ꜱᴛᴀʀ ᴄᴏʟʟɪꜱɪᴏɴ | ❝ El príncipe y la sacerdotisa. La mascota y el trofeo. Qué conmovedor ❞
Ambos eran completamente diferentes, y a su vez eran iguales. Habían perdido sus mundos a manos del mismo monstruo, obligados a vivir una vida de esclavitud y...
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Cuatro años después.
Los tenues rayos del sol se filtraban a través de las cortinas. El cielo continuaba gris mientras el amanecer se abría paso, pero eso no impidió que cierto príncipe contemplara a su mujer dormida.
Ella se removió en sus brazos, e inevitablemente sonrió. Se inclinó sobre su espalda desnuda para besarle las vértebras, deslizándose lentamente hacia arriba y detenerse en su nuca. Luego enterró la nariz en el hueco de su cuello, aspirando su embriagante aroma tropical. Sabía que estaba despierta, el ritmo de su respiración la delataba, pero continuó repartiéndole mordiscos por todo el cuello hasta que ella se encogió y rompió a carcajadas.
Reya se giró y quedaron cara a cara.
━¿Qué pasa? ¿Te aburres y has decidido molestarme? ━preguntó, divertida.
━Algo así ━dijo Vegeta, igual de divertido que ella. Su mujer bufó con falsa molestia, y él le respondió con un ardiente beso.
Habían pasado cuatro años desde los Juegos de Cell y ocho desde la muerte de Freezer. La Tierra estaba en paz y no había ninguna amenaza altamente peligrosa esperando para matarlos. Vegeta no creyó que algún día podría experimentar semejante felicidad. El día de su apareamiento con Reya se convirtió en uno de los mejores de su vida, y le siguió el largo tiempo que les precedía hasta actualmente. Creía estar viviendo una especie de sueño, y si era así, no quería despertarse jamás.
Derrotó a sus dos mayores enemigos, alcanzó su estatus de Súper Saiyajin, obtuvo un poder sin precedentes, era el ser más poderoso del universo, honraba a los suyos viviendo como un saiyajin de antaño, y ahora vivía libremente junto a la mujer que amaba. Estaba en paz consigo mismo y superó su pasado turbulento.
Todo era perfecto.
Vegeta mordió el labio inferior de Reya y condujo una mano hacia su nuca, acercándola a él. Aunque no duró mucho, para gran consternación de la anodita. Reya lo abrazó por el cuello, negándose a soltarlo cuando hizo el ademán de levantarse.
━Nooo ━se opuso con un puchero, reforzando su abrazo━, no te vayas, quédate conmigo un rato más.
━Tengo un entrenamiento que hacer, mujer ━alegó Vegeta con una sonrisa ladeada. Dejó que Reya se acurrucara sobre su pecho, así que decidió guiar sus dedos callosos sobre su tersa espalda━. Y tú tienes que ayudar a la arpía en el laboratorio.
━Pero ya no tienes que matarte en la Sala de Gravedad.
Y era verdad. Ahora que no había ningún oponente al que plantarle cara, Vegeta había reducido sus horas de entrenamiento. Como buen guerrero, el ejercicio físico siempre sería parte de su rutina, pero ya no sentía una obsesión intrínseca por entrenar. Había veces que se tomaba algunos días libres, e incluso solamente entrenaba por las mañanas, todo, para pasar tiempo con Reya.
