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Jennie POV'S

Le doy un vistazo a la cocina con el rostro manchado en mezclas de budines y también para cupcakes, el delantal salpicado con restos de glaseado además de caramelo, e incluso algo de chocolate. No hay espacio o superficie dónde una bandeja con comida no esté apoyada, los colores de glaseado vibrantes y las pequeñas chispas de color están por todas partes, una vista demasiado festiva para la realidad de cómo me siento por dentro.

Después de pasar una semana entera escondiéndome en casa, sobretodo porque mis padres trabajan la mayor parte del día y podía quedarme aquí sin tanto problema o miedo a cruzarlmelos por los pasillos, decidí que ya era nuevamente momento de socializar, pero con las mellizas y Mina.

Ignoré los últimos mensajes de Lisa, que para ser sincera tampoco fueron tantos, y tampoco tuve las ganas para hablar con Rosé. Así que, con el fin de semana asomando la cabeza creí que sería bueno tener una merienda cargada en azúcar, además, cocinar por tantas horas me distrajo lo suficiente para dejar de pensar en todo lo que William ha dicho sobre mí.

También debo concentrarme en el pendrive que encontré en el Motel, el cuál debo a mi muy pesar admitir, aún no tuve el valor de revisar. Me reprocho a mi misma por ser tan cobarde para algunas cosas, lo mismo me pasó cuando encontré aquél expediente con el nombre de Jisoo.

Bufo cansada, decido dejar para más tarde cualquier pensamiento que me opaque el humor, hoy sólo quiero distraerme y olvidarme al menos por un rato todos los asuntos que últimamente han estado envolviendo a mi familia.

Con el dorso de la mano limpio algunas gotitas de sudor que corren por mi frente. Saco la última bandeja de cupcakes, arándanos rojos y chocolate blanco, me repito que por más ansiosa que esté no puedo ponerles la cubierta hasta que el bizcocho este bien frío. Desato el nudo del delantal, me quito los gruesos guantes que uso para no quemarme y busco con la mirada el vaso con agua que cargué hace un rato.

Mientras doy un largo trago mi garganta se siente fresca, aliviada, hace un calor inaguantable. Dejo con un suave golpecito el vaso medio vacío junto con todo lo demás, la montaña de trastos a lavar es importante y ya tendría que ponerme manos a la obra antes de que las mezclas se peguen demasiado a los recipientes y me encuentre a mi misma media hora tallando con la esponja.

De refilón veo a Ava contorneando las caderas y moviendo la cola al compás de su constante ronroneo. Sonrío con cariño, hoy no somos más que ella y yo.

—¿Qué tal, Ava?—Me agacho para darle unos toquecitos en la cabeza—¿Tuviste una buena siesta?—El felino busca mi tacto cuando hago el amago de apartarme, la nariz tan pequeña y de color rosada siempre fue mi debilidad. Le rasco detrás de las orejas, debajo y el cuello—Creo que así fue—Ella responde ronroneando aún más alto. Yo me río, y mi corazón se aprieta con amor. Es la cosita más tierna sobre la faz de la tierra.

Con un suspiro y casi a regañadientes decido que ha sido suficiente de mimos, porque la cocina sigue siendo un desastre y alguien debe hacerse cargo antes de que las chicas lleguen.

En eso no logro ponerme a limpiar, que mi celular apoyado en una esquina de la mesada empieza a vibrar. Los platos pueden esperar unos minutos más pero si aquél llega a ser un texto de papá, lo mejor es que le dé el gusto de contestarle lo más rápido posible.

Después de todo lo sucedido, a penas si mis padres me dirigen la palabra lo suficiente para querer saber dónde y con quién paso el día. Ellos dicen que están preocupados por mí pero todavía enfadados, así que esa es la razón principal a que nuestro contacto sea el mínimo requerido. Algunos mensajes de papá, unos otros más de mamá. Daris siempre fue más sensible, tierna y menos firme. Con papá por otro lado, me espera un buen tiempo de castigo.

HEAVEN | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora