Capitulo 49

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A la mañana siguiente

Yerin no sabía exactamente cuanto tiempo llevaba mirando dormir a Sinb. Ese era el recorrido número un millón que la pelinegra  hacía con su mirada sobre el cuerpo de su novia. Sinb estaba tendida boca abajo abrazando una de las almohadas, y estaría completamente desnuda si no fuera porque la rubia insistió en que tenía que ir al baño y cuando volvió venia con ropa interior puesta en una especie de intento de calmar a la deportista, intento que no funcionó muy bien porque Yerin hizo de las suyas y logró sacarle la prenda de arriba a su novia y se dedicó a entretenerse con los pechos de su chica. Por eso ahora Sinb vestía solo una diminuta braga blanca por supuesto. Prenda que Sinb consiguió negociar con la pelinegra  para que se la dejara puesta.

Con su mano, Yerin empezó a recorrer el cuerpo de Sinb. Le gustaba, mejor dicho le encantaba ver el contraste de su mano con la piel de su novia. Cuando estaban juntas no se notaba tanto, pero en la intimidad de la pieza, era cuando Yerin se daba cuenta de la ligera diferencia de color entre sus pieles, siendo la de ella más blanca que la de la fotografa. La primer parte que recorrió con sus dedos fue las piernas de la artista. De hecho, uno de los momentos preferidos de Yerin era esperar a que Sinb se bañara y luego entrar en la pieza sin hacer ruido alguno y quedarse embobada mirando como su novia se ponía crema en sus piernas. Esto jamás iba a salir de la boca de Yerin, pero las piernas de la rubia eran la alfombra roja perfecta para la parte preferida de ella, La parte íntima de Sinb. Parte que la pelinegra  empezaba a recorrer con su mano. Su dedo índice contorneaba la única ropa interior que le quedaba a la artista.

Yerin sabía que su novia era conciente del poder que tenía sobre la pelinegra  cuando meneaba sus caderas, la rubia lo sabía y lo manejaba como ella quería. Había veces que Yerin trataba de negarse, pero simplemente no podía. Bastaba con que Sinb moviera las caderas y la pelinegra  estaba lista para subir a un piso veinte y tirarse si Sinb se lo pedía. Yerin suspiró y sacó la mano de ese lugar para llevarla a la espalda de su chica. Como buena deportista, la pelinegra  podía distinguir varios músculos de la espalada de su novia, de hecho, los repasó uno por uno con su mano, su chica todavía tenía rasgos de porrista y eso la volvía loca.

Decidió parar su recorrido, demasiada tentación para ella y no quería despertar a su novia... ¿o si? Cuando estuvo a punto de levantarse para ir a darse una ducha Sinb giró su rostro y sin querer soltó un pequeño sonido. "Cambio de planes" Se dijo la pelinegra  y con todas las intenciones de frenar el sueño de su mujer. Puso una rodilla del lado derecho del cuerpo de su chica y otra del lado izquierdo. Iba a llenar de besos la espina dorsal de Sinb. A medida de que iba besando la espalda de Sinb se aseguró de que sus pechos rozaran la piel de su chica.

Un movimiento de Sinb le hizo saber a la pelinegra  que estaba logrando su cometido – Mmm... Yerin... – Al principio pensó que era un sueño, hasta que sintió la voz de su novia muy cerca de su oido.

- ¿Vamos por el record? – le susurró Yerin que besaba ahora el cuello de Sinb y con sus manos jugaba con los costados de la prenda interior de la rubia. La pelinegra quería esa ropa lejos del cuerpo de Sinb.

Apenas la rubia sintió las manos de su novia en su trasero reaccionó, frenó las manos que estaban apunto de dejarla desnuda y se dió vuelta suavemente. Aún seguía tratando de abrir sus ojos.

Atacar con su frente no fue un movimiento muy acertado por parte de la fotógrafa, apenas Yerin localizó los pechos de su chica se le hizo agua a la boca.

- Esto es lo que yo llamo un desayuno cinco estrellas – le dijo la pelinegra  que se inclinó para comenzar con su alimentación diaria.

- Yer... Yerin... ¿Sólo aguantaste tres horas? – hacía tres horas nada más, que la había dejado dormir.

Cuando, donde y Como diga el amor- SINRIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora