Un día aparecen en tu cafetería unos hombres de traje a los que no habías visto en tu vida por la ciudad, con la extraña coincidencia de que ahora parece que están en todas partes, pero quién estuvo donde no debía fue Beca la noche en la que escuchó...
-Un poco, quizás nos podemos ver en otro momento pero no hoy.- habló levantándose, iría a su casa a pensar en lo que había pasado.
-¿Te vas? Si quieres puedo llevarte.
-Tranquilo tengo coche- dijo bordemente mientras seguía de largo dejando al chico que había dejado de insistir atrás. .................................................................. Llegué a mi casa y abrí la puerta con algo de nervios mientras que me dirigía hacia la cocina. Con prisas abrí el cajón de las medicinas y saqué rápidamente algo de clonazepam y valium, por separado tenían un efecto magnífico como relajante muscular y ansioso, pero en estas situaciones donde ningún pensamiento de mi cabeza paraba me pareció la mejor idea.
Sin embargo no pareció tan buena idea cuando se escucharon unas llaves chocando contra la cerradura avisando de la llegada de Koko a casa de Rebeca.
-Beca- llamaba para encontrarla.- ¡Beca!- repitió caminando por el sillón.
-Aquí- mustió vagamente desde la cocina, afectada por el cóctel de pastillas.
-¿Qué coño te pasa?¿Estás bien?- dijo al observar a Beca sentada en el suelo de su cocina con los ojos entre cerrados- ¿Que mierda te has metido?- habló mientras la ayudaba a levantarla.
Con algo de dificultad agarró los envoltorios de las pastillas y sonriente se los enseñó sin mediar palabra.
-Dios eres imbécil- suspiró algo aliviado al ver que solo había sido un colocón y que no estaba en peligro- Menos mal que he venido yo y no Sanzu, sino el te habría acompañado.
Una risa tonta escapó de los labios de Beca- Perdón- susurró- no queria preocuparte.
-Tranquila- dijo mientras la acompañaba hasta el sillón- Solo venía a decirte que todo va bajo control.
-¿Qué?- preguntó incrédula.
-Lo sabrás en su momento, sabes no es bueno hablar de temas serios o paranoicos cuando has consumido algo.
-Supongo, Mikey me tiene que estar odiando por como le hablé.
-Bueno... sí, pero es justo lo que queremos ¿no?- habló Koko intentando amenizar la situación.
-Si claro, solo tengo que intentar que una panda de criminales me odie, hasta que descubra quien me está haciendo "la bromita telefónica"- respondió Beca con ironía.
-Bueno bueno, lo único que tienes que pensar ahora es en dormir.- dijo guiándola hasta el dormitorio agarrandola por la cadera y sujetando la mano de ella al rededor de su propio cuello.
-Creo que es una genial idea, obviando el hecho de que tenéis llaves de mi casa y...-
-No te preocupes, esperaré a que te duermas y tendré a raya a esos perros- vaciló Koko.
-Me sentiría más segura si te quedas- le confesó quedando en ropa interior par dormir. Kokonoi miró hacia otro lado en señal de respeto a la mujer.
-Eres muy educado Koko- dijo cogiéndole delicadamente del mentón para hacer que la mirara.
-Rebeca no creo que sea el mejor momento- contestó esquivando su mirada.
-Perdona, no pretendía hacer nada- dijo con una sonrisa dulce, estaba aturdida y mareada por las pastillas, así que hablaba en un tono muy suave y dulce. Se agachó un poco y besó la mejilla de este cerca de la comisura de sus labios.
Koko sujetó con delicadeza el rostro de la fémina antes de que se separara y besó su mejilla también, por mucho que le pudiera atraer, estando bajo el mareo de las pastillas no era lo adecuado sobrepasarse.
-Me quedaré hasta por la mañana si te da más seguridad, ahora acuéstate niña- dijo levantando la sábana.
Dormía por la noche, notando la calidez del pecho de Koko mientras reposaba mi cabeza en el. Sus manos me acariciaban mi espalda desnuda, y mi pelo aportándome la tranquilidad que tanto ansiaba desde hace meses. -Gracias- susurré antes de dormir.
A la mañana siguiente cuando me desperté Koko no estaba, había una nota en mi mesilla de noche "tengo que sacar a los perros a pasear antes de que empiecen a romper cosas :)" tenía escrito junto a una cara feliz. Imaginaba que los perros serían los Haitani y Sanzu, aún no olvidaba el trio con los hermanos, entre otras cosas porque su cuerpo le dolía aún.
Unos golpes resonaron en su puerta, no sabía quien tocaba pero parecían cabreados. Miró por la cámara era Mikey, "Mierda mierda mierda" repetía frenéticamente mientras se vestía y llamaba a Koko.
-Donde coño estás- le preguntaba molesta.
-Con los chicos, ¿y tú?- se escuchó al otro lado de la línea.
-¿Ah con los chicos? Y por qué tengo a Mikey tocando mi puerta como un loco- respondió histérica. La puerta seguía sonando y sabía muy bien que Mikey era capaz de entrar.
-Joder- abrió la caja fuerte y sacó la pistola de su padre, luego se miró en el espejo y abrió la puerta.
-Por qué has tardado tanto en abrir- dijo entrando como si nada y sentándose en el sillón.
-¿Qué crees que haces?- le dijo molesta- qué parte de no te quiero volver a ver no entiendes.
-Si claro, por eso ayer el coche de Koko estuvo aquí toda la noche.Beca se quedó callada- vengo a por mi polvo de despedida también- dijo levantándose caminando hacia ella.
-¿Como te atreves a hablarme así en mi casa, Manjiro Sano?
-¿Qué ahora te harás la santa conmigo?¿Ahora vas a fingir que no te abriste de piernas con cualquiera que se te cruza...- las palabras de Mickey se cortaron por una bofetada.
Mikey no contestó, la acorraló contra la pared del cuello- debería matarte ahora mismo- le dijo a centímetros de su cara.
No se lo explicaba, no se explicaba como Mikey cambiaba de personalidad tan drásticamente, recordaba las palabras que le dijo una vez de que no le haría daño nunca mientras que el aire era cada vez menos.
-Mikey- mustió intentando alejar las manos de su cuello- por favor- dijo con algunas lágrimas bajando de su rostro, tenía los mismos ojos que el, los mismos que pedían socorro.
Mikey aflojó algo su agarre- no sé qué hacer- añadió Beca. Finalmente el agarre de su cuello se aflojó cayendo al suelo mientras tosía.
-Solo hazme caso- le decia agachándose y acariciando su mejilla.
Ella lo miró desde abajo, quería parar, quería contarle todo y que Mikey matara a quien fuera, pero no sé perdonaría nunca que hicieran daño a su madre por su culpa.
-Buena chica- dijo acariciando su cabeza y yéndose.
