HEAVEN | Jenlisa G!P

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Jennie POV'S

Miro a Rosé sin poder creerlo, pero cuando siento la intimidante y oscura presencia de Lisa detrás mío, sé que está diciendo la verdad.

La rubia intensifica su agarre en mí cintura, y tira de mí cuerpo aún más cerca del suyo. Suelto un jadeo por tal acto inesperado, mis manos terminan en sus pectorales y sus labios muy cerca de los míos. Me mira divertida, para ella esto es sólo un juego emocionante, casi peligroso.

—Supongo que a Jennie no sólo le gusta que sea yo quien la toque, ¿No es así, cosita?—Su voz suena rasposa, alta y segura por encima de la música. Quiero negarlo, pero después de verla con Sana por mí se puede ir a la mierda. Rosé acorta la distancia, y cuando pienso que al final va a besarme una mano desde atrás toma mí cabello, algo rudo y decidido, haciendo que mí cabeza caiga hacia atrás. Rosé suelta una risa silenciosa, ambos sabemos quién lo hizo—Si tanto te gusta tener a las dos cerca, ¿Por qué no bailas para ambas?—El tono desafiante es claro en cada una de sus palabras.

Nuevamente quiero negarme, porque Rosé no me interesa en lo absoluto. ¿Es apuesta? Mierda que si, pero no me genera esa sensación avasalladora en el estómago, ni hace que anhele su tacto o cercanía.

Pero estoy dispuesta a jugar, incluso sabiendo que probablemente el baile de mis caderas de pena.

No puedo dejar a Lisa ganar, esto es así, nosotras somos así. Retarnos, desafiarnos, tocarse y molestarse. Somos un caos, pero uno que me gusta demasiado como para renunciar a él.

Y pasa, cuando el silencio es la respuesta que las chicas reciben de mí parte, la rubia me toma de la mano para guiarme hasta la pista de baile. No sé que decir, no sé cómo actuar, así que simplemente dejo que me lleve, porque de forma implícita lo acepté, y también muy en el fondo lo quiero aunque no esté dispuesta a admitirlo. A medio camino visualizo a Sana, con expresión sorprendida como de igual forma enfadada. La pelirroja termina por irse de entre los cuerpos sudados y levemente alcholizados, la pierdo de vista mientras da pasos fuertes contra el suelo. Debería sentirme mal, pero no podría importarme menos.

Una vez las tres estamos en el centro de todo, la amiga de Lisa es quien hace el primer movimiento. Estamos de frente, tiene sus manos a cada lados de mis caderas y una sonrisa picara en los labios. Trago saliva, no estoy lo suficientemente ebria cómo para hacer esto.

—Muévete para mí, bonita—Rosé lleva sus labios hasta mí oído—Enséñale que también tú puedes ser peligrosa.

Entonces lo hago perdiendo todo el pudor, porque es claro que sí muestro cualquier indicio de inseguridad Lisa lo verá.

Subo mis manos por su torso, asombrada de sentirlo tonificado al tacto. Rosé suelta un leve gruñido, y su toque pasa a mí espalda baja, muy cerca del culo. Comienzo un leve vaivén de mis caderas, perdida en la mirada de la rubia cuando ésta vuelve ligeramente la cabeza para verme directo a los ojos. Sus pupilas están dilatadas debido a la excitación, casi extasiada por el juego sucio que me animé a aceptar.

—Realmente bonita—Me dice—Pero ambas sabemos que no es conmigo con quien quieres estar así.

Bajo hasta el suelo con lentitud, ignorando sus palabras que me dan cierta palpitación entre las piernas. De solo imaginarlo...

Cuando llego hasta abajo, me tomo unos segundos. Muevo mis pestañas un poco, y la miro coqueta, y realmente entretenida. Sé que Lisa sigue atrás mío observando cada uno de mis movimientos, está molesta y tal vez irritada. Lo siento, me percato de esa aura oscura, de rabia que casi roza lo violento.

Pero no es suficiente, quiero más.

Necesito ver ese lado de ella; el salvaje, que pierda el control, saber que yo le hago los mismos estragos en la razón que ella me hace a mí.