23

919 71 4
                                    

Jennie POV's

Papá no deja de insistir con las llamadas hasta que Lisa y yo llegamos a Stockbridge, calculo que se mantendrá así hasta mi regreso.

Posiblemente no sea una de las mejores ideas evitarlo, no cuando sabe que le fallé y mentí. Pero él también se equivocó al estarme vigilando, por lo que creo que estamos a mano. Quizás más tarde me comunique con mamá para dejarla tranquila, pero lo último que deseo ahora es volver a casa.

Mi pensamientos son un lío, sin saber que creer de todo lo que ha estado ocurriendo en las últimas semanas.

—Rosé viene detrás nuestra—Lisa menciona. Me doy la vuelta para comprobarlo.

La rubia baja de su coche con una sonrisa, la confusión invade sus ojos al verme al lado de su mejor amiga pero aún así la expresión de felicidad no flaquea. Seguramente esperaba que ya para éstas horas esté en Westford, ella debe estar aquí desde hace un buen rato. Lo que respecta a nosotras nos tardamos más, después de todo lo que pasó en el todoterreno de Lisa sin dudas perdimos el tiempo.

Rosé llega hasta mí en un segundo, chillo cuando me abraza con fuerza y aprieta contra su pecho como si no nos hubiéramos visto en años. Le correspondo el gesto, dudo por un momento pero al final lo hago.

Escucho a Lisa bufar.

—No te tenía tan dramática—Mi voz sale amortiguada, me aprieta más—¡Rosé!

—Bien, bien—Nos mueve ligeramente de un costado hacía el otro, todavía sin dejarme ir—¿Cómo puede ser que huelas a galletas? No has horneado nada en días.

Siento mis mejillas calentarse, no tengo ni idea de cómo responder a eso.

En nuestro viaje en coche de hace dos días atrás, además de dormirme casi todo, conversamos un poco y ella pareció encantada en todos esos minutos en lo que hablé sobre mi amor por la pastelería. Dijo de querer también su dosis de dulces para ella misma, dudo de que Lisa apruebe eso pero puede que tal vez alguna vez le prepare algo.

—No lo sé—Murmuro. Los ojos de Rosé buscan los míos. Los suyos claros, verdes y pícaros. En mi caso oscuros. En eso su mano acaricia mi cabello con cariño.

—Tenemos una persona especial aquí, ¿Cierto amiga?—Se dirige a Lisa. Estiro mi cuello para observar a la pelinegra, tiene el ceño fruncido y los labios apretados en una delgada línea.

—No entiendo si estás buscando hacerme enfadar—Dice entre dientes. El pecho de Rosé se remueve al reir—Pero sí, ella es especial—Su mirada se clava en la mía.

Ahí vamos otra vez, esos jodidos latidos del corazón acelerándose y haciéndome sentir incómoda. Aparto mi vista de la suya.

Las tres estamos a plena luz del día a media tarde justo frente al Minerva. El sol brilla en lo más alto, el cielo despejado y hasta los pájaros cantando. Debería sentirme en paz, tranquila, y a gusto, lo que así es. Compruebo entonces que atrasar mi regreso al pueblo fue lo mejor que podría haber hecho.

—Ahora, ¿Qué estás haciendo en mí ámbito laboral, bonita?

—Fue decisión de último momento, no tenía ganas de volver a casa—Me encojo de hombros. Vamos a obviar que además de eso estoy aquí por Lisa, y lo que tarde o temprano haremos en esa habitación número seis—¿Me vas a soltar?—Inquiero.

—Sí, ella te va a soltar—La chica de los tatuajes casi gruñe. Sin darse cuenta, da dos pasos en nuestra dirección.

—Joder, veo que seguimos de malhumor—Chasquea la lengua. Las manos de Rosé se deslizan por mí cintura, yo suspiro. Me remuevo en su agarre, a penas si se da cuenta.

HEAVEN | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora