Capítulo 46

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Una perdida nos podía consumir de tal manera que podríamos actuar como un robot sin emociones, bloquearnos hasta el punto de no querer hablar para no decir como nos sentíamos realmente, ignorar a todo el mundo para evitar las miradas de lastima, i...

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Una perdida nos podía consumir de tal manera que podríamos actuar como un robot sin emociones, bloquearnos hasta el punto de no querer hablar para no decir como nos sentíamos realmente, ignorar a todo el mundo para evitar las miradas de lastima, intentar refugiarnos en nuestra propia mente, la cuál era un caos porque habían tantas cosas sucedió que no sabía dónde esconderte.

¿Dónde podías esconderte cuando la tristeza, el enojo te consumía a tal punto que lo único en lo que podías pensar era en provocar lo mismo que te habían provocado a tí?

Alma había estado buscando mucho tiempo la manera de canalizar su dolor, como lo hacía antes.

El problema era que... Alma ya no era la misma de antes.

Desde que intentaron abusar de ella, Alma estaba empezando a tener un cambio drástico en ella. Todos los días recordaba el miedo, la vergüenza e impotencia que sintió cuando esos tres chicos la acorralaron en el pasillo, el asco que sintió cuando pasaban sus manos por sus muslos o cerca de sus senos.

Agradecía mucho a Neville por haberla salvado, fue muy valiente de su parte arriesgarse de esa manera por ella.

Pero esos recuerdos la atormentaba cada noche junto con los ojos sin vida de Cedric.

Esta noche era una de esas dónde sus pesadillas podían más que el cansancio del día por lo que se levantó sobresaltada por los recuerdos de su mente, su corazón latía frenéticamente y su respiración era irregular, busco con su manos los cuerpos de Draco o de Theodore, recordaba haberse quedado dormida en medio de ellos pero ahora no estaban.

La luna todavía brillaba en el cielo nocturno, la madrugada aún seguía presente por lo que Alma no entendía ¿Dónde se encontraban sus novios en este momento? Se levantó de la cama y busco sus pantuflas para salir de la habitación, las mansiones en las noches eran aterradoras, todo estaba muy oscuro y el frío provocaba que su mandíbula tiemble.

Bajo las escaleras con la esperanza de encontrarlos en la cocina, estaba vacía.

Al igual que el comedor y la sala de estar, en el jardín no parecía haber ninguna vida más que la de los animales que se escondían en el enorme bosque que se encontraba en el patio trasero. Soltó un bostezo un poco cansada, empezó a caminar con el objetivo de regresar a la habitación, pero, tuvo un presentimiento extraño que la hizo caminar más allá de las escaleras.

Justamente por aquel pasillo oscuro que evitaba porque había algo que no le gustaba de aquel lugar, todo era aún más frío, aún más tenebroso y extraño, pero, justamente en este momento parecía pedirle que se acercará, había notado algunas tarde que en el fondo había una puerta, le daba curiosidad pero el miedo era más grande por lo que nunca intento abrirla.

Siguió derecho y con cuidado puso la mano en el pomo girando lentamente logrando que está abriera con facilidad. Se dió cuenta que habían unas escaleras y se escuchaban quejidos abajo, se preocupo y empezó a bajar con cuidado y en silencio aquellas escaleras.

La dulce Hufflepuff Donde viven las historias. Descúbrelo ahora