrativa, están dando que hablar.

Denuevo la pantalla, habia estandolo indormando durante tres horas, Sylar la heredera a la corona británica una corrupta igual que toda su familia, pero al menos le servia para estar enterado de las acciones políticas más a fondo. No era más qué una perra asquerosa, más, su voz le fastidiaba más de lo que debería. Y otra cosa..

--Yo digo que te deshagas de ella, no sirve para nada después de todo y esta causando muchos más problemas de los que debería una prostituta. --Su tono despectivo era más que obio, perturbado mis entrañas como una plaga.

--Mejor cierra el osico Syla, metete en donde te incumbe y nada más.

--¿De que te sirve seguir acostandote con la misma mujer eh?, yo te he dicho unas cuantas veces que podemos hacer lo mismo, además tendrías el trono y paso libre para las actividades de mi familia en el congreso.

Suspire lo más calmado que pude, no serviria de nada gritarle, además si lo hacía seguramente atraería la atención de mi chica y no quiero lidiar con eso ahora.

--Mirá, Sylar, no quiero nada contigo este lazo que tenemos es simplemente para el trabajo del congreso, no pretendas nada ni tampoco lo insinues más, me cansas y fastidias. La única vez que me acoste contigo fue porque fuiste la primera persona que se me cruzó mientras estaba borracho, así que deja de fastidiarme. No te importa con quien me acueste ni que lazo tenga con esa persona...Si no hay nada más que informar me retiro.

Apague rápidamente la televisión antes de seguir escuchando su emergente grito. Dejé la caja de cigarros sobre la mesa, queria verla, me habia encerrado toda la mañana a hablar con esta perra, ahora era tiempo de tranquilizarme al menos un poco.
Camine lentamente por los pasillos, aún me pasaban recuerdos de la charla que habia tenido con Vladimir camino aquí, estaba abrumado, demasiado. Me pare en seco cuando al entrar al salon la vi de espaldas mirando a la nada, cerre mis ojos con fuerza y me volvi a tragar todo. Caminé, escuchandola dar toques sobre la tapa de algo, al llegar la envolvi en mis brazos hacercando su espalda contra mi pecho con fuerza, la notaba algo tenza.

--¿Que hacias con ese ruido princesa? --le susurre al oido.

--Ah, no, nada simplemente pensaba.

--Pensabas. -- repetí, empeze a jugar con su cabello despeinado --Esta algo seco y feo.

--Como tu verga. --respondió casi al instante, me abalanze sobre ella, cargandola como un costal de papas.

--Vamos a comprobarlo entonces. -- dije con una sonrisa.

--No gracias, ya bajame. -- empezó a patalear mientras la llevaba al cuarto, luego de algunas cuantas nalgadas paró y entre sus insultos la baje a la cama.

--Quedate quieta señorita, vamos a ver que tan fea la tengo.

Me puse sobre ella entre sus piernas, empezando a besarle el cuello con delicadeza, tenía que intentar no ser brusco con nada. Lo cual me exitaba aún más.

-Dije que basta, enserio detente.

Ella seguia forcejeando, intentando sacarme de ensima. Empeze a acariciala mientras seguia mi trabajo, algunos toques le hacian cosquillas y otros la paralizaban o la hacian moverse más. Esos movimientos constantes, me ayudaban a estar listo más pronto de lo esperando para mi labor. Me enderezé un poco para sacarme la camisa que traia puesta y con un poco de esfuerzo le saque tambien la de ella. Se habia puesto callada luego de mis toques, su cabello estaba alborotado, su pecho subia y bajaba por el esfuerzo, sus piernas a cada lado de mi; me fascinaba esa vista.
Me incline sobre ella, volviendo a besarla intentando que no me corriera la cara; saque su brasier rápidamente y en consecuencia ella me tapó los ojos como si la vida dependiera de ello.
Una leve risa se me escapó.

--¿Que hace la señorita?

--Es vergonzoso lo que haces, basta o dame mi camisa.

--Mmh, pero si ya te he visto desnuda y yo mismo te eh vestido, que diferencia tiene esto.

--La que soy consiente de ello.--Sonreí

--Bien, entonces espero que lo seas.

Sin hacer mucho esfuerzo, puse mis labios sobre uno de sus pezones y enpezé mi arduo trabajo, sentí como empezó a patalear aún no soltaba palabra alguna, pero sabía lo que sentía. Sus movimientos solo me desesperaban más por sus constantes roses con mi intimidad, mi libido estaba muy fuerte en este momento. Solté mi trabajo por un momento, estaba bastante rosita desearia verlo todo el tiempo, luego les sacaria una foto.

--No sabes lo desesperante que es esto. --dije sobre sus labios.

--Que te desespere entonces..

...

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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Estúpido mafioso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora