I. Regreso a Nazareth.

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Narrador Omnisciente Todopoderoso.

Casi no habían hablado todo el tramo de Hebrón a Nazareth, la mayoría de las charlas eran sobre Fig o preguntas sobre si ella se encontraba bien como para poder seguir, a lo que claramente ella afirmaba tercamente que sí. María era fuerte e independiente, lo sabía, y claro, no lo iba a negar. Esa es una de las muchas cosas que le gustan de ella. Pero apreciaría bastante si de ahora en más se dejara cuidar; por él especialmente, eso ayudaría a la misión que Dios le había encomendado. Tenía que llegar con una buena explicación para todos y tarde o temprano los padres de él se enterarían. Así que no podían evitar esta charla mucho tiempo más, estaban a nada de la entrada de Nazareth y todo esto lo carcomía.

—¿María, qué diremos? — rompió el silencio —¿Llego con tu padre y le digo que nos casamos y ya? —asumió con nerviosismo.

—O le digo yo, si tienes miedo —dijo con una sonrisa, observándolo burlona desde el lomo de Fig.

—Espera — tomó las riendas de Fig y detuvo su andar para mirarla seriamente —Esto no es un juego, tengo que ir ahí y decirles a todos que siempre sí nos casamos, que el bebé es mío, que todo fue un grandísimo malentendido y hacerme cargo porque...

—Porque eres el hombre, ya sé —entornó los ojos.

—No, porque necesito que los dos estén bien, tengo que hacer que los dos estén a salvo —la miró aún más serio.

—Está bien, tienes razón, calma —suspiró, finalmente entrando en razón—. Solo di lo que creas más coherente y yo te seguiré la corriente —se encogió de hombros.

—¿Lo que sea? —Enarcó una ceja.

—Ajá —dijo despreocupada.

—Bien —sonrió astuto mientras llevaba la vista al frente e instaba a Fig a continuar, jalando un poco sus riendas.

Todas las miradas estaban en los recién llegados, y era de esperarse, es decir, sus padres habían cancelado el compromiso. María se había ido a Hebrón y ciertamente no es que José haya ido a avisar que iría tras ella después del sueño que tuvo, porque honestamente salió disparado. Así que por lógica asumieron que él regresó a Belén con su familia.

Deborah y Rebekah fueron las primeras en salir a su encuentro, encontrándose estupefactas con el hecho de que José venía con ella. Este hizo que Fig se detenga.

—Ven, toma mis hombros —pidió para ayudarla a bajar.

—¿Qué? —dijo sorprendida ante la petición. José tomó sus manos, llevándolas alrededor de sus hombros y sujetó su cintura, bajándola del lomo de Fig. Inconscientemente y ante la proximidad, María se quedó viendo su rostro por más tiempo de lo que le gustaría admitir. Era alto, tenía hombros anchos y su mirada la hacía sentir extraña, como si no hubiera nadie más alrededor y ella fuera la única presente. Pero no era así. Deborah y Rebekah observaban enternecidas a la nueva pareja y sus chillidos de emoción los sacaron del trance. Alejó a José dándole un leve empujón, reaccionando finalmente, yendo a abrazar a sus hermanas y madre.

Joaquín observaba la situación desde la entrada de su casa, estableciendo contacto visual con José principalmente, ya que creía que nunca volvería a verlo después de todo lo que había ocurrido con María. Más que nada, creía que el muchacho era una visión en estos momentos. Abrazó a su hija, realmente agradecido con Dios de tenerla de vuelta, mientras que tímidamente José se asomaba a ellos.

—Señor —llamó el muchacho con la voz temblorosa. Joaquín deshizo el abrazo con su hija, para ofrecerle su atención al joven que milagrosamente vuelve a ver.

Antes, durante y después de la Estrella (Journey To Bethlehem / Camino a Belén)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora