29

636 64 18
                                    

Jennie POV'S

Diez minutos.

Ese es el total de tiempo que se necesita para que la Redención haga su efecto. Estoy fuera de lugar, principalmente porque no estoy experimentando nada de lo que los otros juran sentir; la febril euforia mezclada con una adrenalina pura. Lo que es bueno, porque puedo ser testigo, y gracias a Dios no partícipe, de cómo las personas bailan al rededor de la fogata moviendo los cuerpos sin un ritmo aparente, dejando que fluyan al igual que las llamas.

Los gritos no se detienen, tampoco la ingesta de bebida. La mayoría está cubierto por una gruesa capa de sudor, cantando incoherencias y vociferando habladurías.

No me gustaría ocupar su lugar.

Cada uno de ellos se ve perdido... desorientado y en un estado demasiado vulnerable.

Doy un vistazo al cielo; las nubes están cada vez más espesas, de un gris oscuro y que promete bañar la arboleda bajo una lluvia torrencial.

—¡Jennie, aquí estás!—Me tenso un poco cuando veo a las mellizas acercarse hasta mi. A penas si pueden coordinar los movimientos de sus pies, dando pasos en falso y trastabillando durante todo el camino. Frunzo el ceño. Detesto verlas así—Estás demasiado tranquila para tener tú primera experiencia con la Redención—Jihyo arrastra las palabras, y luego ríe, como si lo que acabara de decir fuese el chiste más gracioso.

Aprieto los labios en una delgada línea—Tal vez esté tardando en hacer su efecto—Me encojo de hombros.

No sé si lo más inteligente sea exponerme, confesar que no he probado ni una sola gota de esa cosa, porque si el imbécil de Kai reaccionó tan mal a que no queme un simple papel, ¿Qué pasará si descubre que la Redención no está corriendo por mis venas en estos momentos?. Nada bueno, eso es seguro. Además, si a los otros tampoco les agrada mi poca colaboración con la gran fogata, tampoco creo poder con una masa de personas dispuesta a lincharme. Estoy sola en esto, todavía no hay señales de Lisa ni de Rosé, incluso Sana o aquél otro chico.

Me tendré que cuidar yo misma. No obstante, dudo si quiera que la pelinegra quiera tan sólo dirigirme la palabra después de todas las cosas que le dije.

Nayeon suspira—Qué raro, nunca antes pasó—Y tan rápido como la línea de su frente se pronuncia, es así de veloz para esfumarse cuando empieza a reír y chillar. Jihyo la sigue en su chispeante humor.

Me he dado cuenta que casi a la mayoría en la arboleda les pasa eso, es como si no pudieran sentir otra cosa a parte que no sea una emoción positiva, o algo similar. Pero algunos, la minoría, lo controla mejor. Principalmente el grupo de Kai, aunque en su caso la expresión oscura del principio se torna en una profundamente peligrosa. Listo para atacar. Paso saliva con dificultad apartando la mirada.

He visto lo suficiente, es hora de irme de éste maldito sitio. Pero primero, tengo que solucionar dos cosas; ¿Cómo diablos llegaré a Westford sin un coche? Y ¿Simplemente voy a dejar a las chicas aquí? ¿En el estado en el que están? Bufo. Sabía desde antes que era una jodida mala idea asistir a la gran fogata.

Aunque no es la primera ronda que Mina y las mellizas pasan aquí. Si supieron cómo arreglárselas antes, podrán ahora. ¿Cierto? Joder, detesto entrar en un debate por algo que está casi tan claro como el agua. Fue su decisión venir, aceptar ese vaso y terminarlo de un sólo trago. Maldigo. Sigo siendo la única sobria de aquí, entonces, si las cosas se descontrolan, ¿Quién las ayudará? ¿Quién conducirá el coche?

Esto de intentar ser una mejor persona me jode.

En cualquier otro momento de mi vida, y sobretodo en Boston, les habría dado la espalda. Primero está mi bienestar, eso siempre dice papá.

HEAVEN | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora