Jennie POV'S
Veo a mamá devorar el almuerzo en tiempo récord, al parecer tiene una entrevista importante en el hospital del pueblo, por lo que no me sorprende si en poco tiempo volvemos a la rutina de vernos casi nada durante el día.
Daris ama su trabajo, ser enfermera está en lo primero de su lista, después viene todo lo demás. Aunque no la culpo, me encanta verla feliz, y si es feliz haciendo turnos de doce horas al día, entonces que así sea.
—¿Cómo te sientes hoy?—Su mano acaricia mi cabello con suavidad al pasar por mi lado para dejar los platos sucios en el fregadero.
Dibujo una sonrisa forzada. Desde que me levanté temprano por la mañana tengo este sentimiento de agitación en el pecho, como si estuviese todo el tiempo nerviosa o algo. Incluso, a veces necesito parar y tomarme un minuto, respirar y después recién continuar con lo que sea que esté haciendo.
Esto no ocurre muy a menudo, pero cuando sucede, me ocupo de ocultarlo lo mejor posible. Después de los últimos dos años horribles que tuvimos, lo último que quiero es ver a mamá y a papá preocupados por mí otra vez.
—Todo bien, ya sabes, hoy empiezo por las tardes en el consultorio—Mamá me mira por un momento con sus ojos color avellana, toma su cartera antes de acercarse y dejar un beso sobre mi cabeza.
—Estoy segura que te irá genial, tú padre solo lo hizo para que aprendas una lección.
—Lo sé, podría haber sido mucho peor.
Ella asiente, camina hasta la canasta de mimbre sobre la mesa y toma las llaves del coche.
—No dudes en llamar si necesitas algo—Y mientras camina hacia la salida, de repente se detiene, gira sobre sus talones y hace un gesto con la mano, como si hubiese acabado de recordar algo—¡Oh, casi lo olvido! Tú padre invitó a gente del concejo y a otros más del pueblo para este fin de semana.
—¿El concejo?—¿Qué tienen que ver ellos con nosotros? ¿Y qué hay con eso de la gente del pueblo? A penas si hemos entablado conversación con alguno de ellos.
O tal vez fui solo yo la que no socializó mucho, pero en mí defensa fueron semanas muy ocupadas mientras se remodelaba el consultorio.
—Sí, al parecer están muy felices con tenernos aquí, y el concejo fue muy amable con nosotros al dejarnos tomar la vieja casa por un mínimo costo. Por lo que William pensó que sería buena idea invitarlos a todos a cenar—Se encoje de hombros.
Pongo mala cara. Lo último que quiero es ser presumida en sociedad. Papá se pone más insoportable que nunca, espera que todo salga a la perfección y cuando los invitados llegan, no deja de presentarme a cada uno de ellos como si de una especie de trofeo humano se tratase.
No se confundan, lo amo y es un papá estupendo, pero cuando se pone en plan doctor y empresario, es un dolor de cabeza.
Pensando en lo que me espera este fin de semana por la noche, hago el último tramo hacia el consultorio y lo primero que veo al entrar es a la secretaria sentada detrás de su escritorio, y a un nuevo paciente que debe tener mí edad o bastante cerca, esperando en el lobby.
—Tú padre está atendiendo, ¿Quieres café?
La secretaria de papá es Beth, y la conocí este fin de semana cuando se presentó en casa para darle a mis padres unos cuantos papeles que sin falta debían firmar.
Es muy colorida, y no debe pasar de los sesenta años, las canas en su cabello que se dejan ver entre los mechones oscuros, la delatan.
—Se supone que yo soy la que debe preguntar eso—Arqueo una ceja con diversión. Ella se encoje de hombros, y con una sonrisa cálida, señala a su lado, invitándome a tomar asiento.
ESTÁS LEYENDO
HEAVEN | Jenlisa G!P
RomanceEl pequeño pueblo de Westford, tan tranquilo y pintoresco como las personas que lo habitan, guarda tradiciones y leyendas más inquietantes de lo que uno se podría imaginar. Aunque Jennie es ajena a todo eso a su llegada, con el pasar del tiempo se a...