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-"Ni ningún bar donde tomar anís! ~"

Sus audífonos sacaban una alegre música de alguna banda extraña que allá encontrado. Mientra ella bailaba mientras se arreglaba algo alegre cuidando de no hacer mucho ruido, las cortinas aún descansaban cerradas impidiendo el paso del Sol pero aún dejando pasar el cántico de las escasas aves.

Pronto término de arreglarse, un ligero y hermoso vestido de seda blanca que se ajustaba en su cintura, se miro en el espejo cuidando que el maquillaje estuviera perfecto porque no queria derrochar todo el rato que pasó intentando aserlo aunque lo único que fuera era un delineado, chueco, pero era un delineado.

Suspiro, había arreglado su pelo tenía varios risos que también se mezclan con sus ondulaciones. Había decidido dejarlo suelto y ponerle bastante volúmen, hace bastante tiempo que no se veía de esa forma tan arreglada, seguramente desde un tiempo antes de toparse con Alexey.

¿Cuanto tiempo había pasado?, ¿Un año...tal vez dos?

Se sacó de manera perezosa los audífonos y los dejó sobre el escritorio, volteo su vista por última vez a la cama donde descansaba Alexey, no parecía que se despertaría en un tiempo temprano bajo la mirada y salió cerrando la puerta tras ella.

Le esperaba una larga mañana.

...

El hombre en aquella inmensa mesa also su mirar al proveniente de aquel molesto ruido, que usualmente nisiquiera se presentaba tan temprano en su mañana. Fruncido su seño apenas reconoció aquel rostro.

Trague saliva antes de caminar y sentarme en la silla junto a quel hombre. Podía sentir su disgusto ante mi presencia pero decidi ignorar su mirar y llame a uno de los mosos, que tan pronto como empezó a acercarse se plantó y volvió a su lugar con una referencia ante la seña que le había echo su amo.

--Tengo hambre y usted no irá a prepararme el desayuno -- hable como si estuviera hablando con cualquier persona y empese a jugar con una de las tantas cucharas que había en la mesa.

-- Eres tan insolente como él, será mejor que te vallas. Mis hombres te llevarán lejos y te pondrán en una bolsa, así que vete a despedirte o lo que ase la gente.

Dijo para tomar un sorbo de su té, lo saboreó un poco las yerbas esta mañana sabían algo extraño.

-- En ese caso espero que la bolsa sea de color violeta, porque las básicas negras ya está pasando de moda.

Volvi a mirar a aquel moso que seguía con la mirada en el suelo.

--¡Oye!, Si no vas a acercarte traeme un capuchino con pan y cualquier mermelada.

El mozo vaciló unos momentos, decidiendo si acatar la orden de la chica o no aunque como el anterior grito de la chica este también lo sobresalto como a su amo.

--Mi esposo no estará conténto si se entera que me van a tener muriendo de hambre.

Y como si el mismo Alexey ubiera puesto un arma en la cien del chico camino perdiéndose en los pasillos.

--No es tu esposo, su prometida esta por embarcarse hacia acá y ahora lárgate, estas envenenado mi mañana-- dijo severo sin sacarle la vista a la muchacha como lo había hecho desde que llegó a la sala.

--No me importa, lo menos que me importa es usted o su tranquilidad si así lo quiso yo misma le envenené su té..o bueno le dije a su personal.

El hombre se tenso, unas fuertes ganas de vomitar lo invadieron llevo una de sus manos a su boca tapandola con su palmarés, cerró sus ojos con fuerza y con todo su odio de su ser le hablo.

--Maldita perra.

--Si supiera la infinidad de cosas que se pueden lograr con solo pronunciar el nombre de su hijo, no me imagino lo que habrá echo Alexey para tener esa reputación.

Dirijo mi mirada al hombre que aún con su mano en su boca temblaba lijeramente. Era viejo, el estaba consiente de ello, su cuerpo no resistiria ningún tipo de veneno.

Rápidamente la figura esbelta del mozo se asomo por la puerta trayendo una bandeja con su pedido poniéndola frente a ella. Para luego tan rápido como entró, marcharse.

Comenze a comer pasando por alto la asesina mirada del hombre hacia mí.

--Eres una-

--Ahorremos los insultos viejo --hable para limpiar mis labios con una blanca servilleta-- no estoy acá para escucharlo a usted, se lo diré directamente acaba de consumir un par de gotas de veneno, tengo el antídoto conmigo, tiene menos de siete punto ocho minutos para consumirlo o el veneno habrá cosido lo suficiente su estómago como para que se desaga y lo cuesa por dentro. Si intenta hacerme algo lo romperé y no lo conseguirá lo suficientemente rápido, sabiendo que tiene primero que averiguar qué especie exacta es.

Dije firme dando una mordida a mi pan con mermelada.

--¿Y que carajos quieres mald-..mujer?

--Que trate mejor a su esposa, que nada le a echo y que deje de atormentar a Alexey y Vladi. No les a echo nada contra ustedes, y que vengan con heridas no me agrada nada.

--Son unos bastardos incompetentes -- hablo para porfin sacar la mano de su cara.

--Sean lo que sean no merecen ese trato, mucho menos por el echo de querer estar con quien se les antoja estar.
Y lo de su esposa, quiero que sea bueno con ella, en algún momento lo habrá querido y no merece el trato que usted le da, parece más su sirvienta que su esposa.

El simplemente se quedó callado mirándome con odio.

--Y sobre lo de Alexey y yo, eso lo decidiremos nosotros no ustedes, no sé meta y deje que su hijo haga su maldita vida.

--¿Y que te asegura que cumpla esas cosas?

Mi seño cambio al escucharlo.

--Que si no llegará a hacerlo, yo podría llegar a lastimarme, culparlo.. -- me tome un segundo para mirarlo fijamente -- y por lo que veo en su lenguaje corporal sé que le tiene suficiente miedo al descontrol de su hijo si algo llegará a pasarme.

Seguí tomando mi capuchino con total tranquilidad, ase bastante tiempo que no soltaba una amenaza.

--Tick Tack, señor Bekker.

--Bien, lo aré, doy mi palabra, dame ya esa basura.

Dijo para extender su mano, le di un vistazo, bebí el último sorbo de café y me levanté. Comenze a caminar de regreso a mi habitación.

--¿Que crees que haces?

--A cierto, cierto -- balbuceo -- no hay antídoto, no hay veneno. Solo un poco de rucula, siempre da ese gusto extraño a las cosas.

Seguí mi camino escuchando los fuertes insultos del viejo, una sonrisa adorno mi rostro.

Mientras subía las escaleras una figura aún adormecida esperaba al final de esta, llevaba solamente un pantalon de pijama gris que le quedaba bastante grande y llegaba hasta el piso casi asiendo que sus pies descalzos se pudieran tropezar, dejando al descubierto su trabajado torso, se frotaba la cara cual niño resien despierto. Seguramente los gritos de quien era su padre lo alertaron, la imagen mientras terminaba de subir la escalera era muy linda.

Termine de subir quedando junto a él, pase ligeramente mi mano por su cintura llegando a su espalda para acariciarle, le miré, el aún con los ojos inchados se inclinó y iso un puchero serca de mi rostro, rodeando sus brazos aleredor de mi cintura.
Tome su rostro con mi mano libre y le di un ligero beso en sus labios, para luego el se escabullera a mi cuello.

Fue un largo rato, solo esperaba que todo mejorará.

...

Estúpido mafioso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora