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Jennie POV'S

Tengo el tiempo suficiente para cambiarme por ropa seca y limpia cuando Rosé y Sana hacen su camino dentro del loft. Sus voces inconfundibles se hacen oir por todo el espacio; la pelirroja algo más alterada, la rubia aún con su tinte pícaro y juguetón al final de cada oración.

Decido que ya es hora de salir, por lo que termino de peinarme el cabello frente al espejo del baño. Le devuelvo la mirada al reflejo delante de mi, mi ceño se frunce por si solo.

No tengo ningún moretón en el rostro, pero la zona donde me golpeé con aquella roca está algo rojiza e inflamada. Las ojeras resaltan debajo de mis ojos, la expresión cansada y la mirada turbada. Le doy un vistazo a mis brazos, donde el agarre de Kai y sus dos amigos se cerró sobre mi con tanta fuerza. Al pasar las horas la marca de sus manos en mi piel se ha profundizado, y en consecuencia me encuentro a mi misma apretando los dientes al notar el tono morado que están adquiriendo.

Tengo que tomar una profunda respiración para controlar la furia que amenaza con nublarme el buen juicio. No gano nada dejándome llevar por los sentimientos, al menos, no ahora. Sin embargo, me prometo hacerme cargo de Kai ni bien tenga la oportunidad. No tengo idea de la manera, pero sin dudas lo haré. Es lo mínimo que se merece después de creer tener el derecho a acorralarme, y a obligarme a actuar bajo sus órdenes.

Con un suspiro aparto la mirada del espejo, no quiero comprobar ni una sola vez más la visión vulnerable y patética que obtengo de vuelta.

Así que aliso la gran camiseta que estoy llevando de Lisa, y ajusto más los cordones al nivel de la cintura para que el pantalón no se me caiga al caminar. Las prendas tienen su aroma, la tela es cálida y suave. Me permito disfrutar de la sensación, pero al final los recuerdos de nuestra reciente discusión me inundad la mente. El corazón se me hace un puño.

Junto los labios en una delgada línea. Tal vez usar la ropa de Lisa sea lo más cerca que esté de ella en un buen tiempo.

Sin más rodeos e intentando calmar la marea de pensamientos que me hacen doler la cabeza, abro la puerta del baño. Las voces se hacen más fuertes a medida que me aproximo a la sala, pero no presto real atención a lo que podrían estar conversando. De todos modos estoy consiente de que posiblemente lo ocurrido en la gran fogata sea el tema principal de su charla, y no las culpo.

Recorro el apartamento con detenimiento. En general el loft es una área abierta; así que la habitación se conecta con la sala junto a la gran cocina ubicada a la derecha, además de una única puerta que lleva a otro cuarto, del cuál soy ajena qué cosas puede guardar. Algo que realmente me gusta de aquí, es el arte muy presente en cada rincón del lugar. Las increíble obras colgando de las paredes, los toques de la decoración en rojo dándole un aire sensual, e incluso los muebles, perfectamente acomodados en sitios estratégicos.

No me asombra que Lisa sea tan pulcra y cuidadosa con su propio espacio, dado que para empezar, ya lo es con la misma Betty, así que una idea me podía hacer.

Al momento en el que llego a donde están las demás, el silencio reina. Carraspeo incómoda, sintiendo como la mirada de las tres recae sobre mi. Desconozco qué hora de la madrugada es, pero la noche continúa cayendo sobre nosotras, pesada y oscura. Los acontecimientos sucedidos en la arboleda son los culpables de la tensión que carga el aire, tan aplastante que me oprime el pecho. Reparo en que el ruido de las gotas de lluvia no se ha detenido, la tormenta incesante, fulminante y de carácter violento.

—Bonita—Rosé exhala un suspiro de alivio al verme en una sola pieza. Tiene los ojos verdes ligeramente abiertos, bañados bajo un brillo especialmente dulce.

Aunque parte de mi memoria reconoce que ella estuvo allí con Lisa, cómo también Sana, no lo recuerdo tan vividamente cómo me gustaría.

—Hola—Le sonrío de vuelta. Vuelvo a carraspear, pero más por el leve ardor que se instala en el inicio de mi garganta, haciéndome algo difícil la tarea de hablar.

HEAVEN | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora