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Capítulo cuarenta y ocho
Monstruo

Corrió durante tres horas por la cinta ergométrica con tal de mantener su mente ocupada

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Corrió durante tres horas por la cinta ergométrica con tal de mantener su mente ocupada. Después agarró la barra olímpica con las pesas de mil kilos y comenzó a hacer sentadillas durante dos horas. A pesar de lo adoloridos que se sentían sus músculos, no se detuvo.

Así estuvo Reya durante toda la mañana; machacándose hasta el alma en el gimnasio, tratando de despejar su mente de cualquier cosa que le recordara a Vegeta. Había transcurrido una semana y media desde que él se marchó de la Tierra, y los días que le siguieron fueron abrumadores para ella. No escuchar la Sala de Gravedad, no verlo durante las horas de las comidas, no encontrándoselo por el complejo o viéndolo salir de su habitación... Pero Reya estaba segura de una cosa; no permitiría que el dolor la consumiera y la marchitara.

Sí, Vegeta se había ido, ¿y qué? Seguía teniendo a su hermandad, su hogar adoptivo, su libertad, y ahora un arpa para cantar y componer las canciones y baladas de su mundo. Su vida no cambió tras su marcha, continuaba al igual que hace dos años. Sin embargo, el dolor y la tristeza se mezclaban en un vorágine de sensaciones melancólicas que hacían que lo echara horriblemente de menos.

Desde que ya no estaba, se sentía vacía. E incluso un poco sola.

Cuando terminó con su entrenamiento, se dirigió a su habitación para ducharse y cambiarse de ropa. Se encontraba sola en la Corporación Cápsula; Bulma y el Dr. Brief se habían ido a la sede de la empresa, añadiendo además de que la científica volvía a tener una cita con Kriss por la tarde, y la Sra. Brief se había marchado a hacer algunas compras.

Con un suspiro, Reya entró en su dormitorio. Bulma le había aconsejado que se tomara unas vacaciones para que pudiera sanar y recomponer su corazón roto, y Goku la había visitado alguna que otra vez para ver cómo se encontraba. Aunque ella aseguraba que estaba bien, ninguno de los dos parecía creerla.

Y lo que Reya necesitaba no era descanso, sino estar ocupada.

Quince minutos después, salió de su cuarto vestida y ducha y se encaminó en dirección a la cocina para comerse algunos cubitos de hielo. Y entonces pasó por delante de la habitación de Vegeta. Con un nudo en la garganta, Reya se adentró en la habitación y observó el caos que había en ella. La alfombra desgarrada y la cama hecha pedazos. Caminó hacia allí, estudiándola de más de cerca. Concretó que lo mejor sería quitarla del cuarto, ya que Vegeta no la usaba de todos modos. Así cuando regresara (si es que fuera a regresar) tendría más espacio para remodelar su r'udhari.

Rodeó la irreconocible cama, y sonrió al ver la montaña de sábanas y cojines. Se imaginó a Vegeta acurrucado sobre ese despojo de mantas, y las lágrimas acudieron a sus ojos.

¿Por qué Vegeta tuvo que irse? ¿Lo que habían vivido durante todo este tiempo no significó nada para él? ¿Jamás volvería a verlo?

¿Todo aquello era un castigo del Universo por haber nacido con el Mauhw'aari?

STAR COLLISION ᵛᵉᵍᵉᵗᵃ ✔︎ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora