Capitulo 67

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Dos años después - Casa Hwang – Sábado en la mañana

- Yeein... Yeein... - Sinb llevaba más de quince minutos tratando de despertar a su hija menor que estaba ocupando el otro lado de su cama – Yeein... cariño... es hora de despertar – la pequeña de dos años y medio tenía la cabeza en el estómago de su madre mientras con su brazo derecho abrazaba a Uno, en realidad Sinb no sabía muy bien qué número de hipopótamo era, pero era uno de los peluches de Eunbi que habían pasado por todas las manos de sus hermanas – Vamos chiquita , despierta para mamá – pidió.

- No... - la pequeña daba vuelta en la cama negándose a cumplir los deseos de su madre

- Vamos cariño – La fotógrafa acariciaba suavemente su espalda. Años de despertarse con los besos y las caricias de su esposa, le habían enseñado, que no hay mejor forma de lidiar con una "Hwang adormilada" que haciéndolo con cariño.

Es por eso, que generalmente tenía que empezar a despertar a sus hijas media hora antes de lo previsto. No era un tarea que alguna de las madres tuviera asignada específicamente, lo hacían según quien estaba disponible, y en este momento que su esposa estaba en el último entrenamiento antes del receso de verano, era la castaña la que tenía que comunicarle a sus hijas la dura noticia de que había que despertarse.

Años atrás, Sinb hubiera empezado por Eunbi,  la mayor de sus hijas era la peor de todas a la hora de levantarse. Durante todo el primer año de universidad, el cangurin hizo que Yerin, la única que se levantaba temprano, la llamara antes de irse a correr para que no llegara tarde a sus clases.

Luego seguían las mellizas, Yuna era la más fácil de todas, un beso en su frente y la pequeña ya estaba lista para empezar su día. El gran problema era con Yewon . Yewon  directamente no se despertaba, había que cambiarla dormida, bajarla a desayunar dormida e inclusive viajaba al colegio semi dormida, al día de hoy ni la pelinegra , ni la castaña entienden como la niña es una de las primeras en su clase.

La siguiente en la lista para despertar era Sua , no era que costara despertar al lechuncín, sino más bien, daba miedo despertarla. Cada vez que una de sus madres entraba a la habitación para hacerlo, encontraban a su hija en diferentes posiciones, con las piernas colgando de la cama, durmiendo hacia un lado, hacia el otro y hasta a veces dormida en el piso sobre sus dos almohadas. Una vez que se superaba el golpe de encontrarla durmiendo en alguna forma rara, había que enfrentarse a la ira de haber tenido la "osadía" de interrumpir algún sueño que la niña estaba teniendo. Los enojos de Sua a esa hora de la mañana no era algo que alguien quisiera vivir.

Justo cuando pensaron que despertar a su última hija no podía ser más difícil o diferente que sus otras hermanas, viene Yeein y adopta una nueva modalidad. Cuando Yerin se levanta y antes de irse a correr, revisa las habitaciones de sus hijas, Yeein la espera con los brazos abiertos, para que la pelinegra  la lleve a terminar de dormir con su otra madre. Es entonces cuando, luego, alguna de las dos tiene que despertarla con las habituales modalidades usadas con alguna de sus hermanas. Pero es después de despertarla donde se complica la cuestión, por el ritual mañanero que tiene el lobito. Yeein necesita pasar un rato arriba de los brazos de su mamá Sinb, para después desayunar en las piernas de su mami Yerin.

- Yeein... despierta... vamos a desayunar con tus hermanas – Sinb acarició su cabecita y besó su mejilla varias veces - ¿Nos despertamos? – insistió. La pequeña se movió quedando boca arriba y le estiró sus brazos a su madre para ser recogida, los ojos no se abrieron por nada del mundo. Sonriendo, Sinb,  levantó a su niña y ambas marcharon en busca de las otras dormilonas.

- ¡Buenos días! – con Yeein en brazos, la fotógrafa entraba en la concina y saludaba a sus otras tres hijas.

- ¡Buen día! – saludó Yuna  mientras comía sus cereales

Cuando, donde y Como diga el amor- SINRIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora