Capítulo 48

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Una pequeña gota de sangre se hacía paso desde el rostro de la chica, bajo con cuidado por todo su cuello, paso por el valle de sus senos hasta su vientre, dónde se vio interrumpida por una mano que tomo por la cintura a la chica y la atrajo más h...

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Una pequeña gota de sangre se hacía paso desde el rostro de la chica, bajo con cuidado por todo su cuello, paso por el valle de sus senos hasta su vientre, dónde se vio interrumpida por una mano que tomo por la cintura a la chica y la atrajo más hacía él para que siguiera subiendo y bajando encima de su polla.

Las sábanas eran la auténtica escena del crimen, con la sangre haciendo un desastre en las almohadas, en las sábanas e incluso en el mismo colchón.

Una de las almohadas tenía una mano como recuerdo de una de las posiciones favoritas de Theodore Nott.

Alma se dejaba besar por Theodore mientras Draco la penetraba con fuerza. Los tres necesitaban un tiempo a solas y después de encargarse de aquellos cabos sueltos, la celebración era lo único que pasaba por la mente de los tres chicos quiénes disfrutaban cada caricia, beso o gemido del otro.

Hacía mucho tiempo que los chicos habían dejado de tener intimidad y necesitaban aprovechar este momento al máximo, tenían miedo de que Alma regresará a estar callada y retraída.

Draco tomo a Alma del cuello y la recostó en la cama para abrir más sus piernas y empezar a penetrarla con fuerza, la cama chocaba una y otras vez contra la pared.

— Abre. — Theodore le ordenó mientras bombeaba su polla en la cara de Alma.

Abrió la boca, dejando que todo el semen de Theo cayera en su boca y parte de su rostro, saboreandolo como si fuera un manjar, al mismo tiempo Draco la llenaba por completo del suyo.

Con la respiración agitada los tres se recostaron un rato en la cama, las personas que se iban a encargar de limpiar las consecuencias del juego que inventó Draco ya se habían ido hace tiempo, ahora solo quedaba los rastro de sangre que los tres compartían y tenían que quitarse antes de bajar a cenar.

— ¿Ya te he dicho lo linda que te ves con el rojo? — Le hablo Draco dejando pequeños besos en su cuello. — Te ves hermosa.

— Mucho. — Lo apoyo Theodore.

— ¿En serio? ¿Dejaras entonces que me tiña el cabello de rojo como los gemelos me han dicho?

Draco frunció el ceño y se alejo de ella para mirarla con seriedad.

— Jamás, quiero que seas una Malfoy no una Weasley. — Pronunció con asco el apellido. — Ni lo pienses.

— ¿Tú qué dices, lindo? — Le pregunto a Theodore para atraerlo hacía ella y dejar besos por todo su rostro.

— ¿Eso es lo que quieres? — Le pregunto.

— Theodore. — El platinado le hablo con un tono de advertencia.

— Ves, Theodore siempre me da lo que quiero.

— Por eso eres tan malcriada y consentida. — Rodó los ojos.

La dulce Hufflepuff Donde viven las historias. Descúbrelo ahora