XXX. Dios recompensa. Parte I

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Narrador Omnisciente Todopoderoso.

En la mañana, lo primero que hace María es buscar al muchacho palpando con la mano el espacio a su lado hasta que simplemente se rinde y abre los ojos para, efectivamente, encontrarse con su lado vacío.

Se impulsa de sus manos para tomar asiento y hace a un lado la manta para bajar los pies de la cama. Da un bostezo y acaricia su vientre sobre la tela del camisón de lino.

—Si tampoco sabes donde está papá, me rindo —bromea todavía adormilada.

Da un último bostezo y finalmente se levanta para ir en dirección al comedor. Lo encuentra en la mesa, concentrado en el mapa que le habían dado los magos cuando escaparon de Judea.

—María —levanta la mirada hacia ella, incorporándose rápidamente para ir hacia ella.

—¿Ocurre algo? —pregunta al verlo tan exaltado.

—Nada malo —levanta las manos en señal de calma —Solo... —No tiene idea de cómo empezar. —Ven —le toma la mano y la guía hasta una silla para que tomara asiento.

—Ya dime qué está pasando —empezaba a inquietarse.

El muchacho se arrodilla a su altura y toma una de sus manos entre las suyas.

—¿Confías en mí? —pregunta, dedicándole una mirada serena.

Él no podía estar haciendo esa pregunta porque, ¿es en serio?

—Estoy en Egipto porque te lo dijeron en un sueño, viviendo en un campamento que levantaste con tus propias manos y estoy esperando otro bebé porque claramente confié demasiado en tí; si todo eso no te dice algo, no sé que más lo haga, José —responde con ironía.

—Claro, uhm... —Tal vez fue una manera tonta de empezar esta conversación. —Vi a Gabriel anoche —inicia.

—¿Jesús corre peligro otra vez? —supone con preocupación.

—No, no, es lo opuesto, verás... —Suspira. —Dijo que ya podíamos regresar —dice finalmente.

—¿De verdad? —pregunta incrédula, en respuesta él asiente —Por fin—ella realmente no puede contenerse —¿Debemos partir? —intenta levantarse ante la emoción.

—Aguarda, aguarda —la sostiene de los hombros, deteniéndola —Partiremos cuando el bebé nazca y te repongas de ello, ¿está bien? —aclara, con la mirada fija en ella.

Ella ve la súplica en sus ojos. Por supuesto, él estaba tratando de evitar que se repitiera la historia, priorizándola como ha hecho desde que se casaron. Por más de que se muriera por ver a su familia de nuevo, no podía precipitarse en su condición.

—Claro, sí, entiendo —asiente —Es lo más ideal —lleva su mano a la mejilla del carpintero —Vamos a regresar a casa —sonríe con los ojos llorosos.

—Sí, sí, cielo —besa repetidas veces su mano—. Te prometo que serás muy feliz; tendrás la casa que mereces finalmente, un jardín, niños que te adoran corriendo por todas partes; puedo hacer un establo para Fig, Peach y Plum, tal vez un gallinero...

—Shhh —lo detiene —Ya tengo lo que merezco y mucho más —le asegura al acariciar su rostro —Ya soy muy feliz aquí, y lo seré en cualquier parte mientras estemos juntos.

—Pero sé que también extrañaste a tu familia todo este tiempo —ella puede ver la preocupación en su semblante.

—Bueno, es normal —se encoge de hombros—. Es demasiado lejos, demasiado tiempo. ¿No te ha pasado lo mismo? —pregunta, suponiendo que era su mismo caso.

Antes, durante y después de la Estrella (Journey To Bethlehem / Camino a Belén)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora